Cada cosa en la naturaleza tiene su Dharma. El agua tiene su Dharma: la naturaleza y obligación de moverse; el fuego, el Dharma de quemar y consumir; el imán, de atraer hacia sí. Y cada uno de ellos mantiene invariable su Dharma, incluyendo el sistema solar y las estrellas del universo. Entre las cosas dotadas de conciencia o Chaitanya, las plantas y árboles, los insectos y pájaros, los nacidos de huevo o los mamíferos, todos han sido capaces de conservar su Dharma inafectado por el paso del tiempo. Sin embargo, la humanidad, cuya inteligencia abarca desde lo inerte e infinitesimal hasta lo supraconsciente y universal, es lo único viviente que ha caído y va en descenso. El Dharma prescribe «Satyam vada» y «Dharmam chara»: decir la verdad y practicar la rectitud. Examinen cada momento de su tiempo de vigilia para comprobar si están observando el Dharma o se están extraviando. Llenen cada momento con pensamientos, palabras y acciones que reflejen su comprensión del Dharma. (Discurso, 15 de abril de 1964)