Discursos dados por Sai Baba
{SB 19} (30 discursos 1986)
06. 04/04/86 Los Métodos de lo Divino
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 19 cap. 6 )
Los Métodos de lo Divino
4 de Abril de 1986
Los métodos que el Señor utiliza para otorgar alivio a los devotos afligidos o en problemas, son infinitamente variados y a menudo desconcertantes.
En una ocasión, los Pandavas, durante su exilio del reino, se habían extraviado en la selva de Romarishi. Romarishi era un sabio cuyo cuerpo estaba cubierto de pelo tan largo que se extendía como una alfombra a la selva circundante. Había un árbol sagrado en esa selva, que producía una fruta muy especial. Esta fruta tenía una cualidad y era que una vez probada, ya uno no tenía hambre por años y años. Pero esa fruta no debía ser arrancada; debía ser comida después de que cayera por sí misma. Así, esperando que cayera la fruta, Romarishi hacía sus austeridades (tapas), allí.
Un día, encontrándose Dharmaraja y Draupadi paseando por la selva, Draupadi, vio ese árbol particular y la deliciosa fruta colgada de él, y le dijo a su esposo: “Tomemos esa fruta para que todos nosotros la compartamos hoy”. Entonces Dharmaraja disparó una flecha y la fruta cayó al suelo. Sosteniendo su arco en su mano derecha, trató de levantar la fruta con su mano izquierda. Era tan pesada que no podía moverla. Draupadi también intentó ayudarlo.
Dharmaraja usó ambas manos, pero la fruta seguía sin moverse.
Mientras tanto, Arjuna también se acercó y los tres —Arjuna, Dharmaraja y Draupadi— procuraron levantar esa fruta, pero no pudieron. Los dos hermanos menores también llegaron allí e intentaron levantar la fruta, pero no importaba lo mucho que se esforzaron.
Todo fue inútil; no se movió. Finalmente, vino el hombre fuerte, Bhima. Él le pidió a los demás que se apartaran, diciendo: “Yo la levantaré”. Pero ni siquiera Bhima tuvo éxito.
Tanto alboroto hizo que el pelo de Romarishi —que se había extendido por toda esta área— empezara a moverse. Con estas seis personas desplazándose por allí y tratando de levantar la fruta, Romarishi sintió la perturbación, ya que mechas de su pelo estaban siendo pisadas y tironeadas. Se dio cuenta de que alguien estaba tratando de robar la fruta y se enojó muchísimo.
Inmediatamente, sus largos pelos empezaron a reunirse y a enredarse alrededor de los Pandavas y a amarrarlos.
Draupadi advirtió el peligro e inmediatamente le oró al Señor Krishna. Draupadi llamaba a Krishna siempre que sentía algún problema.
Krishna se apareció ante ella. Draupadi cayó a Sus pies y le oró para que protegiera a los Pandavas del peligro que los acechaba.
Krishna le dijo a Draupadi que Él no podía hacer nada, puesto que Romarishi era un gran sabio. Como el Señor, Él residía en el corazón de todos los rishis, incluyendo a Romarishi; ¿cómo podía entonces hacer algo en contra de los deseos de ese rishi? Pero Draupadi seguía aferrada a Sus pies y dijo: “Sólo Tú puedes salvarnos.
¡Tú puedes hacer cualquier cosa que quieras, en todos los tres mundos!”. Entonces, Krishna dijo: “Está bien, yo los ayudaré, pero todos ustedes deben estar totalmente silenciosos, ni una palabra; deben hacer exactamente lo que les voy a decir. No tengan duda ni vacilación, hagan exactamente lo que les indique”.
Draupadi prometió que obedecerían sus órdenes. Krishna fue a cada uno de los Pandavas y le susurró Su plan al oído. Él les dijo:
“Ahora iré al ashram de Romarishi; más tarde, deben seguirme allí”.
Mientras tanto, Romarishi seguía furioso. Estaba a punto de maldecir a los ladrones. En ese mismo momento, Krishna entró en el ashram. Romarishi cayó postrado a los pies de Krishna, muy feliz de verlo, y le preguntó: “¿Qué puedo hacer por ti, oh Señor?”.
Krishna mantuvo a Romarishi ocupado, haciéndole preguntas al azar, hasta que llegaran los Pandavas.
Tan pronto como los seis entraron en el ashram, Krishna cayó a los pies de los Pandavas. Los Pandavas se sintieron muy apenados, pero recordando la orden de Krishna, no dijeron nada.
Romarishi, viendo a Krishna caer a los pies de los visitantes, también cayó a sus pies. Entonces, Krishna introdujo a los Pandavas con el rishi.
Al ir escuchando las palabras de Krishna alabando la grandeza de los Pandavas, Romarishi olvidó totalmente su cólera. Cuando Krishna explicó que ellos eran las personas que habían sido tentadas por la fruta que él estaba esperando, Romarishi estaba tan transformado que dijo: “Deja que se lleven la fruta. Yo quiero que ellos la tengan”.
Al comer ellos la fruta, los Pandavas pudieron vivir mucho tiempo sin sentir hambre.
En otra ocasión, poco tiempo después de la batalla de Kurukshetra, Krishna usó los buenos oficios del sabio Durvasa para mantener escondidos a los hermanos Pandavas a quienes Ashvatthama había jurado exterminar antes del amanecer del día siguiente. Krishna se acercó al sabio, que era conocido por su mal genio así como por su apego a la verdad. Le contó el peligro que confrontaban los Pandavas y le pidió que los mantuviera escondidos en un sótano o hueco debajo de su asiento. El sabio le dijo a Krishna que él sería incapaz de decir una falsedad si Ashvattama venía a él inquiriendo dónde se encontraban los Pandavas. Krishna sugirió que el sabio podía decir la verdad en un tono que impidiera que Ashvatthama le siguiera preguntando.
La estrategia fue sumamente exitosa. Cuando Ashvatthama, después de una búsqueda infructuosa de los Pandavas, acudió al sabio Durvasa y le exigió que le revelara su paradero, el sabio exclamó con aspereza: “¿Los Pandavas? ¡Están debajo de mí!”. El grito sacudió tanto a Ashvatthama que no se atrevió a proseguir, no fuera que el sabio se enojara y lo maldijese. ¡Y los Pandavas “debajo de él” fueron salvados! Charla informal con devotos en Trayee Brindavan, el 4-4-1986.