Discursos dados por Sai Baba
{SB 04} (52 discursos 1964)
06. 03/02/64 Kaashi y Badhri
3 de Febrero de 1964
Prashanti Nilayam
La vida es sólo relativamente real; hasta la muerte, al menos, parece ser real. Para la procesión nupcial, el padre de la novia manda construir la réplica de un elefante, perfecta hasta en el menor detalle. Ese modelo es tomado por un elefante real por todos los que lo ven, y mientras están admirando la maravillosa obra de arte y discutiendo si está o no viva, ésta explota en mil lindas estrellitas y culebrillas de luz que brillan en el cielo, pues, lleno de fuegos artificiales, al encenderse estalla con gran estrépito y derroche de luz y color. ¡El hombre es como ese elefante, verdadero hasta la explosión!
El hombre debe realizarse antes de la explosión. Los fuegos artificiales son el deseo, el odio, el engaño, la lujuria, la envidia, etcétera, que ahora llenan este animal artificial (el cuerpo), útil solamente para el espectáculo. El hombre se salva de la calamidad por medio del Vedanta. El Vedanta hace al hombre un héroe; es como el rugido del león, le da valor y arrojo, no se queja ni aúlla ni grita; ahuyenta a la cobardía, le inspira la más alta confianza en sí mismo. Es la armadura más potente contra las flechas del destino, actúa como un impermeable contra la tempestad de los placeres sensuales, es una cortina que mantiene afuera a los mosquitos de la preocupación que, de otro modo, le robarían el sueño. Con un corazón saturado de Vedanta, ustedes serán como las rocas en la orilla del río, que no son afectadas por las olas de la tentación. El Vedanta plantea un reto a su espíritu de aventura, a su propia realidad. Súbanse al tren de la práctica espiritual ahora; estación tras estación llegarán a la términal, que es el conocimiento de ustedes mismos y de todo. Vayan a Penukonda, compren un boleto para Bangalore y siéntense en el tren. No se bajen a medio camino, cuando alguna estación los atraiga. Las estaciones son el karma, la oración, etcétera. Tienen que pasar por ellas, pero recuerden que no son el fin, sino los medios. La meta es la realización, el autoconocimiento.
El hombre está ahora poseído por el fantasma del engaño, está hablando un idioma que le es impropio, se comporta como un animal que se mueve en zig-zag, subiendo y resbalando. He venido para exorcizar a ese fantasma; es parte de mi trabajo. Este engaño de que el hombre que está poseído es realmente inteligente ha causado gran daño. Por ejemplo, los pandits se pasan buena parte del tiempo arguyendo que Rama es superior a Krishna o que Krishna es superior a Rama, cuando en verdad cada uno revela una faceta de la Divinidad. La comparación misma menoscaba la integridad del que así argumenta. Si tuviera alguna veneración ni siquiera intentaría hacer una estimación intelectual, trataría de obtener una experiencia intuitiva, como hizo Ramakrishna Paramahamsa; entonces se daría cuenta de que uno es tan dulce como el otro. Thyagaraja lo descubrió porque era un místico, alguien que experimentaba en vez de argüir sobre los méritos. Él cantaba que Rama está compuesto de dos sonidos: Ra, tomado de Narayana, y Ma, tomado de Namashivaya; que Rama es la armonización del culto a Vishnú y a Shiva, o vishnuísmo y shivaísmo. La armonía es la prueba de cualquier concepción religiosa; si genera odio, división u orgullo, es definitivamente malvada. Manténganse alejados de esto si tienen interés en sus propias prácticas espirituales.
No me atrae el saber ni la erudición, que no llevan a ninguna parte sino al egoísmo y al orgullo; me atrae solamente la devoción. Tráiganme cualquier problema que tengan; yo los aceptaré y les daré bienaventuranza. Cuando amo a mis devotos, amo también sus faltas, aunque algunos aquí se burlan de las locuras y debilidades peculiares de las personas que vienen de las distintas regiones y las desprecian. Me complace el amor que los trae aquí desde largas distancias y pasando grandes dificultades, que los hace felices a pesar de la falta de las comodidades a las que están acostumbrados, que los hace soportar la vida bajo los árboles o en los galpones.
Yo sé que no van al viejo mandir del pueblo, pues, como dicen, de allí no pueden verme cuando voy de un lado del edificio al otro. Ya tengo tres horas aquí y ustedes han estado disfrutando de verme (dharshan) todo este tiempo; sin embargo, tan pronto como subo a mi habitación, se apresuran a ir al Nilayam para obtener otro darshan cuando salgo a la terraza. ¿Qué mayor señal de devoción se necesita que estas ansias de darshan?
Pero este amor solo no es suficiente. En realidad no significa mucho. Lo que se necesita es la regulación de ese amor en la forma de virtud y servicio. Si logran esto, nadie será igual a ustedes en esta edad. Como la semilla, así es el retoño; como el maestro, así es el discípulo; como el alimento, así es el eructo. Aquí el renunciamiento y el amor forman la atmósfera y el silencio es la disciplina. No critiquen a los demás; mejor critíquense a ustedes mismos. Tengan el nombre del Señor en su lengua, la forma del Señor ante sus ojos. Si se disciplinan así, el lugar donde se paren se volverá como Kaashi (*), la casa que habitan se volverá Badhri (*). Hagan que todas sus actividades sean destinadas para la purificación de sus corazones. Cuenten con mis bendiciones para esta empresa.
(*) Lugares santos.