Discursos dados por Sai Baba
{SB 17} (31 discursos 1984)
24. 28/09/84 La pureza del Corazón: El camino a la Divinidad
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 17 cap. 24 )
La pureza del Corazón: El camino a la Divinidad
28 de Setiembre de 1984
“El cielo y el infierno no son lugares distantes.
Están relacionados con las propias acciones de uno.
Si siembran una semilla de nîm, ¿cosecharán un manzano? Su nacimiento es el resultato de su karma.”
El hombre está atado por sus acciones (karmânubandhîni manushya loke). El cosmos está permeado por la Suprema Realidad (Brahma mayam jagat). El cosmos está permeado por la acción (Karma mayam jagat). La creación (shrishti) es Brahmán, el Eterno Absoluto. Toda acción es impulsada por la fuerza vital. La vestimenta de esta fuerza vital es el cuerpo. El cuerpo es el agente para la realizacíon del karma. Es también el producto del karma, o sea de las acciones pasadas de uno. En un sentido, el cuerpo y el karma son uno.
Las acciones que llevan a cabo los hombres se describen como karma. Para cosechar los frutos de sus acciones, nacen en cuerpos humanos. De ahí que el hombre sea representado como atado por el karma. El nace para experimentar los resultados de sus buenas y malas obras que él toma nacimiento.
Las prácticas religiosas no llevarán a la realización en Dios.
Estamos familiarizados con los pares de opuestos como bueno y malo, pecado y mérito, verdad y falsedad. La realización de ritos religiosos prescritos (vaidîka karmas) como los yajñas, yâgas, que son sacrificios, y la caridad y las austeridades, se consideran como acciones meritoriosas o punya karmas. Si la persona mientras se dedica a estos actos se preocupa por las ganancias mundanas, surge el egotismo (ahamkâra). Tendrán el sentimiento de ‘yo estoy haciendo estos actos sagrados’. Por otra parte, al dedicarse a acciones malvadas como fraude, crueldad y engaño, el hombre olvida su naturaleza superior y no piensa en las consecuencias de sus acciones. El involucrarse en acciones, sean buenas o malas, resulta en la esclavitud.
Las cadenas que atan pueden ser de oro o de hierro, pero, igualmente, son cadenas. Las buenas acciones solas no pueden ser un medio de liberación. Los Vedas, los Upanishads, el Gita y los Brahma Sutras han declarado que los rituales y prácticas religiosas no llevan a la realización en Dios. Como son actos externos, se relacionan sólo con el cuerpo. No conducen en manera alguna al desarrollo de la visión interna. Sólo cuando uno es capaz de librarse del egotismo y el apego es que puede desarrollar la visión interna. La realización de lo Divino (sâkshâtkâra) y la fusión en Brahmán (Brahma prâpti) no pueden alcanzarse por medio de rituales. “La percepción de la unidad de lo Divino es sabiduría” (advaita darshanam jnânam). El sentido de dualidad debe ser erradicado para poder realizar la unicidad de lo Absoluto.
El conocimiento del verdadero Ser (Âtma jñâna) comienza a alborear en el hombre cuando tiene pureza de corazón. Esta pureza puede lograrse sólo por medio de acciones (karmas). El cuerpo, la mente y el Âtma están, los tres, implicados en la entidad humana. Son inextricablemente interdependientes. Si se separan, la vida pierde su significado. Cuando el cuerpo está sujeto a la mente y la mente controlada por el Âtma, es que la vida encuentra su plenitud. Cuando sólo el cuerpo predomina, lo humano desciende al nivel de lo animal. Cuando la mente prevalece por encima del cuerpo y de los órganos sensorios, se alcanza el nivel humano. Cuando el Âtma prevalece por encima de la mente y del cuerpo, se realiza la divinidad.
La purificación del corazón es la meta básica de la vida
Reconociendo este hecho, el Gita ha indicado un sendero de tres etapas hacia la divinidad. Ocupar el cuerpo en buenas acciones, usar la mente para desarrollar buenos pensamientos y cualidades humanas y contemplar a sobre Dios por medio de la adoración de lo divino permiten al hombre alcanzar la etapa en la cual, como un río que se une al océano, él se funde en Brahmán. Este es el proceso mediante el cual lo humano se vuelve uno con lo Divino.
No importan las escrituras que uno pueda estudiar, los esfuerzos espirituales que uno pueda practicar ni los peregrinajes que uno pueda realizar, a menos que logre librarse de las impurezas en el corazón, la vida seguirá careciendo de valor y de significado. La purificación del corazón es la esencia de todas las enseñanzas de las escrituras y la meta básica de la vida.
En este contexto, el Gita se refiere a los deberes de acuerdo con la propia naturaleza de uno (svadharma) y los deberes prescritos para otros (paradharma) y dice que el svadharma conduce al ennoblecimiento del individuo, mientras que el paradharma está lleno de consecuencias terribles. La sentencia dice: “El adherirse al propio dharma es loable, mientras que la práctica del paradharma está llena de peligros” (Svadharme nidhanam shreyah para-dharmo bhayâvahah. 3:35). Svadharma no significa deber relacionado con ninguna casta, comunidad, raza o religión. Sva significa el Âtma. El dharma que se relaciona con el Âtma es el svadharma o los propios deberes divinos. El paradharma es el dharma relacionado con la conciencia del cuerpo. Todos los deberes asociados con el mundo externo están comprendidos en el paradharma. Estos deberes inevitablemente lo atan a uno con los lazos de la vida mundana (samsara). Aunque pueden conferir placeres temporales, seguro que resultarán en temor y ansiedad.
El realizar buenas acciones no permite que se desarrolle el ego
Al llevar a cabo yâgas, yajñas y otros rituales védicos, hay el peligro de que se vuelvan instrumentos de atadura. Deben asegurarse de que al realizar estas buenas acciones, no desarrollen su ego o su apego. Cuando algo está hecho con apego o deseo, resulta en acciones que llevan al renacimiento. Los yâgas y yajñas son para llevarlo a uno al cielo. ¿Pero cuánto tiempo puede durar la estada en el cielo? Si uno ha disfrutado de los frutos de las buenas acciones, uno debe volver a nacer sobre la tierra. La sentencia dice: “Cuando el mérito acumulado se ha agotado, uno vuelve a entrar al mundo mortal” (Kshîne punye martya lokam vishanti).
Por lo tanto, uno debe buscar lo que es permanente y eterno. Esto se puede realizar sólo por medio de la acción sin deseo (nishkâma karma). Cada acción hecha sin ego conduce a la divinidad. Ignorando esta verdad, el hombre se dedica a acciones carentes de significado. La gente recita el Gita, logra destreza en exponerlo, pero no vive de acuerdo con el mensaje. El Gita es interpretado de muchas maneras, de acuerdo con los caprichos y fantasías de uno. El Gita y otros textos de las escrituras son como el Árbol Colmador de Deseos. Se prestan a varias interpretaciones y significados. Pero, lo que importa no es la interpretación múltiple, sino la comprensión derivada de la experiencia real. Si no ponemos en práctica las enseñanzas del Gita, no podemos derivar la bienaventuranza que se puede obtener de él. El recitar el Gita interminablemente o el escucharlo no servirá de nada si no se hace nada por purificar el propio corazón y librarse de las malas cualidades como el ego, el egoísmo y el orgullo. Es mejor poner en práctica una sola estancia del Gita que el saber de memoria todos los 700 shlokas.
Ningún estudio o práctica espiritual puede ayudar a purificar el corazón a menos que uno haga el esfuerzo. Y cuando el corazón es purificado, se vuelve una morada merecedora para lo Divino.
Hagan lo que hagan, deben considerarlo como un deber hecho sin ningún motivo de interés propio o ganancia egoísta. Sólo cuando todas las acciones – sean yâgas o yajñas o austeridades o cualquier clase de práctica espiritual – son hechas como ofrendas a lo Divino, se vuelven santificadas y liberadoras. Nacemos por medio de acciones llenas de deseo y por medio de acciones sin deseo, podemos liberarnos de los renacimientos.
Auditorio Purnachandra, Prashanti Nilayam, 28 septiembre 1984
Dios da
a la vez protección y castigo; sino ¿cómo podría ser el Señor, si no insiste en una estricta rendición de cuentas y una estricta obediencia?
Shri Sathya Sai