Discursos dados por Sai Baba
{SB 29} (53 discursos 1996)
23. 30/06/96 Así como sea lo que siembren, eso cosecharán
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 29 cap. 23 ) Así como sea lo que siembren, eso cosecharán 30 de Junio de 1996 Todos los dolores y los placeres que el hombre experimenta son el resultado de sus propias acciones y no se deben a ningún acto de lo Divino. Dios es sólo un testigo. Dios es como un cartero. Él les entrega cualquier carta que esté dirigida a ustedes. El pesar o la dicha que obtienen del contenido de la carta son de ustedes. Del mismo modo, el sufrimiento o la felicidad que experimentan son el resultado de sus propias malas o buenas acciones y no se originan en Dios. Sin embargo, en ciertas ocasiones opera una gracia especial. Cuando ustedes le oran a Dios con un corazón puro, sin rastros de egoísmo y con sentimientos sagrados, Dios confiere un favor especial. Además, cuando una persona ha realizado algún acto único de sacrificio en una vida anterior o en algún momento en el pasado, la Divinidad confiere una recompensa apropiada para él en el momento adecuado. Krishna acudió a socorrer a Dhraupadhi cuando Dhuryodhana intentó desvestirla, haciendo que su sari se volviera interminable, en recompensa por la prontitud con que Dhraupadhi rompió un pedazo de su sari para vendar el dedo sangrante de Krishna. La magnanimidad espontánea de Karna Incluso un héroe noble y generoso como Karna se convirtió en cómplice de los malvados Kauravas, debido a su asociación con ellos. Los estudiantes deben evitar las malas compañías. Para ilustrar la magnanimidad espontánea de Karna, les relataré un episodio en el cual Krishna se las ingenió para hacer comprender a Arjuna hasta qué punto Karna estaba dispuesto a sacrificarse para satisfacer a cualquiera que llegara a él en busca de ayuda. Krishna asumió la forma de un Brahmana y se acercó a Karna en el campo de batalla para pedirle un poco de oro. El único modo de satisfacer al Brahmana era que Karna se sacara sus dos dientes de oro para dárselos, y no dudó en hacerlo. Hizo que se lavaran en agua del Ganges, lanzando una flecha al suelo y haciendo que el río brotara allí. Arjuna, quien tenía una opinión elevada de su propia destreza y su devoción a Krishna, se sintió humillado al ver la generosidad sin límites de Karna. El modo de obrar de la Divinidad ha de ser comprendido correctamente. Dios existe no sólo para una nación o una comunidad. Dios encarna en la tierra para el beneficio de toda la humanidad. Cada uno obtiene la recompensa que merece. Así como sean las acciones, serán los frutos que se obtengan de ellas. Por lo tanto, antes de hacer algo, uno debería considerar si es correcto o incorrecto. Debería asegurarse de no causar ningún daño a nadie con las acciones propias. Esto no es fácil para alguien que está apegado a los placeres del cuerpo. Todo el pesar se relaciona con el cuerpo y con los deseos mundanos. Ustedes experimentan deseos, en el estado de vigilia. En el estado de sushupthi (sueño profundo), uno es totalmente inconsciente del cuerpo y del mundo material. Por lo tanto, no hay pesar en ese estado. Confíen fundamentalmente en el poder de lo Divino Mediante la contemplación constante de Dios, la mente ha de ser alejada de los deseos mundanos. Ése es el modo de liberarse tanto del dolor como del placer. El hombre debe despertar del sueño de la ignorancia y tomar conciencia de su esencia divina Sath-Chith-Anandha. Se experimentará la bienaventuranza en la misma medida en que se reduzcan los deseos mundanos. Simultáneamente con el control de los deseos, los hombres también deberán librarse de Ahamkara (egoísmo). Hoy los hombres están llenos de temor porque no tienen confianza en sí mismos. Un ave puede afrontar una tormenta porque tiene fe en sus alas. Pero el hombre sucumbe ante el más ligero infortunio porque no confía en el poder del Espíritu. La gente debe confiar fundamentalmente en el poder de lo Divino. Con confianza en el Ser, deben dedicarse a realizar buenas acciones. Éste es el propósito de la vida. Cada paso que dan debe acercarlos a Dios. Discurso pronunciado en el Sai Kulwant Mandap, el 30-6-1996. |