Discursos dados por Sai Baba
{SB 13} (39 discursos 1975 a 1977)
13. 02/05/75 El error fundamental
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 09 cap. 46 )
El error fundamental
2 de Mayo de 1975
«Dharmakshetra», Bombay
PUEDEN TENER VACAS DE distintas clases y razas, de diferentes colores y portes, pero la leche que producen es de la misma composición en todas ellas. Pueden obtener oro de diferentes lugares y contratar a diferentes orfebres para que les confeccionen diversos ornamentos, mas la materia básica no pierde su valor por estos procesos: sigue siendo oro. Los seres vivos pertenecen a especies muy diversas y diferentes, pero la chispa de vida, el individuo que hay en ellos, es el mismo Dios que representa la meta de cada oración, en cualquier idioma o dialecto que se diga. Pueden ver a personas hincadas, postradas, con las palmas unidas o los brazos extendidos, en iglesias, templos o mezquitas, pero todas ellas estarán pidiendo ayuda, socorro, fuerza, sabiduría, seguridad o felicidad a esa inagotable reserva de felicidad, sabiduría y poder que es Dios. No obstante, en su mezquindad, la gente no reconoce esta verdad fundamental, sino que se precia de su propia santidad y menosprecia a los demás tachándolos de equivocados. Carecen de paz mental y tampoco les permiten a otros vivir en paz. Ésta es la estupidez de los fanáticos.
Ignorando la unidad de todo el género humano en el Alma, el hombre se recrea en luchas y facciones. Clasifica a algunos de los que lo rodean como amigos y a otros como enemigos. Crea dualidad en donde básicamente hay sólo unidad. No son sino sus propios gustos y aversiones, sus prejuicios y pasiones que, al reflejarse, crean todas las reacciones de amor y de odio. Cabría llamar a esto el eco del propio sectarismo y antagonismo. La amistad y la enemistad surgen del corazón de ustedes, no son rasgos con los que otras personas hayan nacido, sino únicamente etiquetas que ustedes les imponen. La misma persona podrá ser amiga íntima de un hombre y acérrima enemiga de otro, y ambas debido a un acto o una palabra suya.
Es mejor que no desarrollen demasiado apego hacia otros, hasta quedar atados a ellos ya sea con los lazos de seda de la amistad o los férreos grilletes del odio. No obstante, si me lo preguntaran, resulta más beneficioso el cultivar enemigos. Kabir declaró muchas veces que era bueno y servia más tener un enemigo siempre ansioso por criticarlo a uno por sus faltas, que un amigo que cerrara los ojos ante ellas. El enemigo se deleitará insultándolos y, como consta en los Puranas, como consecuencia estará haciendo disminuir (y borrando de su deuda) los deméritos que de otro modo deberían vivir sufriendo. Mientras más frecuentes y ofensivos sean sus insultos, más pronto mejorarán sus perspectivas. El enemigo absorbe los pecados de ustedes y sus efectos.
Además, puesto que siempre estarán conscientes del enemigo y de sus tácticas, se mantendrán alertas para no darle nin9una oportunidad de que los señale con un dedo acusador. El se constituirá en su censor, su corrector y en su conciencia. Sientan agradecimiento por quien hable mal de ustedes, porque es seguro que les está prestando un inmenso servicio al examinar cada acto suyo a la luz de la moralidad, la verdad y la rectitud.
No obstante, el mejor camino para el aspirante espiritual es trascender todas las dualidades y reconocer la unicidad del Alma más allá de todas las diversidades de la naturaleza. Confundir al Uno con los muchos representa el error fundamental que ha llevado al hombre hacia el dolor y el sufrimiento. Ve la multiplicidad, se dedica a varias actividades, es llevado a diferentes direcciones, es desviado y se ve afligido. No tiene tiempo para meditar en la única verdad básica. Es confundido por las caleidoscópicas transformaciones. Es sacudido entre el odio y el amor, entre los apegos y las antipatías. Recientemente, cuando visité el área de Delhi, se me acercaron algunas personas para quejarse de que, por el hecho de no asistir al menos al sesenta por ciento de las sesiones de bhajans y las reuniones de comité, sus nombres iban a ser borrados de las listas de miembros. Les pregunté: «¿Y por qué no pudieron asistir al menos a ese porcentaje de reuniones?» Se sorprenderán ante la respuesta que me dieron: «¡Swami! ¡No tenemos tiempo ni para morir!» ¡Ésta es la difícil situación que ha llevado a la gente a la ignorancia básica respecto del Uno que aparece como los muchos!
El hombre no profundiza en el significado de todo lo que sucede a su alrededor. Sidartha, quien llegó a ser Buda, sentía ese impulso por conocer e inquirir. La mayoría de la gente vive vidas superficiales. Son como maderos lanzados de aquí para allá por las olas del finar: insensibles, opacos, tamásicos. La prisa los hace fracasar; el fracaso aumenta sus preocupaciones. No les queda tiempo para sentarse a meditar sobre la realidad de su propia existencia, su propio conocimiento y su propia alegría. Si lo hicieran, podrían tomar contacto con la fuente de toda existencia, todo conocimiento y toda dicha. No dan ni siquiera el primer paso hacia la indagación en si mismos. ¿Cómo podrían, por tanto, derivar satisfacción frente a su grandeza, su indestructibilidad, su infinito poder y sabiduría?
Está dentro del poder de ustedes el hacer que sus días en la tierra sean un camino de flores o uno de espinas. Reconozcan al Sai residente en cada corazón y todo se allanará, será suavidad y dulzura para ustedes. Sai será la fuente de amor en sus corazones y en los de todos aquellos con los que entren en contacto. Sepan que Sai es Omnipresente y, de este modo, está presente en cada cosa viviente y en ustedes mismos. Adoren a todos como adoran a Sai. Permítanle al prójimo tanta libertad como la que anhelarían para ustedes mismos; actúen con él en la misma forma en que desearían que se actuara con ustedes. Ésta es la esencia de la práctica espiritual.
Un individuo va por un camino balanceando feliz su bastón. Se siente muy feliz consigo mismo y con sus circunstancias. Tiene todo el derecho de caminar así, pero habrá de recordar que también los demás que van por el camino tienen derecho a balancear sus respectivos bastones. De modo que tendrá que controlar el suyo para no molestar ni lastimar a los otros transeúntes. La libertad de cada uno se encuentra restringida por la libertad que tienen que concederles a los otros miembros de la sociedad en la que viven y prosperan. De hecho, si no existiera «otra persona», no tendrían deberes en absoluto. El deber surge tan sólo cuando existe otra persona con quien han de vincularse. En lo que respecta a la otra persona, tienen un deber y ella tendrá la responsabilidad de velar por ser digna de ese deber que ustedes se sienten obligados a cumplir con ella. Es necesario que el otro merezca el deber; y ustedes deben llevarlo a cabo con eficiencia, sinceridad y amor. Esto se vuelve fácil cuando sienten que su deber forma parte de su adoración, la cual ofrecen al Sai en la otra persona. El deber de ustedes es hacia su propio ser, el Sai que es su verdadero núcleo. Serían falsos con Sai si se demoraran en cumplir con su deber, o si lo cumplieran con torpeza o desgano. El nivel que tengan en la vida, la posición de autoridad, la cuenta bancaria, el parentesco con otros, el papel de padre, hijo, marido o mujer, dueño o servidor, profesor o alumno, cada uno tendrá su propia senda correcta a cumplir, tanto en deberes como en responsabilidades. Guíense por ellos, estén siempre conscientes de ellos. La cultura bharatiya ha enfatizado este aspecto en cada escritura y en cada epopeya.
Comiencen su práctica espiritual, ofrendándole la alegría del individuo a Dios. ¡Por supuesto que Dios no necesita de la ofrenda de alegría que le haga el individuo! ¡Tampoco las aguas del lago necesitan que haya peces nadando en ellas; su alegría no se reduce por su ausencia! Pero los peces sí necesitan del agua. ¡No se dejen llevar por la creencia de que Dios sentirá un vacío si no hay adoradores ni devotos! No obstante
, la persona con devoción en el corazón, con sed por la verdad en el cerebro, con ansia de entrega en su mente, ciertamente se sentirla perdida si no hubiera un Dios al que pudiera acercarse y a quien adorar.
La fe en Dios ha de transformarse en acción. Cumplir fielmente con todos los deberes y responsabilidades es un acto de adoración. Será peligroso que determinado trabajo no sea llevado a cabo por la persona adecuada en el momento preciso. Deben mostrarse siempre dispuestos a cumplir con sus deberes de la mejor manera posible. Con esta actitud y este sentido de responsabilidad, mantengan su autorrespeto. También deben estar atentos respecto del honor y la reputación de sus familias y antepasados.
En una aldea habla un lavandero que pertenecía a una familia que desde hacía generaciones se había ocupado del lavado de las ropas de todos los allí residentes. Se trataba de una profesión hereditaria. Todos, los ricos y los pobres, los encumbrados y tos humildes, le entregaban sus ropas para que se las lavara y planchara. El hombre tenia dos asnos con los que llevaba la ropa sucia hasta el río para lavarla y luego por las calles de la aldea hasta las viviendas de sus clientes. También tenia un perro para que cuidara de la ropa que tendía a secar a lo largo de la ribera. Un día, le tocó al lavandero lavar un gran número de saris y dhotis (prendas masculinas y femeninas) de seda, debido a un matrimonio que se celebraría en la casa del hombre más rico de la aldea, y los llevó luego a su propia casa, guardándolos en un ordenado montón, ya lavados y bien planchados. Se hizo de noche y los asnos y el perro dormitaban en el patio. En su apuro por terminar con todo su trabajo, el lavandero había olvidado alimentar a su perro, y el animal estaba hambriento y enojado. Fue así que cuando en la oscuridad de la noche entró un ladrón hacia la habitación donde se guardaban las ropas de seda, se mantuvo quieto. Pero los asnos, viendo que el amo iba a ser robado delante de sus narices, comenzaron a rebuznar, haciendo un tremendo ruido. El lavandero despertó con el barullo y salió de su casa furioso, porque los asnos le habían interrumpido el sueño. ¡Tomó una vara y los azotó impiadosamente! Ellos sufrieron porque habían tomado sobre sí un deber que no les correspondía: no era su swadharma (el dharma que corresponde a cada uno).
La humildad, la tolerancia y la sinceridad constituyen las virtudes primordiales de los genuinos hijos e hijas de Bharat. Es deber de ustedes cultivarlas y hacer de Bombay, que es el estómago de Bharat, una ciudad saludable y limpia. Sólo entonces podrá sentirse feliz Bharat. Éste es el motivo por el cual se han levantado aquí en Bombay, antes que en ninguna otra ciudad, tanto el «Dharmakshetra»como el «Dharma Stupa».
«Dharmakshetra», Bombay
11 V 75