Discursos dados por Sai Baba
{SB 17} (31 discursos 1984)
19. 06/09/84 La envidia y el odio son vicios mortales
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 17 cap. 19 ) La envidia y el odio son vicios mortales 6 de Setiembre de 1984 “El dehi es el morador interno en todos los seres humanos” (Sarvatra Sarvâni Bhûtani Dehi). El cuerpo es transitorio. El dehi es eterno y real. El dehi es conocido como tal no porque está en un cuerpo. El cosmos entero es el cuerpo de lo Divino y por lo tanto el término dehi se aplica a esta Conciencia Cósmica. Para enterarse de la naturaleza de esto todopenetrante espíritu o alma (Âtma) que es la realidad incambiante, no es suficiente buscar la autoridad de los Shastras solamente. El Âtma no se realiza a través de los Shastras. La realización del Ser debe obtenerse en base a la autoridad de los Shastras, pero por medio de los propios esfuerzos espirituales. Los Vedas, Upanishads, Shastras y Puranas todos sirven como postes de señales. Indican la dirección que hay que tomar. Muestran la meta que debe buscarse, pero el viaje debemos hacerlo nosotros mismos. Las enseñanzas del Gita comienzan en el segundo canto con las palabras del Señor: “Tú te afliges por cosas por las cuales no deberías afligirte” (Ashochyân anvashochas tvam – 2:11). Empezando con esta declaración, el Gita gradualmente revela los medios con los cuales se puede eliminar la aflicción. El señor le dice a Arjuna: “Te lamentas por lo que no deberías lamentarte”. El devoto que es caro al Señor Todas las cosas en el universo tienen cinco cualidades: Existencia (asti), percepción (bhâti), bienaventuranza (priyam), forma (rûpam) y nombre (nâmam). Las tres primeras cualidades son también llamadas sat, chit y ânandam o ser, conciencia y bienaventuranza absoluta. Estos tres atributos son eternos y, por tanto, divinos. Para ellos no hay nacimiento ni muerte. Pero la forma y el nombre son creaciones artificiales. Como son productos artificiales están sujetos a cambios. Son como las relaciones en una familia. Vienen y se van y no son miembros permanentes del hogar. Asimismo, la alegría y la aflicción son también relaciones familiares que vienen y se van. El imaginar que estas relaciones pasajeras son realidades eternas y desarrollar apegos permanentes a ellas, es equivocado. Estas relaciones pueden cambiar y desaparecer. El sentir dolor por la pérdida de tales relaciones no es apropiado. ¿Cómo va uno a reconocer la transitoriedad y falsedad de estas relaciones? Bhagavan ha indicado en el “Bhakti Yoga” (la Divina Unión por medio de la Devoción) del Gita que el hombre que ha cultivado las 26 buenas cualidades mencionadas en él es el devoto que es caro al Señor. No es necesario cultivar todas estas 26 cualidades. Del mismo modo que un solo fósforo de una caja de fósforos es suficiente para encender una lámpara, una sola de las cualidades mencionadas por el Señor es suficiente para desarrollar la conciencia espiritual de uno. Si se toma como base de nuestro esfuerzo espiritual alguna de las importantes buenas cualidades mencionada en el Gita, una gran transformación tendrá lugar en nuestras vidas. El cultivo de las buenas cualidades implica desechar todas las malas cualidades. Entre estas últimas, dos son particularmente indeseables. Son la envidia (asûya) y el odio (dvesha). Estas dos malas cualidades son como dos conspiradoras, una ayuda y apoya a la otra en cada acción. La envidia es como la peste que ataca la raíz de un árbol. El odio es como la peste que ataca las ramas, hojas y flores. Cuando se combinan las dos, el árbol, que puede verse bello y floreciente, queda totalmente destruido. Practiquen constantemente el amor para librarse del odio Similarmente, la envidia ataca a una persona desde adentro y no es visible. El odio se exhibe en formas abiertas. Es casi imposible que haya alguien libre del vicio de la envidia. La envidia puede surgir hasta por asuntos muy triviales y de la envidia surge el odio. Para librarse del odio hay que practicar constantemente el amor. Donde hay amor, no habrá lugar para la envidia ni el odio y donde no hay envidia ni odio, allí hay bienaventuranza verdadera (ânanda). Esta alegría se revela en belleza. Bien se ha dicho, “Una cosa llena de belleza es una alegría para siempre”. Si ven belleza en cualquier cosa, derivan alegría de ello. Pero ¿cuál es la belleza fuente de alegría permanente que uno debe buscar? Sólo Dios es la personificación de la belleza que es fuente de sempiterna felicidad. El deber primordial del devoto es buscar el néctar de la bienaventuranza que se obtiene de la contemplación de la belleza de Dios. El medio para experimentar tal alegría es cultivar buenas cualidades y desechar los rasgos malos. Aunque Arjuna estaba escuchando el mensaje de Krishna, no digería plenamente las implicaciones del mensaje. Por ejemplo, durante la gran guerra de Kurukshetra, un día hubo una terrible batalla entre Bhishma, por un lado y Arjuna, por el otro. Bhishma había caído en la batalla. A pesar de su devoción por Krishna, Arjuna sentía que él había sido responsable de la victoria sobre Bhishma. Al caer el sol, ambos, Krishna y Arjuna regresaron en el carro de guerra al campo de Arjuna. Dios ha hecho el voto de proteger a Sus devotos Arjuna le pidió a Krishna que se bajara del carro y entrara a la casa. En su engreimiento, se consideraba el amo del carro y Krishna sólo el conductor y de acuerdo a la práctica acostumbrada, el conductor debía bajarse primero y sólo entonces el amo podía bajarse. Aunque Arjuna repetidamente le pidió a Krishna que bajara primero, Krishna le dijo a Arjuna que él debía bajarse primero. Finalmente, para evitar un desagradable incidente con Krishna debido a que necesitaría su ayuda para la batalla del día siguiente, Arjuna se bajó del carro. Krishna le pidió que entrara inmediatamente a la casa y después de que Arjuna hubiera bajado, Krishna saltó del carro. Inmediatamente, todo el carro se incendió. Viendo esto, Yudhishthira y Arjuna le preguntaron Krishna la razón por un evento tan extraordinario. Krishna respondió: “Nadie puede comprender la naturaleza de la Divinidad ni los juegos de lo Divino. Lo Divino no tiene ningún interés propio. Dios ha asumido el voto de proteger a Sus devotos y de sostenerlos. En la batalla de hoy, todas las mortales flechas que Bhishma había apuntado a tí estaban todas apiladas debajo de mis pies y debido a esto, no te causaron ningún daño a tí. Si yo hubiera salido del carro primero, estas mortales flechas te habrían reducido a cenizas. No conociendo esta verdad, querías que yo me bajara primero del carro.” Al oír estas palabras de Krishna, Arjuna abandonó su engreimiento. Hay muchas formas de envidia y sus consecuencias La envidia se expresa hasta en la forma de encontrar faltas en lo Divino. Se manifiesta de muchas formas. Si aquél se ha ganado un mejor nombre que otro, la envidia se desarrolla hacia él. Algunas personas hasta son celosas de aquellos que son más hermosos que ellos. Los estudiantes hasta envidian a otros que obtienen mejores notas en el examen. La persona envidiosa no puede soportar ver a nadie mejor colocado, más hermoso o más próspero que él. Esta es una señal de debilidad humana. Una vez que la envidia echa raíz en la mente del hombre, ésta, con el debido tiempo, destruye todos sus otros logros. Promueve cualidades demoníacas. Deshumaniza al hombre. Lo reduce a la condición de un animal. Debido a su mala tendencia, la envidia debe ser desenraizada desde el principio. Deben aprender a disfrutar de la prosperidad y de la felicidad del otro. Esta es una gran virtud. Es una de las enseñanzas del Bhagavad Gita. En el noveno canto del Bhagavad Gita, Krishna le dice a Arjuna, “Oh Arjuna, sé libre del mal de la envidia. Vúelvete carente de envidia”. Una persona libre de envidia puede convertir a la Divinidad misma en un bebito. Esto es ilustrado por la historia de Anasuya. Cuando B Lo que el Buda les enseñó a sus devotos Una vez Buda salió a buscar limosnas. Estaba acercándose a un pueblo donde había una serie de devotos de Buda. En ese momento, algunas personas malvadas lo confrontaron en el camino y lo insultaron de varias maneras. Buda se sentó en una roca cercana sin proseguir su camino. Se dirigió a sus atacantes, “Amados hijos, ¿cuál es el placer que derivan de insultarme?” Sin darle las razones, continuaron insultándolo en los peores términos. Buda se sentó diciendo, “Si el insultarme les da placer, disfrútenlo pues”. Agotados por el maltrato que le daban, se estaban preparando para irse. En ese momento, Buda les dijo, “Yo me quedé aquí todo este tiempo porque si hubiera entrado al pueblo, mis devotos allí los hubieran matado al oírlos insultarme delante de ellos. Es para salvarlos de esta calamidad que yo me quedé aquí y soporté todos sus insultos, dándoles libre rienda”. “Si queremos complacer a otros, tenemos que hacer muchas cosas y hasta gastar mucho dinero. ¡Estoy feliz que hoy, sin incurrir en ningún gasto o tomarme el trabajo pude darles tanto placer a todos ustedes! ¡Qué buen día ha sido éste para mí!”, exclamó Buda. “Ustedes han derivado alegría de insultarme. Así, soy la causa de su alegría. Les he dado satisfacción con ello. Para traer comodidad y felicidad a las personas, muchos construyen chozas, cavan pozos o hacen otros actos caritativos. Pero sin emprender ninguno de estos actos, he podido darles gran satisfacción a estos malvados hombres. Este es un gran logro, en verdad,” observó Buda. La envidia es un cáncer que se autodestruye Buda también les dio otra lección. Él le preguntó a uno de ellos: “¡Hijo! Un mendigo viene a tu casa pidiendo limosnas: ‘¡Oh Bendita Madre, dame algo de comida!’ Tú traes algo de comida. Si el mendigo dice, ‘“Esto no son las limosnas que he pedido y no las aceptaré’ ¿qué harías?” El hombre respondió: “Yo me guardaría la ofrenda”. Buda dijo, “De la misma manera, trataste de ofrecerme la limosna de tus insultos. No la acepté. ¿A quién pertenece? Queda contigo. Así, sólo te has insultado a tí mismo, no a mí,” dijo Buda. Si se le dirige una carta registrada a alguien que rehúsa recibirla, el departamento de correos la envía de vuelta al remitente. Similarmente, si critican u odian a alguien, si la otra persona permanece inafectada e imperturbable, su crítica y odio se regresa a ustedes. La envidia y el odio les hacen más daño a aquellos que tienen estos sentimientos que a aquellos hacia quienes son expresados. La envidia es un cáncer que se autodestruye. Una vez un sabio tenía un bello jardín en el cual cultivaba una variedad de flores y frutas. Hasta en él el egoísmo levantó su cabeza y a la zaga, el odio también se unió a la malvada ralea. Viendo esto, el Señor, que sentía que un sabio que llevaba la túnica azafrán y alardeaba haber renunciado a todos los apegos, no debe entretener tales malas cualidades, entró al jardín del sabio bajo la guisa de un viejo brahmán para reformar al sabio. La historia del sabio y de su ego El brahmán vio un árbol y alabando sus bellas flores y frutos, le preguntó al sabio quién era responsable por el cultivo de un jardín tan lindo. El sabio respondió, “¡Oh, Venerable Brahmán! Este jardín ha sido creado por mí con mis incansables esfuerzos, noche y día, cuidando cada planta como a un niño. Cada árbol ha sido sembrado y cuidado por mí. Toda la poda y disposición del jardín es mi obra”. Y así sucesivamente, alardeaba “que todo es mi trabajo, mi logro”. Todas estas flores y frutas las estoy cultivando por el bien de otros”, dijo. El brahmán salió y poco tiempo después, una vaca entró al jardín y causó destrozos entre las flores. Viendo esto desde una distancia, el sabio le tiró un gran palo a la vaca. El momento en que el palo golpeó a la vaca, el animal murió. El sabio internamente temió ser culpable del pecado de haber matado la vaca. Mientras tanto, el viejo brahmán regresó y, viendo la vaca muerta, exclamó: “¡Qué lástima! ¿Quién puede haber matado la pobre vaca?” El sabio respondió: “Todo es la voluntad de Dios. De otra forma, ¿cómo podría la vaca perder la vida aunque alguien quisiera matarla?” Inmediatamente el brahmán dijo: “Tú cultivaste el jardín e hiciste florecer las flores. Pero cuando muere la vaca, Dios es responsable por su muerte, ¿no es así? Tú reclamas el crédito por todas las cosas buenas, pero cuando algo malo sucede, tú lo atribuyes a Dios. Tu engreimiento es totalmente indigno.” El brahmán entonces reveló Su verdadera forma y dijo: “Yo no soy un brahmán. He asumido esta forma sólo para remover el ego que se ha enraizado dentro de tí”. Para experimentar a Dios, llénese de amor Cada quien debe esforzarse por librarse del egoísmo, la envidia y el odio. Esta eliminación no se puede lograr por el mero estudio de libros. Se requiere de un esfuerzo constante. Cultivando el amor y dedicando todas las acciones a Dios es como se pueden eliminar estos rasgos malignos. Mientras quede algo de envidia, en una cantidad mínima, destruirá cada buena cualidad dentro de nosotros. Es por esto que el Gita enseña que la eliminación total de la envidia es un requisito primordial para el aspirante espiritual. Sólo cuando la vida diaria de uno está gobernada por el cultivo de las virtudes y la promoción de un ambiente conducivo al esfuerzo espiritual es posible captar el significado de la autorrealización. El Alma suprema es sutil y todopenetrante. Su refulgencia está en todas partes. No está incorporada en ningún objeto particular. Brilla en todas partes. Tenemos luz en este salón. ¿Cuál es la fuente de esta luz? Es una lámpara que está ardiendo en algún lugar. La llama de la lámpara tiene una forma, pero la luz que emana de ella no tiene forma. El Âtma tiene refulgencia pero no tiene ninguna forma ni nombre. Puede asumir cualquier nombre o forma. Las formas y nombres están sostenidos por el Âtma. Tenemos el bombillo eléctrico que da luz. Un ventilador eléctrico produce brisa. Diferentes máquinas operan con electricidad. Todos estos artefactos son de formas y funciones variadas, pero el poder que los hace funcionar es uno y el mismo. De la misma forma, el principio del Âtma demuestra su unicidad en todas las miríadas de entidades en las cuales asume varias formas y nombres. Al igual que hay bombillos de diferente vatiaje y que sirven diferentes fines, hay diferencias entre los seres humanos. Pero la corriente que corre por todos los diferentes bombillos es la misma. Las variaciones en la cantidad de luz que viene de ellos se deben a las diferencias en la capacidad de los bombillos. Asimismo, el que está lleno de amor brilla radiantemente. El que carece de amor se parece a una luz muy baja. Para obtener más luz, debe cambiarse el bombillo, no la corriente. La muerte es más dulce que la ceguera de la ignorancia Dios es la personificación del amor. Si ustedes desean experimentar a Dios, deben llenarse de amor. Sólo por medio del amor pueden experimentar la encarnación del amor que es Dios. El hombre lleno de envidia y odio es como un ciego que no puede ver el sol, no importa cuánto esté brillando. Él no puede ver a Dios, no importa cuán cerca esté Los estudiantes que han desarrollado su carácter y conducta durante su juventud, no deben dar lugar para rasgos malignos como la envidia. Deben sentirse felices cuando otros estudiantes salen bien en sus estudios o deportes. El sentirse envidioso hacia un estudiante que ha pasado primero es una triple ofensa. La primera ofensa es el descuido de los propios estudios; la segunda ofensa es sentir envidia hacia el estudiante mejor y la tercera es lamentarse por el propio fracaso. Los estudiantes no deben tener tales ideas estrechas. Deben aprender una lección del destino de Duryodhana. Debido a su odio y envidia de los Pandavas, atrajo la ruina completa sobre sí mismo y su familia. Mandir, Prashanti Nilayam, 6 septiembre 1984. La significancia del sacrificio (yajña), del control (dama), de las austeridades (tapas)¸ de la perseverancia (sahana), de la disciplina espiritual (sadhana) y del autocontrol (samyama) de los grandes dictados (mahâvâkyas) engastados en los Vedas, de los tres Yogas de la devoción, la acción y el conocimiento, como se describieron en el Gita, de las naturalezas divinas y demoníacas, todos éstos y muchos más de las fundamentos de la cultura india deben ser enseñados a los niños en las escuelas y colegios. Deben ser alentados a practicarlos, por su bien así como por el bien del país. Shri Sathya Sai Baba |