Discursos dados por Sai Baba
{SB 30} (33 discursos 1997)
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 30 cap. 12 )
El amor de la madre y la gracia Divina
6 de Mayo de 1997
¡Encarnaciones del Amor!, no hay en el mundo cualidad más noble que el amor. Es sabiduría. Es rectitud. Es riqueza. Es Verdad. Todo está saturado de amor. Todo en el cosmos surge del amor, crece por el amor y se funde en el amor.
Cada ser humano nace del vientre de la madre. Se nutre del amor de la madre y disfruta de muchas cosas en la vida y de toda la felicidad gracias a la madre. Por lo tanto, no hay divinidad más elevada que la madre. Sin embargo, esta divinidad se relaciona solo con el cuerpo.
El hombre tiene que reconocer la verdad de que el alimento que nutre su cuerpo proviene del sol. El sol hace que los cultivos crezcan.
Por lo tanto, sin el sol el hombre no podría obtener el alimento necesario para vivir. El término Sathyam (Verdad) está formado por tres sílabas que representan la vida, el alimento y el sol. De esto se desprende que el hombre es inherentemente una encarnación de la verdad. Como tal, debería llevar una vida basada en la verdad. Desafortunadamente, hoy el hombre lleva una vida divor93 ciada de la verdad. En consecuencia, se convierte en víctima de innumerables dificultades. No tiene paz. Se halla siempre atormentado por muchas aflicciones.
El hombre ha de reconocer el significado del Amor y la Verdad, que son fundamentales para la existencia humana. La madre representa estas dos cualidades básicas.
Amen a la madre y veneren al padre Rama alcanzó la divinidad porque era el hijo de Kausalya. Lava y Kusa se convirtieron en muchachos heroicos debido a su gran madre, Sita Devi. Son los nobles pensamientos de la madre los que hacen a los hijos grandes. Una madre puede equivocarse en otros aspectos, pero siempre se esforzará por el bienestar de sus hijos.
Por lo tanto, el deber primario de cada hijo es amar a la madre.
Después, debería amar al padre y venerar al preceptor. La madre confiere el cuerpo. El padre lo protege. El preceptor imparte conocimiento y sabiduría. Los tres son esenciales para que cada ser humano prospere en el mundo.
Muchos grandes hombres han emprendido hazañas nobles después de obtener la bendición de sus madres. Por ejemplo, antes de ir a la batalla contra el demonio Tarakasura, Sanat Kumara obtuvo las bendiciones de su madre, Gowri. Asimismo, Parasurama recibió las bendiciones de su madre antes de ir a luchar contra sus enemigos. Del mismo modo, Vinata bendijo a su hijo Garuda. Cada madre bendice a su hijo de un modo similar diciendo: “Que Sri Rama te proteja siempre” (“Sri Rama Raksha”).
Gracias a las bendiciones de madres nobles y esposas de grandes sabios, muchos hombres llegaron a de realizar hazañas heroicas.
Shankaracharya enseñó que los hijos que no obtenían las bendiciones de sus madres sufrían diversas vicisitudes en la vida.
Los que sí las recibían, a menudo se liberaban del renacimiento.
Muchos hombres de almas elevadas han alabado la grandeza y el poder de las madres. Es el principal deber de los hijos obtener las bendiciones de sus madres para su bienestar en el mundo.
Sin embargo, desde el punto de vista espiritual, la obligación del hombre es distinta, según el Vedanta. Aquí, solo hay lugar en el corazón para el amor a Dios. El afecto por la madre y la veneración por el padre son necesarios. Sin embargo, los padres y el preceptor son transitorios. Hasta los amigos son temporales. Sólo Dios es permanente y siempre fiel, y sólo Dios debería tener el lugar permanente en el corazón.
Utilicen el cuerpo como un instrumento divino El cuerpo humano adquiere su carácter sagrado por ser la morada de lo Divino. El Gita se refiere al cuerpo como Kshetra (campo sagrado) y al Divino Morador Interno, como Kshetrajna.
Debido a que es sagrado, el cuerpo debe ser utilizado correctamente como un instrumento de lo Divino.
El hombre tiene que desarrollar fe en Dios. Sin esa fe, la vida carecerá de sentido. El hombre no puede tener felicidad o satisfacción en la vida sin la gracia de Dios. Hoy los hombres están demasiado inmersos en asuntos mundanos. El resultado es que no tienen paz mental. Solo podrán obtener paz de la suprema encarnación de la paz: Dios. Él es la morada del amor infinito y la paz perdurable. Debería obtenerse el amor de Dios cantando el nombre del Señor. Deberían estar agradecidos a sus madres por otorgarles un cuerpo que les permite cantar el nombre del Señor. El siguiente episodio ilustra la grandeza del nombre del Señor.
Una vez, la madre de Hanuman, Anjana, fue a ver a Kausalya porque su hijo era un gran devoto de Rama. Kausalya no conocía a Anjana, de modo que le preguntó quién era con tono dulce.
Anjana estaba orgullosa de su valeroso hijo. Respondió: “¡Madre! ¿No has oído hablar de mí? Hanuman es mi hijo. Él cruzó el océano de un salto. ¿Cómo es que no has oído hablar de alguien que realizó una hazaña tan grande? ¿Viviendo en este palacio no supiste acerca de mi hijo?”. Kausalya respondió con tono conciliador:
“¡Querida madre! Ahora sé que Hanuman es realmente un gran héroe”.
Mientras ambas conversaban de este modo, llegó la madre del sabio Agastya. Kausalya le preguntó amablemente quién era. Ella respondió: “Soy la madre de Agastya. ¿No sabes que mi hijo bebió de un trago el océano sobre el cual Hanuman meramente saltó?
¿No sabes que soy la madre de un santo tan piadoso?
Entonces, Kausalya, dirigiéndose a ambas damas, dijo: “El nombre de mi hijo fue el que permitió que sus hijos lograran proezas como saltar sobre el océano y beberlo de un trago. Debido a que recordaron Su nombre, pudieron realizar estas hazañas maravillosas”.
Para entonces, Rama había llegado a la escena. Se sentía aprensivo con respecto a un desacuerdo entre las tres damas.
Rama carecía totalmente de orgullo y egoísmo. Era puro de corazón y estaba libre de egoísmo. Le dijo a su madre: “Madre, no fue debido a Mi nombre que Hanuman y Agastya realizaron sus grandes proezas.
Este cuerpo Mío recibió el nombre de Rama. La grandeza del nombre Rama permitió a Hanuman saltar sobre el océano y a Agastya beberlo de un trago. El poder del nombre es la causa de sus logros”.
Por eso, el poder del nombre del Señor es incalculable. No importa lo grande que pueda ser una madre; si el hijo no tiene la gracia del Señor, no podrá lograr nada grandioso. Por esta razón, las madres siempre le oran al Señor para que derrame Su gracia sobre los hijos.
El intenso anhelo de Adi Shankara por la Madre Divina He aquí otro relato que ilustra la vida de Adi Shankara. Él había nacido en Kaladi, Kerala. Cuando tenía seis años, su madre, Aryamba, se dirigió a él diciéndole: “Hijo, tu padre fue una persona muy piadosa y solía adorar a Dios según los rituales prescritos. Tú debes seguir su ejemplo. Eres muy afortunado. Yo siempre estoy dedicada a Dios. Habiendo nacido como mi hijo, debes conducirte de tal modo que obtengas gran fama y me traigas una buena reputación.
Actúa de acuerdo con el ejemplo de tu padre. La madre es la que hace al hijo noble y grande. El hijo es quien trae gloria a la madre. Por lo tanto, recuerda esto y actúa de acuerdo con los preceptos de tu padre”.
El padre de Shankara había adorado regularmente a Devi Rajarajeshvari durante muchos años. Solía ofrecerle leche cada día a la diosa. Una vez, cuando Shankara tenía apenas cuatro años, el padre tuvo que salir de su hogar para visitar un pueblo vecino. Todos los días, después de terminar su puja y ofrecer leche a la diosa, él solía distribuir la leche restante entre su esposa, su hijo y otros como prasadam. Le dijo al niño: “Hijo, tu madre no puede realizar la adoración que yo llevo a cabo. Será mejor que la hagas tú hoy”.
Después de la partida del padre, el niño siguió sus instrucciones.
Llenó un vaso con leche, lo colocó ante la imagen de la diosa Raja-rajeshvari y oró así: “¡Madre! Acepta esta ofrenda de leche”.
Continuó orándole a la diosa. Cuando descubrió que la leche permanecía intacta, sintió una gran angustia y exclamó: “¡Oh, Madre! ¿Qué crimen he cometido? Cuando mi padre ofrecía la leche, tú solías tomarla. ¿Por qué no la tomas cuando yo te la ofrezco?”.
Estaba profundamente apenado. Se preguntó si no habría cometido algún desliz. Se desesperó y declaró en agonía: “¡Madre! Si no tomas la leche pondré fin a mi vida. Habré deshonrado a mi padre.
También seré culpable de no cumplir la orden de mi madre. Si no puedo complacer a mis padres, ¿de qué sirve que yo viva?”.
Aprecien a la madre y traten de obtener la Gracia de Dios Él le oró intensamente a la Diosa con gran angustia. Conmovida por las cándidas súplicas del niño, Raja-rajeshvari se apareció ante él y le dijo: “¡Niño! Sé feliz. Tu devoción me complace inmensamente.
Beberé la leche”. Diciendo esto, bebió toda la leche que había en el vaso. El niño se horrorizó al ver el vaso completamente vacío.
“¡Oh, Madre!”, exclamó. “Si Tú bebes todo el vaso, ¿qué queda para distribuir como prasadam? Mi madre pensará que yo he bebido toda la leche. Tengo que darle prasadam a ella. Mi padre solía dar parte de la leche como prasadam a otros también. Por eso, por favor, devuelve parte de la leche al vaso.” ¿Cómo puede devolverse la leche una vez consumida? ¿Puede hacerse regresar el río que se ha unido al océano? ¿Puede hacerse regresar una manzana que ha sido digerida? La diosa le dijo al niño que era imposible devolver la leche que había sido consumida y desapareció.
El niño sintió nuevamente una angustia profunda. Se dijo: “Mi madre pensará mal de mí”. Oró de este modo: “¡Madre! Por favor, devuelve al menos una pequeña cantidad de leche”. Respondiendo a las plegarias del niño, la diosa sacó leche de su pecho y se la dio al niño. Fue el sagrado poder de la leche lo que permitió a Shankara, años más tarde, dominar todas las escrituras y obtener fama perdurable como un gran maestro espiritual, venerado por todos. El conocimiento de todos los Vedas le llegó sin esfuerzo, debido a la gracia de la Divina Madre y al amor y las bendiciones de su propia madre. Cuando uno es bendecido con amor y gracia (Prema y Anugraha), se transforma de humano en Divino.
Por lo tanto, cada persona, ya sea hombre o mujer, debería respetar a los padres, instalar a lo Divino en el corazón y orarle a Dios constantemente. Es el deber de cada uno traer buena fama a los padres. Si los hijos son buenos, dan buena fama a sus padres.
Debido a la conducta noble de Lava y Kusa, su madre, Sita, obtuvo renombre. Cuando Lava y Kusa se trabaron en una lucha con Rama, Lava apuntó una flecha a Rama orando para que la flecha dejara inconsciente a Rama si su madre, Janaki, era una mujer supremamente noble (Sadhvi). Rama quedó inconsciente cuando la flecha lo alcanzó. ¡El mero pensamiento sobre su madre le proporcionó semejante poder a su flecha! Esto muestra que, cuando aprecian a su madre y tratan de obtener la gracia de Dios, las bendiciones de la madre se vuelven más poderosas.
La realización de Dios es el logro supremo En el mundo actual tales madres son raras. Muchas madres se preocupan por el futuro de sus hijos, si estos siguen la senda recta. Ellas temen que los hijos no tengan éxito en la vida.
Antiguamente, las madres pensaban en forma diferente. Eran inmensamente felices si veían que sus hijos sentían devoción por Dios. Las hacía dichosas pensar: “Mi hijo será un buen hombre.
Obtendrá buena fama”.
Incluso ahora, en esta sagrada tierra de Bharat, los padres deberían hacer el máximo esfuerzo por criar correctamente a sus hijos. Los hijos también deben venerar a sus padres, quienes les otorgaron la existencia física. Sin embargo, deben tomar conciencia de lo que le deben a Dios, que es la base de toda vida.
Reconociendo esta doble obligación a las madres y a lo Divino, ellos deberían redimir sus vidas viviendo provechosamente. Hay cosas incluso más grandes que la vida misma. El logro supremo es la realización de Dios. Es el summum bonum de la vida humana.
Esta fue la lección que Aryamba le enseñó a Shankara. Le aseguró:
“Cuando hayas obtenido la gracia de Devi, ¿qué podrá faltarte en la vida? Le traerás fama al país entero”.
Sin embargo, ganar buena fama no lo es todo. Shankara vivió en un estado de bienaventuranza perpetua. En el corto lapso de 32 años, logró cosas increíbles, todo debido a la gracia de Devi.
Deseo que todos los jóvenes desarrollen fe en Dios y lleven vidas dignas.
Discurso pronunciado en Kodaikanal el 6 de mayo de 1997.
Ustedes usan anteojos coloreados y ven todo a través de estos anteojos. Corrijan su visión y el mundo se corregirá. Refórmense a sí mismos y entonces el mundo se reformará. Ustedes ven muchos porque buscan los muchos, no el Uno.
Baba