Discursos dados por Sai Baba
{SB 14} (47 de 60 discursos 1978 a 80)
12. 11/10/78 El enemigo número uno
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 10 cap. 35 )
El enemigo número uno
11 de Octubre de 1978
ACTUALMENTE EL MUNDO da vueltas en una cama de enfermo, afligido por el temor, la ansiedad y todo tipo de fobia. No es que no haya remedio para curarlo y ponerlo bien y saludable otra vez. ¿Cuál es el tratamiento que puede enderezar al mundo? El hombre debe darse cuenta de su elevado destino, su preciosa herencia, sus fortalezas y virtudes innatas. Eso eliminaría los odios, las avaricias, las sospechas que han causado esta malsana situación. Desarrollen el lazo de la hermandad, éste es el remedio sugerido por varios practicantes. Pero eso no es suficiente. La paz y la armonía no pueden asegurarse sólo cuando las personas se dicen a sí mismas que son hermanos. Encontramos que hermanos y hermanas nacidos de la misma madre pelean entre sí y pocas veces confían el uno en el otro. Contaminan sus mentes con la ira y la envidia y hacen miserables sus vidas y las de sus hermanos. En general, el respeto y la cooperación fraternales hoy están ausentes entre los hombres. Luchan por porciones de propiedad y gastan la mayor parte de su tiempo y dinero en los tribunales, tratando de tomar venganza uno contra otro.
Como consecuencia del orgullo de su propia fortaleza y poder, una persona puede lastimar a miles, pero la más lastimada será ella misma, porque el orgullo o el egoísmo son como el diablo que posee a un hombre (y que es difícil de exorcizar). El hombre no puede pretender ser hombre hasta que este ego que lo mueve a destruir y a pasar por encima de otros, sea destruido mediante el sadhana. El Gita indica que el hombre tiene que ser «nir mamo, nir ahamkara». Lo divino en él puede manifestarse solamente cuando se vence a las fuerzas tenebrosas de «yo» y «lo mío». Vencer al ego es urda tarea poco menos que imposible. Hemos oído de los seis enéfnigos internos que persiguen al hombre en cada momento de su vida, pero el sentido del «yo» y «lo mío» están mucho más arraigados. Hay gente que ha vencido a los seis enemigos: lujuria, ira, codicia, apego, orgullo y odio. Realmente, hay muchos que han logrado esta victoria, pero es verdaderamente raro el héroe que ha demolido su ego y ha escapado de sus impulsos viles.
El egoísmo es un arbusto espinoso que cuando es plantado y alimentado en el corazón, uno tiene que sufrir el castigo. El egoísmo hace enemigos a los amigos leales y arruina muchas buenas causas y proyectos, pues no permite que dos hombres buenos trabajen juntos. El pesar lo sigue como una sombra. Donde no hay ego, florecen la dicha, la paz, el valor, la cooperación y el amor. Cuando un hombre esta consciente de que la misma Conciencia Divina que lo motiva a él está igualmente motivando a todos los demás, el amor expulsa al ego y se hace cargo de sus actividades, palabras y pensamientos. Consideren este incidente: el vecino pierde un hijo súbitamente y tiene una gran pena; otro vecino va a él y trata de consolarlo y animarlo por medio de varios argumentos y anécdotas: «Mi querido amigo, ¿por qué nace el hombre?, ¿por qué muere? La razón por la cual nació también explica por qué murió. El nacimiento significa muerte. El destino nos hace extrañas jugadas, somos como títeres en un espectáculo. ¿De qué sirve llorar por los muertos?» Él vuelca en los oídos de la persona afligida todo el Vedanta que conoce, pero el dolor del padre sigue igual que antes, hasta que se vuelve consciente de la verdad por él mismo, sin la ayuda de nadie.
Pocos meses más tarde, el otro vecino pierde a su hijo. Ahora, el vecino que recibió todo el Vedanta hace pocos meses, va y le repite las mismas citas en serie. Dice que los hijos viven sólo mientras dura el karma y que sus vidas son truncadas cuando ya no tienen que expiar más karma; todo es un asunto de pagar viejas deudas, pero estas declaraciones no pueden consolar al hombre afligido, ya que la pérdida es enteramente suya. Cuando el ego está activo, ninguna sabiduría puede interesarle. El sentimiento «no es mi hijo» es la causa fundamental de la tranquilidad con la cual se da el consejo.
Construimos una casa para nosotros y estamos felices de que sea «nuestra». Cuando alguien pega sobre la pared un cartel, sentimos que «nuestra casa» ha sido manchada y hasta vamos a los tribunales para castigar a los culpables. Cuando viene la temporada de las elecciones, las paredes son desfiguradas con turbulentos y odiosos mensajes y reñimos con todos porque manchan «nuestras» paredes. Luego supongamos que le vendemos la casa a alguien y nos mudamos. Después de eso, aun si la casa es bombardeada no estamos preocupados en lo más mínimo. Era el ego lo que causaba la preocupación por tanto tiempo. ¿Cómo entró este egoísmo en nuestro ser? Es una mala hierba que creció en nosotros y que es cultivada por nosotros, hasta que nos destruye desde la raíz hasta las ramas. ¿Dónde estaba este ego al comienzo? ¿Dónde estuvimos nosotros antes de nacer? ¿Dónde estaremos después de morir? Todas nuestras ideas e inferencias son sólo el producto del período entre el nacimiento y la muerte. Cuando la muchacha con quien se casó estuvo gravemente enferma, siendo una niña, un hombre nunca se preocupó, ya que ella no se había vuelto «suya». Nosotros mismos hemos desarrollado este apego como un factor cohesivo y estabilizante en la vida, pero hemos permitido que crezca a una inmensa dimensión, de manera que impide nuestro progreso espiritual.
Cultiven el amor, pero no la ilusión. Amen a su esposa e hijos y cumplan con su deber hacia ellos como esposo y como padre, pero siempre adhiéranse a los verdaderos valores. No pierdan el sentido de proporción. Tomen este ejemplo. Hay un nogal alto y delgado, balanceándose en el viento. Tiene una sombra larga, que también se balancea, sobre el suelo arenoso. Dios es el árbol y el mundo es su sombra. Ustedes quieren tomar unas nueces, pero confunden la sombra con el árbol y caminan a lo largo de la orilla de la sombra y toman las nueces imaginarias. Esto es lo que se puede llamar engaño o ilusión (maya). Pero suban al árbol, a la verdad, y obtendrán las frutas, mientras su sombra también se verá tomando las nueces a lo largo de la sombra. De ese modo avanzan en el camino del amor, el camino de Dios, y ustedes pueden conseguir ambos mundos. El amor expandirá su corazón tanto que no puedan escapar de los deberes hacia sus parientes y amigos. Recuerden siempre que esposa, hijo, madre, todo parentesco, es básicamente sólo físico, ligado al cuerpo, sujeto al tiempo.
El ego trae a nuestra atención ola tras ola de necesidades y deseos, y nos induce a I’pchar para obtenerlos. Es una serie que nunca termina, así que traten de reducir sus necesidades y de expandir el alcance de su amor, para liberarse de sus enredos. Vivir implica muchas confrontaciones, compañías, separaciones, conflictos y rechazos. Tenemos que renunciar a ambos tipos de contactos; los placenteros y los desagradables. Apéguense a Dios y la ilusión del mundo caerá automáticamente. Tomen los casos de Hiranyakasipu, Kamsa, Ravana y otros. Tenían toda la riqueza y poder para ser felices y tranquilos, pero fueron dominados por su ego, lo que finalmente los llevó a la ruina.
El ego ataca al sabio, al erudito, al aspirante espiritual y al gurú aún más que a la gente común. Su ego los hace declarar que ellos pueden derrotar a todos los demás en discusiones, que pueden probar que todos los demás están equivocados y que ellos son los que están más cerca de Dios. Cuando el egoísmo entra en el hombre, la envidia lo sigue rápidamente y ocupa el corazón. Algunos gurús que dirigen instituciones religiosas se ríen de ustedes cuando les dicen que van hacia Puttaparti para el Dásara de este año. Los molestan con frases como: «Así que usted también se ha convertido en una víctima de la locura de Sai Baba». En lugar de eso, deberían estar contentos y decir: «Qué bueno que usted vaya a cualquier lugar donde pueda obtener paz me
ntal, donde pueda adquirir bienaventuranza y donde pueda volverse consciente de la Divinidad. Me alegro de que haya encontrado tal lugar. Dios es uno y omnipresente». Los monjes que usan túnicas ocre (símbolo de renunciación) deberían estar libres del orgullo y la envidia egoísta. Yo siempre les digo que Dios está presente en todos y en todas partes y que todos los nombres y formas son suyos. Los invito a que vayan a cualquier lugar donde puedan llevar a cabo sadhana calladamente, donde sientan la atmósfera de la Divinidad y donde reciban amor y puedan cultivar amor a través del servicio.
Cuando Arjuna redujo a cenizas el inmenso bosque de Khandava, su ego no se le subió a la cabeza, pero cuando estuvo ante el ejército Kaurava, su ego le dijo que huyera. Él había hecho enormes preparativos para la lucha; había acumulado armas especialmente destructivas, después de años de austeridad y múltiples hazañas. Cuando Krishna le ofreció mediar con los Kauravas y obtener alguna señal de que habían cedido ante los ruegos de los Pandavas de manera que se pudiera evitar la guerra, Arjuna no estuvo de acuerdo con él y le dijo que su misión estaba destinada a fracasar. «¿Pueden las flores de jazmín dar fragancia cuando se tiran al fuego? ¿Por qué desperdiciar tus dulces palabras de persuasión en sus oídos sordos? ¿Puede el néctar que sostiene la vida ser obtenido del veneno que mata? Tú podrías sentirte contento si vas a hablar con ellos; en lo que se refiere a mí, estoy en favor de la batalla, en este mismo momento.» Arjuna, que era tan audaz y belicoso, fue atacado súbitamente por la ilusión del egoísmo. Él dijo: «No tengo ningún deseo de regir sobre un cementerio. Preferiría mendigar y vivir con penurias antes que matar a estos parientes míos». Entonces Krishna le dijo en el Gita: «Aquél que está desprovisto de las tendencias del «yo» y «lo mío» y de la ilusión de que «éstos son míos» y «aquéllos no son míos», «éste soy yo» y ..éste no soy yo», solamente él puede obtener la Paz Suprema».
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