( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 30 cap. 3 )
Tengan fe firme en Dios
23 de Enero de 1997
Así como la luna, que ilumina la noche, el sol, que ilumina el día, y el Dharma, que ilumina los tres mundos, un buen hijo esparce luz sobre todo su linaje.
(Poema sánscrito) Este vasto mundo necesita luz para su existencia. Un hombre sabio es más poderoso que uno físicamente fuerte, así como un débil cornaca es capaz de controlar a un elefante. No basta con que la gente confíe solo en la fuerza física.
El hombre depende de cuatro fuentes de luz para disipar la oscuridad.
La luna disipa la oscuridad de la noche. Nadie ama la oscuridad con excepción de los ladrones, pero a las personas buenas y bienintencionadas no les agrada. Oscuridad también significa ignorancia.
Durante el día el sol es la fuente natural de luz. La vida humana sería imposible sin la luz solar. El sol es la causa de las lluvias, que permiten que los cultivos crezcan y sustenten la vida humana.
El sol también es fuente de salud y felicidad.
La Rectitud (Dharma) ilumina al mundo entero. La palabra Dharma significa aquello que “sostiene”. El Dharma enseña la relación correcta entre un hombre y otro, entre el hombre y la sociedad, y entre una sociedad y otra. El Dharma revela al hombre, a través de su corazón, qué es correcto y qué es incorrecto, qué es verdadero y qué es falso. El Dharma promueve el bienestar de la sociedad, protege a quien lo protege. El mundo no puede existir sin el Dharma.
Un buen hijo es aquel que da el ejemplo con su conducta y no tiene propósitos egoístas. Un buen hijo es aquel que venera y sirve a sus padres, honra a su preceptor, es humilde y respetuoso hacia los mayores y obtiene una buena reputación mediante su servicio a la sociedad. Como tales hijos se han vuelto poco comunes, el país se ve hoy acosado por la maldad y las costumbres nefastas.
Su principal deber es venerar a sus padres ¡Muchachos y muchachas!, su principal deber es venerar a sus padres. La madre les ha dado la vida. El padre los ha protegido.
Piensen que el preceptor es divino porque él les imparte conocimientos.
Si no veneran a los tres, todos sus otros logros en la vida carecerán de valor. La madre, el padre y el preceptor representan a la Divina Trinidad: Brahma, Vishnu y Maheshvara como creador, sustentador y extirpador de la ignorancia, respectivamente. Sin embargo, por encima de todos ellos se halla el único Dios, que reside en todos los seres. Desarrollen amor por Dios y, por esta razón, muestren reverencia por todos. Además, la fe en Dios les otorgará lo que nadie más puede darles.
A Markandeya se le asignó un tiempo de vida de solo dieciséis años. La madre lo cuidó durante esos dieciséis años con absoluta dedicación. El padre lo protegió de todos los peligros provenientes de cualquier dirección. El maestro se ocupó de su educación. Sin embargo, ninguno de ellos tenía control alguno sobre su tiempo de vida. El muchacho comprendió esta verdad. Por consiguiente, puso su confianza en Dios con respecto a su destino. Pocos días antes de completar su decimosexto año, se dirigió al templo de Shiva y oró: “¡Oh, Señor! Mis padres han protegido mi cuerpo. El maestro se ocupó de mi educación, pero solo Dios puede proteger mi vida.
Por eso, hazme uno contigo”. Colocando su cabeza sobre el Shivalingam y estrechando el lingam entre sus manos, exclamó:
“¡Ishvara! ¡Tú eres mi único refugio!”. Diciendo esto cerró los ojos.
Cómo protegió el Señor Shiva a Markandeya Cuando pasaron los dieciséis años, el Señor de la Muerte llegó y arrojó su lazo para llevarse la vida de Markandeya. El lazo no cayó solamente sobre Markandeya. El Shivalingam también quedó atrapado en él, porque Markandeya estaba abrazado al lingam.
Cuando el Señor de la Muerte comenzó a tirar del lazo, Shiva emergió del lingam. Le preguntó al Señor de la Muerte: “¿Cómo te atreves a echar tu lazo sobre alguien que se ha vuelto uno conmigo y a atraparme a Mí también en él?”. Shiva reprendió al Señor de la Muerte diciéndole que habría tenido derecho a llevarse la vida de Markandeya si este hubiera estado solo, pero no cuando se había vuelto uno con Él. “Nadie tiene derecho a tocar a una persona que se ha unido conmigo”, dijo Shiva.
Shiva reprendió a Yama y protegió a Markandeya con la inmortalidad.
Con la gracia de lo Divino, Markandeya obtuvo la bendición de todos: de sus padres y de su preceptor.
Los estudiantes no solo deberían venerar a sus padres y maestros, sino también esforzarse por obtener la gracia de Dios. Un joven estudiante que habló antes dijo que la verdad es el ornamento de la palabra. Los estudiantes siempre deberían decir la verdad.
Debe haber armonía entre pensamiento, palabra y acción.
¡Estudiantes!, además de sus estudios, deben tratar de obtener la gracia de Dios purificando sus corazones. Deben recordar el ejemplo de Rama, quien sacrificó su reino para mantener la palabra de su padre. Dasarata anhelaba que Rama le administrara agua en sus últimos momentos de vida. Lamentablemente, no lo obtuvo. Sin embargo, Rama llevó a cabo los últimos ritos para el águila Jatayu, cuando ella gritó “¡Rama! ¡Rama!” en sus momentos postreros. Jatayu recibió los oficios religiosos que ni siquiera Dasarata pudo obtener.
Para recibir la gracia de Dios, no hay distinción entre animal, ave o cualquier otra criatura. Dondequiera que haya devoción, puede experimentarse la presencia de Dios.
Abandonen todo sentido del “yo” y “lo mío” ¡Estudiantes!, deben desempeñarse bien y ganar una buena reputación incluso después de dejar el Instituto. Deben darle una buena fama al Instituto entre las personas que conozcan. Junto con los conocimientos académicos, desarrollen la buena conducta. En este mundo agitado, consideren a Dios su único protector y guía.
La verdadera devoción no consiste meramente en recitar el nombre de Rama, sino en prestar ayuda a la sociedad y ofrecer auxilio a los necesitados. Solo entonces serán merecedores de la gracia de Dios. Hanuman ejemplificó el ideal de obediencia absoluta a los mandatos de Dios. El verdadero devoto no debería dar lugar a la duda. Tiene que actuar con plena fe en Dios. Debe comprender que todo le pertenece a Dios y abandonar todo sentido del “yo” y “lo mío”.
Esta fue la lección que Rama le enseñó a Kaikeyi cuando ella trató de obtener Su perdón por todas las cosas malas que le había hecho.
Existe una diferencia básica entre la actitud de las Gopikas hacia Krishna y la de los Yadavas en Dvaraka. Las Gopikas expresaban:
“¡Krishna! Somos tuyas”. Los Yadavas sentían: “¡Krishna! Tú eres nuestro”. La actitud de estos últimos estaba basada en el sentido de posesión (Ahamkara). Esa fue la causa de su destrucción final.
Es preciso comprender que Dios está presente por igual en todos los seres. Shiva, haciéndose pasar por un intocable, le enseñó la unidad espiritual de todos los seres a Shankara cuando este le pidió al “intocable” que no se le acercara. Shankara se postró inmediatamente ante el intocable como un preceptor que le había enseñado la igualdad espiritual (Samatvam). Los cuerpos y los temperamentos pueden diferir de un individuo a otro, pero la Divinidad es una y la misma en todos.
¡Estudiantes!, piensen que la fe en Dios es su aliento de vida.
La fe los sostendrá en todo momento y en toda ocasión.
En una oportunidad, Ishvar Chandra Vidyasagar viajaba en tren en un compartimento con varios ingleses. Se sentó entre dos de ellos. Uno preguntó: “¿Quién es este burro?”. El otro inquirió:
“¿Quién es este cerdo?”. Ishvar Chandra respondió con tranquilidad:
“Soy un ser humano sentado entre un burro y un cerdo”. Los dos ingleses se avergonzaron de sí mismos. Y más vergüenza sintieron cuando vieron una gran multitud con guirnaldas que esperaba a Ishvar Chandra cuando este descendió del tren. Los ingleses comprendieron entonces que, a pesar de que los indios podían parecer simples, eran nobles y bondadosos por naturaleza.
¡Estudiantes!, deben mantener los modelos más elevados de la cultura bharatiya.
Discurso pronunciado en el salón de actos de la Escuela Primaria, el 23 de enero de 1997. |