Discursos dados por Sai Baba
{SB 14} (47 de 60 discursos 1978 a 80)
05. 09/06/78 Dulce devoción
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 10 cap. 28 )
Dulce devoción
9 de Junio de 1978
LA RIBERA DEL RÍO Yamuna: calma… encanto… inspiración… emoción. La fresca brisa trae al oído los suaves y dulces compases de la divina música de la flauta de Krishna. Radha bajó de la alta duna de arena hacia el borde del agua, con una gran vasija sobre su cadera. Se detuvo a medio camino, al oír su nombre llevado por el viento desde donde Krishna estaba: «Radha, Radha». Con los ojos muy abiertos miró todo a su alrededor. No se veía a nadie en ninguna parte. Y no había ninguna casa o ermita. Krishna siempre fue así.
Radha perdió el sentido y cayó, con la vasija todavía en su brazo. Repentinamente volvió a la realidad. «No hay ningún lugar donde tú no estés», dijo en su corazón, dirigiéndose a Krishna. «El llamado seguramente vino de ti, nadie más podría ser tan suave y dulce, tan sincero y convincente. Pero déjame pedirte sólo un favor. Tú hiciste que todos desempeñáramos nuestros papeles; los cumplimos de la mejor manera que pudimos. Nos animaste a reír y a llorar y disfrutaste de ambos al máximo. He aguantado bastante. Por favor, por favor, déjame regresar adonde pertenezco. Yo misma me involucré en el deseo y en la desilusión, en ira y esperanza, ansiedad y aspiración. Me alimenté con emociones sensuales; melodioso sonido, suave tacto, sabor de ambrosía, visión encantadora y fragancia desconcertante. Tuve en mis tobillos el tintineo de la ilusión. Me he encontrado con el aplauso y la mofa del mundo. Cuando canté, el engaño marcó el compás acompañándome. Lo tamásico (inercia) y lo rajásico (pasión) me alentaron a bailar con su melodía. Ahora mis miembros se caen. Estoy harta de toda esta situación. Haz que termine la obra. Por favor, por favor, acepta mi plegaria».
Pero Krishna no estuvo de acuerdo. Se acercó más y más. El Señor es un límpido espejo donde el corazón puro se ve claramente reflejado. Radha era su imagen, la encarnación de su embeleso. Radha era el Ahladini shakti de Krishna, por lo que los dos eran inseparables, indivisibles. Es por eso que Krishna dijo: «Radha, Radha», al hacer su aparición en la ribera del Yamuna.
Radha continuó: «Ésta es mi mejor oportunidad para poner la joya de mi devoción a tus pies. Todavía está sin pulir. Por mucho tiempo fui llevada equivocadamente a creer que el mundo sólo es dulce, pero también es amargo. He sufrido bastante. Como bien sabes, soy Prakriti dhara, llamada Radha. Así que tengo que cargar con los tres gunas. Como Prakriti es femenina, yo también soy forzosamente femenina».
Prakriti es femenina, y así, su representante, Radha, también es mujer, stri. La palabra sánscrita stri tiene tres consonantes: sa, ta y ra. Estas consonantes significara los tres gunas: sa significa safvaguna, ta significa tamoguna y ra significa rajoguna. Las mujeres tienen una gran porción de satvaguna (pureza). Por naturaleza son serviciales, tiernas, compasivas, humildes y confiadas. Después, también tienen una buena cantidad de tamoguna (inercia). Son tímidas, retraídas y no muy emprendedoras. Es bueno que las mujeres sean así. La naturaleza las ha dotado con sólo una pequeña cantidad de rajoguna (pasión). Por supuesto, ésta es sólo una generalidad; pueden haber excepciones en las que predomine el rajoguna y el tamoguna disminuya. El rajoguna hace a las mujeres agresivamente audaces, aventureras y deseosas de liberarse de cualquier control. El día que sea aceptado el rajoguna como el rasgo distintivo de las mujeres, marcará el comienzo del fin de la femineidad.
El hombre sólo tiene un hogar, pero la mujer tiene dos hogares que cuidar: el hogar donde nació y creció, y el hogar que formó con su esposo. Cuando rompe todas las reglas y corre sin freno hacia la libertad, pone en peligro su reputación y el buen nombre de sus familias, el de sus padres y el de sus suegros. La cultura y las tradiciones espirituales hindúes siempre le han dado a la mujer un lugar elevado, ya que en ella descansaba la fortaleza de toda la estructura social. Ella es la compañera y la guía de su esposo, la primera maestra de sus hijos, un ejemplo para sus actitudes sociales, un modelo para su forma de hablar y un guardián de su salud y felicidad mental. A la esposa se le llama «la mitad del cuerpo» del esposo. Hay muchos templos donde Dios es adorado como mitad mujer y mitad hombre (la mitad derecha es masculina y la mitad izquierda, femenina). Se sostiene que el honor y la gloria de un país están en manos de la mujer.
Siempre que se lleva a cabo un rito religioso, o que se propicia a los dioses o diosas mediante algún ritual, la esposa debe sentarse al lado del esposo, pues de otra manera, el rito no es efectivo. Ésta es la elevada posición que se le da a la mujer casada en las escrituras religiosas de la India. Ninguna caridad puede ser válida hasta que la esposa dé su consentimiento, santificando el regalo en el momento de darlo. Por supuesto, ella no tiene ninguna autoridad para llevar a cabo estos ritos por sí misma, y por eso es llamada «sin poderes». El poder implicado aquí es «poder espiritual sobre los ritos». Desgraciadamente, el uso de esta frase se ha vuelto tan común que las mujeres mismas han llegado a creer que ellas son fundamentalmente débiles e impotentes en todos los campos. Éste es un gran error; las meres no son débiles, lo único que se les ha negado es la autorización de llevar a cabo rituales. Cuando Rama decidió llevar a cabo el sacrificio de Aswameda, se presentó la objeción de que Sita estaba en el bosque en el exilio y que sin su esposa no tenía derecho a llevar a cabo el ritual. Algunos sabios pensaron que una estatua de oro de la esposa ausente podía ser colocada al lado del principal oficiante, y es por eso que se hizo una estatua de oro con la forma de Sita y fue colocada al lado de Rama antes de que comenzara la ofrenda. «Sin poder» no significa carencia de fortaleza física o mental. La esposa puede verdaderamente hacer del hogar de su esposo un templo, una escuela, una sala de concejo o una ermita.
Radha vivió la vida de una mujer ideal de acuerdo con las normas establecidas por el Sanathana Dharma (la Sabiduría Eterna), y mantuvo fijos sus pensamientos todo el tiempo sobre el Señor, en una actitud de incansable devoción pura, y así se aseguró la bienaventuranza de fundirse en Él. Éste es el tipo de devoción que en las Escrituras se conoce como «dulce devoción».
Hay seis corrientes de devoción, todas fluyendo hacia el Señor, y que son características de los seis diferentes tipos de actitudes espirituales. Son la devoción ecuánime, indagadora, servicial, maternal, apegada y dulce. Esta última es la más elevada de las seis, ya que da la máxima bienaventuranza. La leche se cuaja y se bate, y la mantequilla se produce y se clarifica para convertirla en ghi. Ghi es el fin, es lo último. De igual manera, «dulce devoción» es la última palabra en lo que se refiere a la experiencia de fundirse en el Señor. La jornada termina y los pies se detienen cuando se alcanza la meta: Cuando se logra esta experiencia no hay ningún otro lugar adónde ir, no hay más que hacer. En la «dulce devoción» se experimenta la totalidad de Dios, su aspecto íntegro, su aspecto de amor.
En la «ecuánime devoción», el aspirante practica la ecuanimidad y considera que todo lo que le sucede es un don de la gracia de Dios. Por lo tanto, no se ve afectado por el éxito o el fracaso; siempre está agradecido por lo que Dios le concede. En la «indagadora devoción», el aspirante toma a Dios como su consejero constante, su confidente, compañero y amigo. Siente la presencia constante del Señor y siempre está consciente de Él. En la «servicial devoción», el aspirante siente que es el sirviente, el instrumento del Señor, y se deleita en el papel que Dios le da en el escenario de la vida. En la «maternal devoción», el aspirante ama al Señor como la madre ama a su hijo; con t
ernura, ansiedad, compasión, cuidado, etcétera. En la «apegada devoción», el aspirante está profundamente apegado a la manifestación del Señor, a todas las emanaciones de la Divinidad, y está altamente complacido cuando tiene una oportunidad de servirles.
Como la característica esencial del hombre es la cualidad del amor, sólo tiene que nutrirlo y cuidarlo para que pueda amar al Señor al máximo, es decir, amar a la creación del Señor tanto como al Señor mismo. Entonces, el árbol de la vida dará la fruta de la «dulce devoción». La fruta tendrá la cáscara amarga del «yo» y de «lo mío», que tiene que ser eliminada. Ciertos atributos y deseos egoístas pueden continuar como «semillas» que, también, tienen que ser quitadas antes de que la dulce pulpa del amor sea ofrecida al Señor. Cuando Radha dijo que ella tenía la vestidura del deseo y la ira, quiso decir que no era afectada por ellos. Cuando dijo que llevaba puestos como una guirnalda alrededor del cuello, los cinco elementos con los que se habían puesto en contacto los cinco sentidos en cinco formas diferentes vista, olfato, gusto, tacto y oído , ella quiso decir que no estaba contaminada por el contacto con ellos. Naturalmente, el Señor sabía que ella estaba totalmente dedicada a la Divinidad, que la de ella era «dulce devoción», que su amor no tenía mancha. Por eso le concedió a Radha la consumación final de la devoción.
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