Discursos dados por Sai Baba
{SB 20} (31 discursos 1987)
07. 07/04/87 El juego de lo Divino
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 20 cap. 7 )
El juego de lo Divino
7 de Abril de 1987
¡Oh, Mente!, recuerda siempre el nectarino nombre de Rama, que es más dulce que el azúcar, más agradable a la lengua que la miel.
El Ramayana no es solo la historia de Rama. Es una epopeya que proclama la grandeza de tres ciudades: Mithila, Ayodhya y Lanka. El principio de Rama ha demostrado la importancia de estas tres ciudades.
Rama es la encarnación del dharma, la rectitud. Lakshmana es la personificación de la dedicación (shraddha). Bharata incorpora la devoción (bhakti). Shatrughna personifica el valor (shakti). El dharma está asociado con shraddha. El abrigo protector para Bhakti es Shakti. Por esto Rama y Lakshmana estaban siempre juntos como un par, y Bharata y Shatrughna, como otro.
Rama apenas había alcanzado la edad de dieciséis años cuando el sabio Vishvamitra apareció en escena. Con su llegada comenzó la carrera épica de Rama (Rama-ayana). Entonces se inició la destrucción de los rakshasas. Comienza con la protección del sacrificio de Vishvamitra. Es una saga de acción incesante: Rama libera a Ahalya de su maldición, se dirige a Mithila, rompe el arco de Shiva, se casa con Sita (la encarnación de Mahamaya, la suprema ilusión), humilla a Parashurama en el camino a Ayodhya, sale a la selva como exiliado, busca a Sita, invade Lanka, destruye a Ravana, instala a Vibhishana en el trono, y regresa triunfante a Ayodhya. Durante todo este período, la carrera de Rama estuvo llena de acción y aventuras sin descanso.
El Ramayana es la epopeya conjunta de Rama y Sita El término Rama significa “aquel que es agradable y amable”.
Ayana quiere decir “movimiento o viaje”. Ra se refiere al Atma, y Ma, a la mente. El principio de Rama equivale a fundir la mente en el Atma. Ramayana quiere decir bañar el mundo con la bienaventuranza del principio de Rama. Pero no es Shri Rama solo el que está involucrado en este proceso. Sita es también una personalidad épica. “Rama” es otro nombre para Sita. El Ramayana es así una epopeya conjunta de Rama y Sita o Sita-Rama Ramayanam.
Difícilmente veamos parejas casadas en las que el esposo y la esposa sean idénticos en sus rasgos físicos, cualidades, comportamiento, pensamientos y capacidad. Pero, en el caso de Rama y Sita, la similitud era completa en todos los aspectos. No había diferencia alguna en las cualidades u otros rasgos. La verdad de todo ello se comprueba por lo que experimentó Hanuman. Una vez, Hanuman miró a Sita cuando ella estaba sola. Dudó de si Rama mismo había asumido una forma femenina. Al mirar a Sita, pensó que era Rama. Por eso Rama y Sita deben considerarse una sola identidad y no seres separados.
Papel de las tres ciudades en el Ramayana El significado interno de la historia de Sita-Rama se aclarará cuando conozcan el papel que cumplieron las tres ciudades en el Ramayana. En primer lugar, me referiré a Mithila. El emperador Janaka, su soberano, era un sabio que poseía el conocimiento de la identidad del ser individual con el Ser cósmico, un brahmajñani, y había renunciado a todo. Como el agua sobre una hoja de loto, estaba completamente desapegado, no se preocupaba en absoluto por las cosas mundanas. Sin hijos propios, crió con mucho amor a una niña abandonada, Sita. En su reino tenía dos entidades poderosas:
el arco de Shiva y Sita. Una vez, jugando, Sita levantó el gigantesco arco de Shiva con asombrosa facilidad. Debido a esta hazaña, Janaka quiso que Sita fuera dada en matrimonio únicamente al que pudiera manejar el arco de Shiva y merecer la mano de Sita. Una vez decidido esto, invitó a los príncipes para el svayamvara de Sita, en el que la novia misma selecciona un marido. Rama llegó y levantó el arco de Shiva tan fácilmente como lo había hecho Sita. Janaka se dio cuenta de que Rama y Sita formaban una pareja ideal en cuanto a belleza, carácter y fortaleza.
Sita no era una mujer común. Ella era la encarnación de la suprema ilusión divina, Mahamaya. Rama tomó a Mahamaya por esposa.
Sita, por su parte, buscaba la unidad con el principio del Atma representado por Rama. El matrimonio de Rama y Sita simboliza la asociación del Atma y de Maya. Y es en esta forma combinada de Atma y Maya que Rama entró en Ayodhya.
Ayodhya significa “invencible”. Su soberano era Dasharatha.
Dasharatha quiere decir “aquel que ha hecho de sus diez órganos de los sentidos (los cinco órganos de acción y los cinco de percepción) su carruaje. Alegóricamente, esto significa que representa al cuerpo con sus diez órganos. Estos órganos de los sentidos están relacionados con las tres modalidades (gunas) de la materia: sattva (serenidad), rajas (pasión) y tamas (pasividad). Dasharatha tenía tres esposas: Kaushalya, Sumitra y Kaikeyi, las cuales simbolizan estos tres gunas.
Los cuatro hijos de Dasharatha representan los cuatro Vedas Cuando uno está influenciado por los gunas, se desarrollan deseos.
Los cuatro hijos de Dasharatha eran la personificación de sus deseos. Rama, Lakshmana, Bharata y Shatrughna simbolizan los cuatro Vedas: Rig, Yajur, Sama y Atharva Vedas. En cierto modo, el Rig Veda figura en el Yajur y el Sama Vedas. Es la encarnación del dharma. El Yajur Veda incorpora mantras, fórmulas sagradas.
Lakshmana estaba continuamente ocupado en contemplar a Rama y se sumergió en el mantra de Rama. Bharata no podía soportar la separación de Rama y siempre moraba en el nombre y la forma de Rama. Era la incorporación del Sama Veda. Shatrughna había dominado todas las ciencias y usaba sus poderes para proteger a sus hermanos. Era diestro en el uso de toda clase de armas. Así que los cuatro Vedas, tomando la forma de los cuatro hermanos, retozaban en el palacio de Dasharatha.
Significado simbólico de los personajes del Ramayana Poco tiempo después de su entrada en Ayodhya, en compañía de Sita como Maya, Rama tuvo que entrar en la jungla de la vida. Estas penurias van junto con las que se asocian con Maya.
Como resultado, tuvo que emprender la búsqueda de Sita. En el camino, se encontró con Sugriva. Sugriva y Vali –los hermanos– representan las cualidades de discriminación (viveka) y de los celos (dhiratva). Rama hizo causa común con Sugriva para vencer a Vali. Obtuvo la amistad de Anjaneya (Hanuman), quien simboliza la intrepidez. Con la ayuda de Sugriva y Hanuman, Rama cruzó el océano del engaño (moha) para entrar en Lanka. De nuevo se encontró con los tres gunas: sattva, rajas y tamas (las cualidades de serenidad, pasión y pasividad) en Lanka, en las formas de Vibhishana, Ravana y Kumbhakarna. Venció a Ravana y a Kumbhakarna (los gunas rajas y tamas) y coronó a Vibhishana (sattva).
Recuperó a Sita, quien ahora asumió la forma de la sabiduría nacida de la experiencia (anubhavajñana), y entró de nuevo en Ayodhya con ella.
La epopeya del Ramayana transmite estos importantes mensajes cuando se entiende de manera apropiada el significado simbólico de los personajes y los hechos que relata. Aquí podemos notar los aspectos únicos de Lanka. Su soberano era Ravana.
Aunque contaba con todos los poderes, estaba perpetuamente inmerso en la pasión por las mujeres (moha). Tenía el apelativo de Dashagriva, que significa “el de las diez cabezas”. En Ayodhya, el soberano era Dasharatha, y en Lanka, Dashagriva.
Dasharatha tenía los diez órganos de los sentidos como su carro.
Ravana disfrutaba de los diez sentidos. No importa la erudición, la riqueza o la fuerza que uno pueda tener; si no tiene control sobre sus sentidos, desciende a las profundidades de la degradación.
Si no puede controlar sus sentidos, la persona podrá conquistar los tres mundos, pero será esclavo de sus impulsos. Los rasgos negativos de Ravana eran compartidos por toda la gente de Lanka. Así como es el soberano, así son los súbditos, dice el adagio. Si el gobernante se entrega a los placeres de los sentidos,
los súbditos hacen lo mismo. Lanka estaba así sumergida en los placeres de la carne. La gente no era consciente de las virtudes humanas, mucho menos de las cualidades divinas. Los placeres de la carne eran su única preocupación, aunque, al mismo tiempo, llevaban a cabo rituales, como las ofrendas (yagas) y los ritos sacrificiales (yajñas).
La naturaleza demoníaca se transforma en divina Al presenciar la grandiosidad y belleza de Lanka, con sus grandes mansiones y bellos jardines, y ver los fuegos sacrificiales que ardían en los hogares, Hanuman primero se preguntó si el gobernante de tal paraíso sobre la tierra podía haber cometido el horrendo crimen de raptar a Sita. Luego, se dio cuenta de que Lanka es como el fruto de la higuera: muy atractivo por fuera, pero lleno de gusanos por dentro. A pesar de su belleza y grandiosidad externas, Lanka contenía fuerzas de maldad y perversidad. Cuando tal morada de maldad se covierte en un reino de rectitud con la coronación de Vibhishana, se llega al punto culminante de la historia del Ramayana.
Lo bueno existe en medio del mal y viceversa El tema épico del Ramayana es la transformación de la naturaleza demoníaca en divina. Durante la guerra en Lanka, una flecha lanzada por Lakshmana alcanzó a un niño cargado en los brazos de su madre. Lakshmana notó que la madre, en vez de ocuparse del niño muerto, huía para salvarse. Le dijo a Rama que esa falta de afecto materno revelaba la naturaleza demoníaca de la mujer. Rama le aconsejó tener paciencia y le dijo a Lakshmana que el corazón de la mujer había sido purificado por haber visto a Rama, que ella había abandonado todos los deseos y los apegos. Le pidió a Lakshmana que la llamara y averiguara si ella estaba huyendo por su propia seguridad o por razones más elevadas. Un mono fue enviado a buscarla. Cuando se lo preguntó, la mujer dijo: “Ramachandra, no es que no sienta amor por mi hijo. Desgraciadamente, por el mandato del destino, ha muerto, mientras que yo he sobrevivido.
Deseo vivir de manera que, después de derrotar a Ravana, cuando Rama se lleve a los rakshasas a Ayodhya, pueda servir a Rama y regalar mi vista en Él. Algún día Rama bendecirá al pueblo de Lanka y lo llevará a Ayodhya. Entonces podré prestar servicios en el palacio de Rama. Me mantengo viva con esta esperanza”.
La moraleja de este episodio es que hay algo bueno en medio de lo malo, y algo malo, en medio de lo bueno. De la misma manera, la pureza prevalece entre la impudicia, y la impureza existe en medio de la pureza. De ahí que la respuesta a la pregunta ¿dónde se puede encontrar al Señor? es: “De la intranquilidad surge la paz; de la paz resulta la iluminación; esta iluminación revela la suprema refulgencia de lo Divino; y en esa refulgencia está la Divinidad”. Así es que la paz (shanti) existe dentro de la intranquilidad (ashanti).
Se dice que si una persona carece de paz no puede ser feliz. Esto no es totalmente correcto. En lugar de lamentarse por el estado de intranquilidad, debe esforzarse por lograr la paz verdadera con valor y fe. Esta es la diferencia entre el optimista y el pesimista.
Al ver un vaso de agua medio lleno, el pesimista dice: “el vaso está medio vacío”. El optimista afirma: “está medio lleno”. El pesimista ve solo la espina en el tallo de la rosa, mientras que el optimista disfruta de la belleza de la flor. Todos deben desarrollar una manera esperanzada y optimista de ver las cosas. La esperanza no debe centrarse en cosas mundanas, sino en la autorrealización.
Hasta en el reino rakshasa de Lanka había buscadores del Atma.
En Ayodhya todas las personas parecían ser virtuosas y piadosas devotas de Dios. Pero aun en esa sagrada tierra había hombres mezquinos dispuestos a lanzar calumnias contra la Divinidad misma y a encontrar fallas en las cosas de Dios. Fueron las despectivas observaciones de un lavandero contra Sita y Rama las que condujeron al destierro de esta a la selva.
Tres personas eran conscientes del principio de Rama Había tres personas conscientes del principio de Rama. Eran Hanuman, Sumitra y Vishvamitra. Hanuman no era una persona común, sino una figura poderosa y de mente elevada, provista de gran conocimiento y sabiduría. Era bien consciente de la divinidad de Rama. Kaushalya, a pesar de su serena naturaleza sátvica, no era tan consciente del poder divino de Rama como Sumitra. Kaushalya derramó copiosas lágrimas al enterarse del exilio de Rama en la selva. Sumitra, por el contrario, le ordenó a su hijo Lakshmana que acompañara a Rama diciéndole: “Dondequiera que esté Rama, ahí es Ayodhya; donde Rama no esté, esa es la verdadera jungla.
Rama es en verdad el Señor Narayana mismo. Ve y sirve a Rama y a Sita con mis bendiciones”. Sumitra le explicó a Lakshmana las circunstancias de su nacimiento y que él era una parte de Rama.
El Ramayana es una guía sobre las relaciones humanas Entre los cuatro hermanos existía un amor y una consideración ilimitados y mutuos. Cuando Rama fue a la selva y llegó a Chitrakuta, Bharata se dirigió hacia allí para rogarle que regresara a Ayodhya y reinara como el heredero legítimo del trono. Rama se rehusó a regresar diciendo que Bharata debía gobernar Ayodhya de acuerdo con la promesa hecha por Dasharatha. La discusión entre los dos fue finalmente resuelta por el sabio Vasishta, quien le dijo a Bharata: “No le causes ningún dolor a Rama, que es la Divinidad misma y ha venido aquí para proteger a los buenos y sostener el dharma”. Bharata entonces pidió que le dieran las sandalias de Rama y aceptó gobernar el reino en nombre de Rama hasta su regreso a Ayodhya.
Una serie de episodios del Ramayana demuestra cuán profundo era el amor entre los cuatro hermanos y cuán devotos de Rama eran los hermanos menores. Ese amor fraternal es un ejemplo para el mundo en todos los tiempos.
El Ramayana es una guía sobre las relaciones ideales entre madre e hijo, esposo y esposa, varios hermanos, gobernante y pueblo, amo y sirvientes, y muchas otras relaciones humanas. Rama demostró compasión por el águila Jatayu, que estaba al borde de la muerte por haber luchado con Ravana cuando este se estaba llevando a Sita a Lanka, y le dio refugio a Vibhishana, aun en contra de los temores expresados por Lakshmana. Estos son ejemplos de la suprema benevolencia y magnanimidad de Rama hacia cualquiera que lo reverenciara o que buscara su protección. Rama declaró a Lakshmana: “Quienquiera que venga a mí con un espíritu de rendición, quienquiera que sea, es mío y yo soy suyo. Le daré asilo. Este es mi voto”. Rama era un hombre con una sola palabra, una sola esposa y una sola flecha.
Los devotos deben instalar a Rama en sus corazones y celebrar el Aniversario de Rama (Ramanavami) para alcanzar la bienaventuranza átmica. Al leer la epopeya del Ramayana deben alcanzar el estado de Unidad con el Espíritu universal, el Atma-rama. En tal estado ya no queda ningún sentido de ego (ahamkara).
Discurso pronunciado en el Mandir de Prashanti el 7 de abril de 1987.
Al término del camino y al alcanzar la meta, el peregrino descubre que ha viajado sólo de sí mismo a sí mismo, que el camino fue largo y solitario, pero que el Dios que lo condujo estuvo todo el tiempo en él, alrededor de él, con él, al lado de él.
–Baba