La fe y la devoción son los prerrequisitos para la paz. Tengan fe en el océano, no en la ola; crean en el Señor, no en las pequeñas cosas. La tragedia consiste en que depositan su confianza en hombres insignificantes y malvados, en aquellos que saben que son viciosos y codiciosos. Sin embargo, dudan cuando se les pide que depositen su fe en el Señor, quien es más misericordioso que cualquier padre, más amoroso que cualquier madre, más poderoso que cualquier autoridad terrenal y más considerado que cualquier pariente. Ustedes no dudan unos de otros, pero desarrollan dudas con respecto a Dios. La duda es fácil y la fe es difícil. Moren en el Nombre Divino y su dulzura saturará su lengua y mejorará su gusto. No cuenten el número de veces que lo han repetido. Porque, ¿a quién van a impresionar con ese número? El Señor responderá incluso si lo llaman una sola vez desde las profundidades de su ser. Discurso Divino del 17 de diciembre de 1964.