Discursos dados por Sai Baba
{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)
04. 05/04/81 El proceso de purificación
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 16 )
El proceso de purificación
5 de Abril de 1981
Limpia de impurezas la mente, cultiva en ella pensamientos puros y santos: entonces, con visión sabia, podrás mirar recto y luminoso al mundo. Sin la flor, ningún fruto puede dar el árbol, ni la fruta puede madurar en dulzura sin la gracia que lo hizo brotar. Sólo el trabajo disciplinado puede convertirse en devoción; y sólo ésta llega a transformarse en sabiduría profunda.
¡Encarnaciones del Amor Divino!: Como esencia de este Universo del cual nos es posible hablar y describirlo, existe el Ser Supremo, de quien no podemos hablar y que está fuera de cualquier descripción. Tanto lo cognoscible como lo incognoscible emanaron de la misma Conciencia única indivisible. Ambos son plenos y son una totalidad en sí mismos. La conciencia individual es la manifestación de la Conciencia Cósmica. Cuando la envoltura material se desprende, se funde en su fuente de origen. Los Vedas declaran: «Aquello es pleno; esto es pleno. De lo pleno surge lo pleno. Cuando a lo pleno se le resta lo pleno, sigue siendo pleno». De esta manera, el cosmos, el mundo y el individuo son encarnaciones de lo pleno. Nada puede ser fraccionario o incompleto.
El símbolo de lo pleno es Om, el Pranava. Los Vedas proclaman: «El sonido único indestructible, Om, es Brahman, el Absoluto Universal». En todas partes, lo móvil y lo inmóvil sólo están parafraseando al Om, desarrollando su naturaleza, demostrando sus potencialidades. El pasado que ya se fue, el presente que está aquí y el futuro que se acerca son sus tres características. Los tres gunas o cualidades y la etapa que los trasciende también son Om. El Pranava es el nombre y Paramatma es lo nombrado. Los dos no están separados. «Todo esto es en verdad Brahman (Paramatma).» Pero esta percepción de la inmanencia de lo universal puede presentarse al hombre sólo cuando la conciencia del yo es olvidada; cuando el yo desaparece, adquiere la aptitud de conocer al no yo. Para ahondaren el principio representado por el Pranava (Om), se han fijado cuatro pasos en la disciplina (sadhana). ¡Uno quizá dude acerca de cómo el eterno, único, integral Om puede ser entendido por etapas! Sin embargo, los pasos están dirigidos a ayudar en la identificación del principio.
La vigilia, el sueño, el sueño profundo y el «cuarto» son los pasos. Se les conoce como jagrat, swapna, sushupti y turiya, según los Shastras. Jagrat significa «estar despierto», «agudeza mental exterior» o «visión dirigida hacia afuera». La conciencia es densa mientras se encuentra en esta etapa. Swapna es la etapa en la que las vivencias on¡ricas y las impresiones que chocan contra la conciencia son reflejos e imágenes de la verdad. En sushupti, sueño profundo, el individuo está inconsciente en absoluto; sólo es un testigo que después, al despertar, reconoce que ha dormido bien. La conciencia no es consciente de s¡ misma. Es prajña o conocimiento puro, inafectado. No tiene relación alguna con el mundo objetivo o los sentidos, externos e internos. Es pura conciencia de Brahman, Prajñanam Brahman. La última etapa es turiya, en la cual la conciencia se da plena cuenta de sí misma. ¡No puede identificársele como tal por ningún medio! Podemos intentar delinearla un poco diciendo que es el silencio que prevalece después de un Om y antes de otro Om que le sigue.
Estas cuatro etapas del Pranava están asociadas con las deidades Vishnú, Brahma, Rudra y Paramatma. Vishnú significa «aquello que es omnipresente». El Universo visible está cubierto de belleza, y la belleza es Dios. Puesto que el Universo es el cuerpo de Dios, la persona suprema, a Vishnú se le describe también en las Escrituras como «Aquél que se deleita en la decoración». El Universo material está saturado de armonía, ley y simetría y es, por lo tanto, encantador y fascinante. Mediante su atracción, el mundo externo, el Universo, llama al hombre hacia diversos senderos y acciones. Los cinco elementos, los cinco sentidos, los cinco aires vitales y otros fenómenos enseñan al hombre diversas lecciones para que moldee su naturaleza, de manera que el mundo objetivo puede ser considerado su gurú. Vishnú es la deidad que sostiene y nutre, que moldea y domina; además, es el guardián del cosmos. Las Escrituras enseñan al hombre a santificar las horas de vigilia, pues ellas pertenecen a Vishnú y están cargadas del principio de Vishnú. Exhortan al hombre a evitar acciones malas, pensamientos impuros y todo tipo de errores y faltas.
Durante el sueño, podemos experimentar beatitud y bienaventuranza únicamente cuando nos ocupamos, mientras estamos despiertos, de actividades rectas, puras, desinteresadas. En los sueños vemos diversos objetos y personas, extraños mundos de rascacielos y castillos. ¿De dónde surgieron éstos? ¿Por conducto de quién se presentaron? La Conciencia Suprema es la base para la creación de esta variedad de apariciones oníricas. Brahma es la deidad que crea, así que la etapa de sueño es la fase creadora de la conciencia. Luego, el sueño profundo. En éste, las vivencias experimentadas durante las horas de vigilia o en los sueños no impactan en el hombre; todas ellas han quedado extinguidas. Rudra, la deidad con la que el cosmos finalmente se funde, es asociada, por tanto, a la fase sushupti. En seguida tenemos a turiya ola cuarta etapa, la de la conciencia del Alma. Cuando el muñeco de sal se deja caer en el mar, llega al fondo y se disuelve. Lo mismo le sucede al buscador del Alma. Se disuelve volviéndose uno con aquello que quería conocer. No puede regresar y describir la vivencia.
«La ‘a’ del Om es vishwa; la ‘u’, tejas; la ‘m’, prajña.» Ésta es otra interpretación de las Escrituras. Vishwa es la vigilia, tejas, el ensueño, prajña, la etapa de sueño profundo. El sadhana del Pranava (el ejercicio espiritual de meditación en el Om) es, por ende, muy importante para los buscadores. Los Vedas prescriben la repetición del Pranava mientras se está estudiando textos sagrados, recitando el nombre de la Divinidad, cumpliendo los deberes cotidianos y haciendo ofrendas.
El Pranava es la esencia del sustento, la encarnación de rasa (sabor, dulzura). De toda la creación, tanto móvil como inmóvil, la tierra es rasa; de la tierra, el agua es rasa; del agua, lo físico es rasa; de lo físico, la persona humana es rasa; de la persona humana, la palabra es rasa; de la palabra, el rik (himno escritura¡) es rasa; del rik, sama es rasa; del sama (Veda), Om es rasa. Estos ocho rasas la tierra, el agua, lo físico, la persona, la palabra, rik, sama y Om conducen al noveno: la bienaventuranza. Éstas son las nueve esencias, los nueve sustentadores. La bienaventuranza es la meta que el hombre está buscando; es el objetivo de su vida.
El hombre lucha de diversas maneras para lograr felicidad. La bienaventuranza es la cúspide de la felicidad, la encarnación de la alegría. Se le busca de tres maneras diferentes, según la cualidad innata del buscador: el sátvico, el rajásico y el tamásico.
El sendero sátvico es veneno en las primeras etapas y néctar al llegar a su culminación. Implica firme control y regulación de los sentidos de conocimiento y de acción. Esto será muy difícil de alcanzar, pero a medida que uno progresa en la práctica, la alegría aumenta y se logra la bienaventuranza. ¿Cómo puede alcanzarse una meta así sin sufrir penalidades? Las Escrituras dicen: «La felicidad no puede obtenerse mediante felicidad únicamente». La felicidad puede lograrse solamente mediante la aflicción. El placer es sólo un intervalo entre dos sufrimientos. Para alcanzar la felicidad sátvica, que es positiva y permanente, el hombre por fuerza tiene que soportar pruebas y tribulaciones, pérdida y dolor.
Respecto al segundo tipo, el rajásico, en las primeras etapas este sendero es nectarino; pero después cae en la aflicción, pues la felicidad se obtiene a través de los sentidos, de
los objetos del mundo externo. El placer pronto se revela como irreal, falso y agotador. Una vez empezado el proceso, éste se prolonga sin dar un respiro para descansar. El hombre se vuelve demasiado débil para luchar por alcanzar las metas de rectitud (dharma), prosperidad (arta), satisfacción de los deseos (kama) y liberación (moksha) que le han sido marcadas. Su intelecto, su capacidad imaginativa, su facultad intuitiva, todos quedan estropeados. El hombre puede incluso perder su calidad de humano, pues en la actualidad la ciega persecución del placer sensual objetivo ha dado como resultado esta calamidad. El hombre ha olvidado su verdadera Divinidad y ha entregado su vida entera a actividades profanas.
Finalmente tenemos el sendero tamásico. A la gente que prefiere esta forma de vida no le interesan los problemas del mundo; suele pasarse la vida durmiendo, obteniendo placer de la pereza y la oscuridad.
De estos tres senderos hacia la meta de la bienaventuranza el hombre tiene que seguir el camino sátvico, cualquiera que sea la penalidad, la pérdida, la desgracia, la ansiedad y el apuro. Tiene que alcanzar el conocimiento de la Divinidad, la vivencia de la deidad (Bhagavan) y establecerse en la bienaventuranza.
¿Cuál es el significado interno de la expresión Bhagavan? Los Vedas dicen: «Brahma ithi, Param Atma `ithi, Bhagavath ithi sabdyathe» (El principio de Bhagavan es el mismo que Brahman, el Alma Suprema). Bhagavan es lo supremo, lo completo. Bha significa «tener plena prosperidad». Ga quiere decir «merecedor de alabanza y adoración». En el Ramayana a Bhagavan se le describe en términos precisos. Él sostiene al Universo utilizando su poder creador como instrumento. Él crea y nutre lo creado. Así, Él es el que erige, el que gobierna y salva. Bha también denota luz, esplendor. Bhagavan es aquél que emite y esparce luz. Bhagavan es luz encarnada, fulgor. Puesto que puede iluminar e ilumina a todas las cosas y los seres en todas partes, en todo tiempo, Él es Bha ga van.
¿Cuándo necesitamos luz? No durante el día, sino de noche. Entonces requerimos una lámpara, una vela, la luna. Así también, en tanto que la sabiduría no nos ilumine, necesitamos disciplinas (sadhanas); en tanto no experimentemos al Uno divino unificado, tenemos que aceptar y practicar disciplinas, normas y sadhanas.
La ignorancia es la noche; el conocimiento es la luz. Hay nueve lámparas que pueden iluminar a la mente y librarla de la oscuridad: escucha, alabanza, recordación, veneración de los pies, adoración, adoración ceremonial, servicio, compañía y entrega.
Tenemos que moldearnos a fin de convertirnos en instrumentos adecuados para la peregrinación espiritual. Hay cuatro clases de personas: las que advierten sus defectos y las virtudes de los demás (las mejores), las que hacen resaltar sus virtudes y también las de otros (las medianas), las que prestan atención únicamente a sus virtudes y notan sólo los defectos de otros (las malas) y las que exhiben sus defectos como virtudes y las virtudes de los demás como defectos (las peores). Cada uno puede descubrir por sí mismo a cuál grupo pertenece. Sólo recuerden esto: cuando alguno anhela conocer al Todo, al Sagrado, al Amor, al Alma, a Bhagavan, ha de prepararse para formar parte del primero y el mejor de los grupos, al advertir sus defectos y observar sólo virtudes en los demás. Éste es el sadhana más deseable.
El hombre sufre actualmente porque está absorto en el mundo externo, sin ninguna disciplina o fe firme que corrija su visión. ¿Cómo pueden diez abluciones al día limpiar a una persona cuando su mente está manchada por pensamientos malos? ¿Qué pueden hacer la cabeza rapada y las ropas color ocre por fomentar la espiritualidad cuando la mente está siendo atormentada por deseos y carencias? Ustedes podrán hacer virar alrededor de su boca una bola de dulce, pero a menos que la pongan adentro y la coman, no abatirán el hambre. Así pues, alienten anhelos sinceros, limpien la mente, purifiquen los pensamientos y pongan en práctica los preceptos. En los Vedas, a este acto se le menciona como el sendero de la actividad (karma marga).
No hay fruto sin flor; no puede haber devoción sin karma. El fruto madura y se vuelve dulce. La devoción madura en sabiduría.
Así pues, primeramente tenemos que emprender una actividad santa con intenciones limpias. Una disciplina que en la actualidad se ejercita mucho es la meditación (dhyana); pero la meditación que se practica no está en consonancia con los principios de la cultura bharatiya. Si falta una mente purificada, será imposible que la meditación lleve a la fusión. ¿Podría construirse una casa sin ladrillos y cemento? Se dice que uno puede tener éxito en la meditación practicándola siempre que disponga de un poco de tiempo, y que puede dedicarse a esta disciplina cualesquiera sean los hábitos a que esté propenso, cualesquiera sean los sentimientos y pensamientos que residan en su mente, y cualquiera sea el sendero que siga; pero este consejo no es correcto. Si uno tuviera que permanecer tranquilo por algún tiempo sin ser distraído o perturbado por el temor o la ansiedad, bien podría recurrir a la bebida o consumir opio. La meditación ha de tener objetivos mucho más elevados y requisitos mucho más estrictos. De otra manera, la cultura de Bharat sufrirá gran daño. Por lo tanto, deben cultivarse primero finas virtudes; también deben tenerse buenos pensamientos. Uno debe mantener en alto la verdadera gloria del hombre.
Mucha gente viene perturbada a verme y rogarme: «¡Swami, no tengo paz; otórgame paz!» Pero la paz no puede obtenerse del mundo externo; es preciso buscarla en el corazón. Los deseas malos producen sufrimiento; los deseos buenos resultan en alegría. La eliminación del deseo asegura la paz. Cuando deseo tras deseo se multiplican en la mente, ¿cómo puede obtenerse paz? Después de los cantos devocionales y la meditación se repite tres veces shanti pidiendo paz física, material y espiritual, pero sólo la percepción de que el Alma es la realidad que está dentro de todo puede otorgar paz (shanti). Una sola semilla de mango se planta; el árbol produce millares de frutos, ¡y en cada fruto se encuentra la semilla! ¡La misma Alma está en todo ser! El Señor es la semilla que se manifestó como millares de semillas. «Soy Uno, Me volveré muchos», dijo el Señor. Cuando plantamos diferencias y distinciones debido a la ignorancia de este hecho, sufrimos temor y desaparece la paz. Cuando el hombre duda y no cree en su hermano el hombre, ¿cómo puede reinar la paz?
Hoy en día, la mente del hombre tiende al mal. Mathi se ha vuelto durmathi (mente mala). El año que empieza hoy domingo se llama Dumtathi, y la gente teme que el mal pueda aumentar. El año empieza el día del sol, que, según antiguos textos astrológicos, es el rey durante los doce meses siguientes. El sol es también el señor de la gente, el señor de las nubes de lluvia y el señor de las hierbas medicinales. Además, la luna es su ministro. Puesto que la luna carece de luz y energía propias, el rey y el ministro caminarán juntos amigablemente y, así, el año será feliz y próspero.
Pero, sea lo que fuere que la astrología afirme, ustedes pueden dirigir su mente (la luna) y su intelecto (el sol) por senderos de paz y prosperidad. Mediante el sadhana les será posible corregir sus faltas y moldear sus virtudes, asegurando así la paz en ustedes, en la sociedad y en su país. Oren diariamente por el bienestar de todos los mundos. Ése es mi mensaje para el año nuevo.
Prashanti Nilayam
5 IV 81