Discursos dados por Sai Baba
{SB 18} (31 discursos 1985)
09. 23/03/85 La Causa Primordial
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 18 cap. 9 )
La Causa Primordial
23 de Marzo de 1985
El vivir implica la operación en el individuo del principio vital que activa todos los seres. Lo Divino Sin Atributos asume ciertas cualidades como Su naturaleza y se vuelve un ser con atributos (saguna). El individuo así formado busca conocer y experimentar la variedad de nombres y formas que están expuestos a Sus sentidos de percepción y su mente. Este es, en breve, el proceso del vivir, el proyecto de ‘conocer’, de expandir la conciencia de uno. El proceso tiene un comienzo y un fin, involucra el éxito y el fracaso, el bien y el mal.
“Yo soy un jîvi, un individuo viviente”, “Soy una chispa de la Conciencia”, Soy el Âtma incorporada”. Estas declaraciones no revelan un conocimiento del principio de la vida. El jîvi es la Conciencia divina, instalada en una carreta. No es un haz de materia inerte moldeada en una forma y etiquetada con un nombre. Hay una sola Conciencia Todopenetrante, pero el hombre la experimenta fragmentada y, tomándola equivocadamente como los muchos, se debate en la confusión causada por su propia ignorancia.
Muchas escrituras instruyen a los hombres en la verdad de que Dios mora en su cuerpo junto con el alma individual (jîvi), de que Dios lo está induciendo a aspirar a las alturas y el ser, aconsejándole estar contento con lo bajo. El jîvi tiene fe en la realidad del mundo y en sí mismo. El Principio Divino, por otra parte, afirma que está presente, tanto cerca como lejos del hombre. El hecho es que la gente siente que está lejos, porque no están conscientes de Su cercanía, no, de que está en sus propios corazones. La verdad que las escrituras enseñan es que Dios está en todas partes, cerca y lejos, encima y debajo, dentro y fuera. Dios es Uno, indivisible, omnipresente.
La vigilia se divide en cuatro categorías
A fin de despertar a esta verdad, hay que llegar a niveles más altos de vigilia. En realidad, hay cuatro de estos niveles. El primero es la aparente atención vigilante con la cual nos movemos y no ocupamos cada día. Somos muy parecidos a otros, alertas y conscientes, cuando estamos así despiertos. Pero el Vedanta revela cuatro categorías de vigilia: la totalmente despierta, la vigilia de la mente sola – como cuando soñamos, la vigilia del ser solo – como en el sueño profundo, y la iluminación del ser en el despertamiento al Ser Supremo. Éstos son llamados sthûla, sûkshma, kârana y mahâkârana (el denso, el sutil, el causal y el supercausal).
El cuerpo denso que está activado en el estado de vigilia es un compuesto de muchas cosas – los cinco sentidos de percepción, los cinco sentidos de acción, los cinco instrumentos internos, los cinco elementos de la creación, los cinco aires vitales y el ser – lo cual da un total de 26. Este es el estado de vigilia (jagrat). El cuerpo sutil que sueña tiene sólo cinco aires vitales, cinco sentidos de percepción, y cinco elementos fundamentales – quince en total, ya que el sutil (sûkshma) es el vehículo que, de acuerdo con el Vedanta, sufre las consecuencias de las buenas y las malas acciones.
Brahmán elude todos los tres cuerpos
El cuerpo causal (kârana) es el tercero. Posee sólo una naturaleza, a saber, la conciencia (prajñâ), pura y sin mezclarse en los mundos subjetivos y objetivos. Puesto que el cuerpo denso (sthûla) está totalmente involucrado con el mundo objetivo (vishva), es llamado Vishva; el cuerpo sutil (sûkshma) o el cuerpo del ensueño está iluminado por la mente y la luz interna (tejas) y así es llamado (tejas); el cuerpo en el estado de sueño profundo, cuando está latente en la causa, subsumido en la conciencia, es llamado prajñâ. La verdad, Brahmán¸ elude estos tres cuerpos. Están todos involucrados en la ilusión, no en Brahmán, lo Absoluto. Lo que aparece verdadero en el sueño es falsificado cuando uno despierta; lo que uno experimenta mientras está despierto está distorsionado y devaluado en los sueños; el sueño borra la memoria tanto del mundo del ensueño como del mundo de la vigilia. La conciencia que sobrevive a estos tres estados pasajeros es el Mahâkârana o la Superconciencia.
La Superconciencia o Conciencia Suprema es el pensamiento que se volvió todo esto – el Hiranyagarbha, el Útero o Huevo Dorado, el primigenio impulso, la primera concretización, Îshvara. Cuando el Ser ‘pensó’, se volvió los ‘muchos’, más bien, hizo aparecer los muchos. El Mahâkârana está más allá de la Conciencia; los cuerpos denso, sutil y causal en los cuales proliferó están por debajo de la Conciencia. El anterior es el verdadero conocimiento. El último es la experiencia ilusoria. Dios es el Señor del verdadero conocimiento, el alma individual (jîvi) es el esclavo de la ilusión.
El Uno es visto por la visión dividida como dos
El Mahâkârana, la Conciencia Cósmica, es a menudo denotado como “Param” (más allá) en el Vedanta; puesto que este concepto es obviamente sin contenido, no surge ni se desvanece; ni se origina ni desaparece. No tiene nombre ni forma, pues no puede ser definido o limitado o identificado como separado. Es entendido como Brahmán – la inconmovible, inamovible Totalidad (pûrna), lo Eterno, Lo Verdadero, lo Puro, lo Sin Abritutos. Del mismo modo que la carretera inmóvil le permite al carro moverse a lo largo de ella, el principio de Brahmán es la base de la existencia y de las actividades del alma individual Jîvi).
De hecho, sólo está el Uno. El Uno parece ser dos para la visión dividida. ¡Miren hacia afuera! Y es jîvi! ¡Miren adentro y es Dios! La visión externa los hace olvidar; la interna los hace recordar. Cuando el hombre busca elevarse hacia la divinidad que es su realidad, él está recordando, luchando por conocer y experimentar. Cuando se envilece en los niveles inferiores de conciencia y está enredado en la enfermedad, está atrapado en los anillos del olvido. Remover los deseos egoístas y expandir el impulso de amor y servir son los medios más efectivos de tener éxito en fundirse con la Conciencia Suprema, la Causa Primordial, el Pensamiento Cósmico, el Mahâkârana.
Discurso en
Prashânti Nilayam, 23 marzo 1985