( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 58 )
Transmuten cada minuto
24 de Septiembre de 1968
Prashanti Nilayam
EL CAMINO DE LA disciplina espiritual, el más beneficioso para el hombre, está establecido de una manera sencilla y suave en las grandes escrituras de la antigua India, que explican, por medio del ejemplo y el precepto, el principio divino inherente en el universo, e inspiran a la humanidad a que mire con temor reverencia¡ y admiración la obra de Dios y su inescrutable juego divino (lila). Impulsan al hombre a ir como un peregrino por el camino del sacrificio en la alegre compañía de los sabios para que, antes de que el cuerpo caiga, pueda ganar la visión de lo Eterno y la guarde como un tesoro en su corazón para siempre.
Las narraciones y descripciones que estos libros contienen purifican el icha shakti, el poder del deseo latente en el hombre, y santifican el kriya shakti, impulso de actuar, y, finalmente, vigorizan y clarifican el jñana shakti, el impulso de conocer. Mediante este proceso, el hombre logra chita sudhi, la purificación de la conciencia. Sólo en la conciencia así transformada puede el Alma reflejarse y comprenderse. Así, cada religión tiene como técnica esta transformación, este proceso de limpieza. Cada escritura religiosa tiene esta meta.
El Mahabharata, por ejemplo, es básicamente la historia de los panchapranas, los cinco aires vitales del hombre que superan los cientos de obstáculos en el camino del progreso. El mayor de los cinco hermanos Pandavas es Dharmaraja (la moralidad, la rectitud); es apoyado eficazmente por Bhima (la fuerza física dedicada al servicio divino y cargada de devoción), Arjuna (la fe pura y firme en Dios), Nakula y Sahadéva, quienes representan la fortaleza y la ecuanimidad. Al exiliar a estos cinco, el cuerpo (la ciudad de Hastinapura) es inundado por la maldad. En el Mahabharata, la necesidad de practicar el dharma es ilustrada con la ayuda de una serie de dilemas y situaciones críticas que de una forma u otra acosan al hombre.
Las Upanishads exhortan al hombre diciéndole: Sathyam vada, Dharmam chara: «Habla la verdad, actúa correctamente»; pero el hombre se contenta con Dharmam vada; Sathyam vadha: «Hablar de la rectitud y matar a la verdad». E! mero pronunciar sin la intención o el esfuerzo por practicar lo que se predica es hipocresía. Una vez, los venados de la selva se reunieron en una conferencia y resolvieron desafiar a los perros cazadores y llamaron a todos los venados a que resistieran los ataques y lucharan. Pero, estando todavía en el proceso de aprobar la resolución, los perros aullaron y… todos los venados huyeron; el de la moción, el que la apoyaba y todos los demás. ¡No quedó ninguno en el lugar de la conferencia!
Las ovejas balan «bee, bee, bee»,, un sonido que en sánscrito (may) significa»mío, mío, mío». ¡Por eso sufren de las consecuencias de este apego al yo y lo mío. Este es el resultado de la ilusión básica que esconde la verdad de la transitoriedad e impone un sentido artificial de permanencia a todos los objetos y placeres sensoriales. Cerca de Haridwar había un monje que hacía muchos años había abandonado su casa y a los suyos y vivía de limosnas. Solía poner toda la comida que recolectaba en una roca lisa que sobresalía del Ganges y que usaba como plato. Un día llegó a su roca y encontró a otro monje que estaba comiendo ahí sentado. Se encolerizó ante esta violación de su «propiedad». Entonces, el recién llegado dijo: «¡Qué lástima! Has renunciado a todo sentido de «yo» y «lo mío», te has afeitado la cabeza para que no te reconozcan tus antiguos compañeros; anhelas estar libre de todas las ataduras y sin embargo te has atado a esta roca. ¿Cómo puedes nadar a través de este mar de la vida con esa roca atada a tu cuello? Estás llevando una vida de hipocresía.» Esto le abrió los ojos a su error.
La madre de Gopichand lo alentó a que siguiera el camino del renunciamiento y la fortaleza como paso preliminar a la autorrealización; probó sus logros después de que él estuviera algunos años con el sabio Bhartrari. Una noche, se vistió de hombre y se colocó en el lugar donde su hijo dormía. Gopichand refunfuñó y le pidió al extraño que buscara otro lugar, pues ese espacio era «suyo». Cuando ella intentó probar a Bhartrari de la misma manera, la respuesta del sabio fue sólo la de moverse a alguna distancia más allá sin pronunciar una sola palabra. Así supo ella que su hijo todavía tenía que recorrer un largo trecho.
Los sabios no dejaban lugar en sus corazones a la codicia y al sentido de posesión. Ellos sabían que hay un Conocedor del campo (Kshetrajña) que es el motivador de este campo (kshetra).
Vyasa, quien recopiló los Vedas, compuso los aforismos que definen el principio divino (en los Brahmasutras) y escribió el Mahabharata, considerado como el quinto Veda, no podía ganar la paz mental. Aquello no eran sino hazañas intelectuales, vuelos de la poesía y la filosofía, pero no flores que brotaban de la auténtica experiencia. Finalmente, por el impulso de Narada, quien enseñaba y practicaba el camino de la devoción, se sumergió en la contemplación y descripción de la grandeza y gloria de la Divinidad. El Bhagavata fue el resultado de este anhelo de Vyasa.
El Bhagavata ha dado lugar a que muchos se hagan llamar bhagavatares por ser exponentes del texto, pero la divina emoción que Narada y Vyasa sentían no es compartida por ellos en lo más mínimo, porque no la exponen con base en su experiencia. Ellos proclaman que Dios es el morador y motivador interno de todos los seres ¡mientras están dedicados a hacer planes y trampas para hacer dinero! Deténganse un momento y examinen sus hábitos y actividades; analícenlos, evalúenlos con el criterio de la moralidad, la verdad, el amor y la fortaleza. Abandonen todo lo que los arrastra hacia abajo, al mal, fortalezcan todo lo que los eleva y los lleva más cerca de mí. No se desanimen si tienen que sufrir las consecuencias de lo que han hecho.
Anoche vieron a Druva ser bendecido por el Señor en la obra escenificada por los niños de la Escuela Védica. Las duras palabras pronunciadas por su madrastra fueron la provocación para que de inmediato el muchacho se retirara a la selva para hacer austeridades a fin de ganar del Señor el don del amor de su padre. Pero cuando el Señor se manifestó finalmente ante él, al muchacho ya no le quedaba ningún resentimiento ni deseo; así que en lugar de pedirle las nimiedades que una vez codició, ¡le pidió la bienaventuranza de fundirse en el Señor mismo! El espíritu rajásico y guerrero de venganza y competencia con su hermanastro había abandonado su mente durante las austeridades, pero el Señor le recordó su intención original y le ordenó volver a su reino y complacer a su madre antes de descansar en el cielo como la Estrella Polar (Druva, aunque era muy niño, se había ganado el favor del Señor, quien lo había elevado a esa posición estelar. Druva se había dedicado desde niño a prácticas espirituales que atrajeron al Señor a él).
Los ideales deben volverse más elevados y más grandiosos, los deseos deben volverse cada vez más altruistas y sublimes; el apego debe ser transmutado en emociones más nobles y más sutiles. Una historia es apasionante sólo cuando hay un desarrollo sostenido hacia el desenlace, ¿no es así? Es por eso que cuando uno pasa por el crisol de la alegría y del dolor, emerge más puro y más fuerte gracias a la experiencia obtenida. Cuando el crecimiento de un niño es detenido, esto causa dolor; cuando empieza a crecer normalmente, causa alegría; cuando el crecimiento es anormal, causa de nuevo dolor. El movimiento del péndulo hace la vida interesante; es como un gimnasio, una escuela.
Hay que retirarse detrás del telón, tarde o temprano; por eso, mientras se encuentren en el escenario, gánense la estima del director, haciendo su papel de la manera que a él le satisfaga, tratando de no echar a perder Su obra con sus vacilaciones y palabras balbuceantes.
Sean como la tortuga, que puede vivir en el agua y en la tierra. Es decir, cultiven la calma interna que los ayuda a estar con el pensamiento de Dios, ya sea que estén entre la gente o solos. La soledad ocurre cuando no están conscientes de la gente a su alrededor. Es lo que ustedes mismos crean a partir de la soledad de su propia mente. Aquí, por ejemplo, donde no son perturbados por otros, cada uno de ustedes se encuentra en perfecta soledad.
Ésta es la práctica que quiero enseñarles. Y luego hay otra. Es la práctica del nagarasamkirtan en sus pueblos. Los beneficios que se obtienen de éste son demasiados para ser enumerados ahora, con el tiempo de que disponemos. En breve, es el Bhagavata en práctica. El ir en procesión cantando las glorias de Dios por las tranquilas calles, cuando los sentidos del hombre aún están dormidos después de la experiencia del sueño, agudiza el intelecto de los que los escuchan y santifica la atmósfera. Es además un valioso reconstituyente tanto del cuerpo como de la mente, tanto para ustedes mismos como para los demás. Cada canción es una espada que corta los nudos de la pereza. Es un servicio social muy bueno el recordar a todos su deber con Dios, quien vela por todos ellos y les da el don de un nuevo día.
La pereza es la ruina de la civilización moderna; la gente quiere descanso, se queja de exceso de trabajo, habla de que está cansada. Yo les estoy enseñando con mi ejemplo cómo deben llenar cada momento con una actividad beneficiosa y útil. Hablan entre sí de esta manera: «Oh, Swami tiene su hora de reposo», «Swami está durmiendo». Pero yo nunca he deseado un minuto de descanso ni de sueño ni de alivio. Les voy a decir cuándo me siento descansado, aliviado, contento: cuando yo sé que todos ustedes están ganándose la suprema bienaventuranza por medio del desapego y la disciplina espiritual, no antes. Estoy siempre ocupado en alguna actividad u otra para su beneficio. Las cosas que yo pueda hacer no las confío a otros, sino que las hago yo mismo para que puedan aprender autoconfianza y obtener experiencia. Tengo siempre en mente su progreso, su bienestar, su felicidad. Pueden notarlo en el más mínimo acto mío: yo hago todo el trabajo que me corresponde; abro todas las cartas dirigidas a mí, y son montañas. Me pueden ver levantándome de esta silla y yendo a la parte trasera de vez en cuando. Déjenme revelarles que esto no es debido al deseo de evitar escuchar los discursos de las distinguidas personas que se dirigen a ustedes o porque me canse o necesite beber un sorbo de agua; es sólo para darles la oportunidad de cambiar de posición, de relajar sus músculos y ajustarlos para otra hora o más de escuchar atentamente. Si estoy delante de ustedes, yo sé que no les gusta hacer eso, y sé que han estado sentados durante largas horas en la misma postura en esta apretada reunión.
No hay nadie que me cuestione si yo no actúo; no hay nada que pueda perder si no me dedico a alguna actividad, ni tampoco siento ningún gran impulso de estar actuando. Sin embargo, ustedes me ven muy activo. La razón es que debo estar haciendo algo todo el tiempo, por el bien de ustedes, como ejemplo, como inspiración, como adiestramiento. Aquellos que son guías deben ellos mismos saber seguir; aquellos que ordenan deben ellos mismos llevar a cabo lo que esperan que los otros hagan. Yo estoy dedicado a la actividad para que puedan aprender a transmutar cada minuto en una dorada oportunidad de ennoblecerse hasta llegar a la divinidad.
Prashanti Nilayam
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