Discursos dados por Sai Baba
{SB 10} (19 de 39 discursos 1970)
02. 14/01/70 Revoluciones, resoluciones
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 37 ) Revoluciones, resoluciones 14 de Enero de 1970 Prashanti Nilayam Conferencia Nacional India LOS QUE ELABORAN los calendarios calculan los años y declaran que este día es Día de Año Nuevo y que éste es el año 5078 después del comienzo de la Era de Kali. Pero el periodo de tiempo debe calcularse en proporción al trabajo logrado más bien que en la rotación de nuestra Tierra alrededor del Sol. Para cada individuo hay un día de año nuevo, un día que marca la terminación de su revolución alrededor del sol, es decir, el despertar de la refulgente inteligencia, capaz de conferirle discernimiento y desapego. Buscadores ardientes han rastreado la clave de todo conocimiento, la única cosa que si es conocida permite conocer todo lo demás, o sea, lo Divino que está latente en cada átomo del universo; lo han descrito como algo que está más allá de las palabras, más allá del alcance de la imaginación y comprensión humanas. Es mejor, han admitido ellos mismos, que lo Divino sea descrito en forma humana para que el hombre pueda comprenderlo fácilmente, acercarse a él y derivar bienaventuranza de esa contemplación. El hombre puede concebir sólo cualidades humanas y logros humanos, aunque puede multiplicarlos al máximo y permitir que la cantidad resultante llene y rebase su corazón. En otros países y otras comunidades humanas hay una sola fe, un camino, un objeto de adoración, una forma de adoración, que se ha enraizado y dado frutos. Esta fe puede ser nativa o importada, pero la gente ha aprendido a asimilarla y son alérgicos a otros credos. En la India, por el contrario, desde edades remotas hay muchas fes y muchos caminos, que reflejan todos los impulsos que llevan al hombre hacia adentro y hacia arriba. Por lo tanto, hay múltiples alternativas de las cuales el hombre puede escoger una que se ajuste a su etapa de desarrollo espiritual y, con sus pies firmes en ese escalón, puede elevarse a mayores alturas. La cultura de la India es como el océano, que recibe todas las aguas de todos los ríos, de todas las tierras, de todas las nubes que pasan por todos los continentes. El océano, la fuente y la meta de todos los ríos, es el lecho sobre el cual descansa Vishnú. Es por esto que Vishnú es el dios que simboliza el aspecto universal del principio divino, en el cosmos así como más allá. El ritmo correcto o la rectitud, es el aliento mismo de Vishnú, pues sostiene las estrellas, estabiliza la sociedad, asegura el progreso. Vishnú es aquel aspecto de la Trinidad que se ocupa del sostenimiento, promoción, estabilización y fortalecimiento. Así, Vishnú tiene que encarnar a menudo a fin de salvar y rescatar al mundo. Debe restablecer lo correcto, la rectitud, para que el mundo pueda navegar seguro y llegar al puerto de la liberación, para que el mundo pueda ser transformado en un prashanti nilayam (una morada de la paz). La India tiene a los Himalayas como su escudo, su armadura, su corona. La cordillera es el signo de la majestad, de la calma, del fresco regocijo, del llamado a las alturas que el hombre debe escalar. Desde los Himalayas han fluido sobre la tierra los ríos Ganges, Yamuna y Sarasvati, la trinidad de 1) la búsqueda espiritual (el Ganges), 2) la purificación mental (el Yamuna) y 3) la claridad intelectual (el Sarasvati). El Ganges nunca se seca; es puro, pleno, capaz de destruir todas la bacterias que traen las enfermedades. La cultura india estará viva y activa mientras el Ganges fluya por la tierra; nunca podrá secarse. Calmará la sed de generaciones y conferirá el don de la inmortalidad a aquellos que la anhelan. Dicha cultura ha establecido muchas limitaciones sobre la conducta, muchos canales por medio de los cuales las pasiones deben ser dirigidas, las emociones desviadas, los impulsos controlados. Éstos sirven para acrecentar la personalidad y liberarla del dominio de los sentidos. Regulan el alimento, el sueño, el recreo, el vestido, la conversación y la compañía que uno debe buscar. Se ramifican en cada aspecto de la vida, en cada etapa del vivir y en cada grupo de la sociedad humana. El propósito es ampliar, ensanchar y profundizar la hermandad hasta que su amor llegue a los últimos límites de la creación. Sólo cuando el principio de cohesión y comunidad que reina y reside en el universo es sentido y descrito como humano, puede el hombre beneficiarse de él y esforzarse por alcanzarlo. Krishna es la humanización de este Eterno Universal. Cuando lo visualizamos entre sus compañeros pastores, compartiendo su desayuno con ellos, riendo y bromeando, haciéndoles travesuras y derramando alegría a su alrededor, sentimos el dolor del parentesco que finalmente nos eleva al más allá. Siempre que esta camaradería es evidente, allí tenemos una chispa de amor divino. Siempre que tal emoción sea evidente, allí hemos dado un paso más allá de las fronteras de nuestra individualidad. Un paso cada vez, correcto y firme; ésa es la manera como se debe progresar en este peregrinaje. Arjuna oró para que Krishna se hiciera evidente ante él como amigo y compañero más bien que como el Inmanente Director, el Transcendental Soberano, la Sustancia Innata de todo lo que es, fue y será. Él anhelaba la alegría de! parentesco más que la bienaventuranza de la fusión. Concebir a lo Divino como el núcleo y la cubierta de cada átomo y planeta, de cada grano de polvo y cada sistema de nebulosas, así como de uno mismo, es un ejercicio que sobrecoge la individualidad, y por eso Ramakrishna Paramahamsa y otros han rogado por tener el papel de adorador antes que por la abolición de los roles. Se sientan delante de la estatua y ofrecen alabanza junto con el incienso de la adoración, pero no tratan de captar el significado de lo Divino que ven en la estatua. Inquieran en la voluntad de Dios, descubran los mandatos de Dios, adivinen lo que más le complace y regulen su vida en consecuencia. ¡Que éste sea su propósito de Año Nuevo! No se dejen atrapar en los atractivos enredos de la naturaleza externa; no endurezcan su corazón por la codicia y el odio, ablándenlo con amor, límpienlo con hábitos de vida y pensamientos puros. úsenlo como el santuario en el cual instalan a su Dios. Sean felices de tener dentro de sí la fuente de poder, sabiduría y alegría. Declaren que son inconquistables y libres, que no pueden ser tentados o amedrentados para cometer el mal. Mientras persista en ustedes una traza de conciencia de «yo soy el cuerpo», ustedes mismos deben buscar a Dios; deben acercarse al espejo, el espejo no irá a ustedes para mostrarles cómo son realmente. Derriben las puertas gemelas de la lujuria y la ira, remuevan el candado de la codicia y entonces podrán entrar a los sagrados recintos de la liberación. La codicia es el monstruoso mal que arrastra al hombre hacia abajo. Cuando Ravana se estaba muriendo, Rama ordenó a su hermano, Lakshmana, que fuera y aprendiera de él los secretos del buen gobierno. Ravana le enseñó que el rey deseoso de ganarse la gloria debe suprimir la codicia tan pronto como ésta levante la cabeza y recibir las más pequeñas oportunidades de hacer el bien a otros, sin la más mínima dilación. ¡Él había aprendido la lección a través de una amarga experiencia! La codicia surge del apego a los sentidos y de complacerlos. Pónganlos en su lugar; son ventanas de conocimiento, no canales de contaminación. Prashanti Nilayam 14 I 70 |