Discursos dados por Sai Baba – 19. 25/10/73 Enciendan las luces

Discursos dados por Sai Baba

{SB 12} (54 discursos 1973 a 1974)

19. 25/10/73 Enciendan las luces

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 08 cap. 49 )

Enciendan las luces

25 de Octubre de 1973

Prashanti Nilayam

Ciertos días del año están marcados como días Sagrados en los calendarios de todas las comunidades humanas. Se distinguen por un mayor atención dada a la adoración de deidades, a favorecer a los difuntos, o a rezarle a las fuerzas de la naturaleza y ejercicios similares para la elevación espiritual.

Son ocasiones para recordarle al hombre sobre el Dios afuera y el Dios adentro. Dichos días sagrados también son prescriptos y observados en la India, junto con otros días festivos. Una de esas festividades es Dipavali, el Festival de la Luces, el cual las personas están celebrando hoy. Dipavali significa una guirnalda o festón de luces, la forma más característica en la que la festividad es observada por todos.

La iluminación, tal como se la realiza hoy, es un signo de victoria o de triunfo sobre algún rival o algún obstáculo para la vida feliz. Es una manera de expresar la dicha de uno y de atraer la atención de los demás hacia el propio logro de felicidad inesperada.

Festividades en las cuales es parte la iluminación, se encuentran entre los parsis, los cristianos y los musulmanes.

Son celebradas en Malasia, Nepal, Japón y en una multitud de otros países.

Hay innumerables anécdotas que buscan explicar los orígenes de Dipavali. En el norte de India, se cree que es el Día en el cual Sri Rama fue coronado emperador después de su regreso del exilio. En Kerala se cree que es el día en el cual al emperador Bali, a quien se le permitió visitar el reinado de antaño sólo por un día al año, sus agradecidos súbditos le dan la bienvenida. El Señor lo había pisoteado hacia las regiones bajas, como castigo por su egoísta programa expansivo de conquistas; pero Él Se enterneció un poco cuando le suplicó misericordia, y le permitió regresar a la Tierra por un solo día de los trescientos sesenta y cinco días. En ese día sus súbditos po – dían darle la bienvenida con iluminación y fuegos artificiales.

En el día de Dipavali desechen los viejos prejuicios.

La más corriente entre las anécdotas sobre este día se refiere al demonio Naraka, a quien el Señor Krishna, acompañado por Su Consorte, Sathyabhama o Sathya, destruyó en la batalla.

Narada era el hijo de la Madre Tierra, según dice la historia, de Bhoomatha. Ella le pidió al Señor la gracia de que el día fuese observado, en su memoria, como un día de luz o de alegría, y que todos y cada uno compartiera esa alegría.

Por eso, cientos de diminutas lámparas son encendidas ese atardecer y puestas en fila delante y dentro de cada hogar en la India; pero son pocas las lámparas que son encendidas en la cavidad del corazón para destruir la densa oscuridad que reside en el interior. Dipavali es el día en que las viejas vestimentas son desechadas y se usan nuevas; cuando el hogar y sus alrededores son limpiados, se les da una nueva apariencia y se los hace ver frescos y hermosos.

Se hacen arreglos de flores con amorosos diseños en cada habitación y en el patio; festones de verdes le agregan encanto a cada puerta. Pero, inclusive al realizar todo esto, la atención tiene que estar puesta en desechar viejos prejuicios, en la adopción de nuevos hábitos de amor y respeto mutuo, en refrescar la actitud de uno para con sus parientes y amigos, hermanos y hermanas de todos los credos y castas, en colgar festones de amistad y fraternidad sobre el umbral del corazón.

Esto hará que el Festival sea realmente significativo y fructífero; será salvado de la calumnia de ser una ocasión para la pompa y lo estéril exclusivamente.

Significado profundo de la anécdota de Narakasura.

Exactamente quién es este Naraka, el demonio Naraka-asura, averigüémoslo. Él es descripto como un tirano, que carecía de reverencia hacia los mayores y los santos, que se encontraba afectado por una severa clase de ansia por tierras, que saqueaba y robaba sin restricciones, que se llevaba a princesas y damiselas de a cientos y las arrojaba en las prisiones sin compunción alguna, y que nunca se arrepentía por ninguno de sus crímenes y pecados. Cuando los hombres buenos del mundo apelaron al Señor Krishna por ayuda, Él invadió su reino, sitió su ciudad capital y, aplastando sus fuerzas, le permitió a Su Reina, Sathya, que le diera muerte en el campo de batalla.

Esta leyenda tiene una profunda corriente subyacente de significado, la cual no deberían perderse. Naraka es un a-sura (una persona demoníaca). Su ciudad es llamada Praakjyothishapura.

Praak significa, el previo; jyothi significa, luz; y sha significa, olvidar e ignorar. Por lo tanto, el nombre de la ciudad significa: la ciudad de aquellos que han dejado de lado la previa o antigua luz. Es decir, la ciudad de aquellos que son ignorantes del esplendor Aathmico. No es de extrañar que fueran demonios. No es de extrañar que fueran lujuriosos, llenos de odio, codicia, envidia y egoísmo. Estaban tan perdidos en sus pecados que el Señor Krishna no les concedió el honor de ser matados por Sus manos. Él le indicó a Sathya que los destruyera. Sí. La ignorancia tan fundamental y tan profunda puede ser destruida solamente por la espada de Sathya (Verdad).

La lámpara también es el símbolo del Atma.

El egoísmo es del mundo, mundano; no del cielo, celestial.

De esta manera, Naraka es el hijo de la Tierra. Y es llamado Nara- ka. Nara significa, hombre, quien conoce su manas (mente), quien practica manana (discernimiento de la reflexión sobre qué ha escuchado y qué se le ha enseñado). Pero Naraka, que significa infierno, es el nombre apropiado para el que cree que es el cuerpo y trabaja duro para satisfacer sus necesidades y su clamor. Cuando el hombre crece en fortaleza física, poder económico, velocidad mental, erudición intelectual y autoridad política y no crece en riqueza espiritual, se convierte en un peligro para la sociedad y en una calamidad para él mismo. Es un Naraka para sus vecinos y sus parientes. Sólo ve los muchos, no al Uno; es arrastrado por la multiplicidad brillante hacia el sendero descendente de la perdición.

Los a-suras (demonios) tienen otro nombre en sánscrito, Nakthancharas, aquellos que se desplazan en la oscuridad. Esta es una descripción justa de su patética condición. No poseen una luz que los guíe; no claman por luz; no son conscientes de la luz. Su intelecto se ha convertido en el esclavo de sus pasiones y de sus deseos, en lugar de establecerse como su amo.

Cuando finalmente la verdad aparece ante ellos y los abruma, reconocen al Uno y se funden felizmente en él.

La lámpara no es meramente el símbolo del conocimiento de la Verdad. También es el símbolo del Uno, el Atma que brilla en y a través de toda esta multiplicidad. Al igual que con una lámpara se pueden encender mil lámparas y la Una está tan brillante como siempre a pesar de las miles de luces derivadas de ella, el Atma (alma, espíritu) ilumina el jiva (ser individual) y brilla en y a través de ellas, sin sufrir disminución alguna en su esplendor.

El Atma es la causa; todo lo demás son efectos.

La lección que dipavali le enseña al hombre.

Naraka buscaba actuar libremente, de acuerdo con lo que le dictaban sus emociones y pasiones. Pero la palabra sánscrita utilizada para esta clase de licencia tiene otro y más profundo significado: Sva-iccha, el propio deseo, es decir, aunque sea el deseo de solamente fusionar y absorber las chispas que han emanado de él, las olas que juegan sobre su superficie. Las Upanishads estimulan a deambular en la selva de la vida como el Rey de las Bestias, el León, y no como una cobarde oveja aterrorizada avergonzada de levantar su cabeza. Enfrenten a los seis enemigos que están corroyendo el corazón del hombre –lujuria, ira, apego, orgullo, odio, avaricia– y sean Hombres, Nara, no Naraka, quien se arrastra an
tes estos enemigos e intenta calmarlos cediendo ante sus demandas. Esta es la lección que enseña Dipavali.

La Plegaria Védica es: “Thamaso maa jyothir gamaya” (De la oscuridad condúceme, Oh Señor, a la luz). Condúceme de la ceguera de la ignorancia a la visión de la verdad. Limpien la mente y la Verdad se reflejará en ella. Esto no es tan difícil como imaginan algunas personas. La diminuta hormiga puede viajar cientos de millas, si sólo adelanta sus patas y comienza. La fe y la firmeza lograrán el resto del trayecto. Pero, si un aeroplano que puede volar más rápido que el sonido no se eleva de la pista, sólo puede estar donde se encuentra. Cada uno debe primero decidir para qué vale la pena vivir y esforzarse. Para esto uno tiene que conocer y conversar con mayores que han viajado por la misma ruta; uno tiene que saborear la bienaventuranza de la realización que expresan sus vidas. Inspirados por su ejemplo, uno debe practicar lo que ellos prescriben, con una confianza decidida.

La lección impartida por las carreras de Naraka y Bali.

Cuando el hombre fracasa en el uso de sus logros para el bienestar de los demás, se convierte en un narakaasura (demonio infernal). Pero, cuando en una carrera de competición por la gloria individual, gasta billones para llegar a la luna y traer rocas de su corteza, en lugar de alimentar a millones aquí abajo que se mueren de hambre y de promover la prosperidad de naciones en desarrollo, sólo se está condenando a sí mismo. Hasta las mejores cosas pueden ser mal utilizadas por los hombres.

Ravana, Shisupala, Kamsa y otras personas demoníacas mencionadas en los puranas (antiguas leyendas) y epopeyas de la India, tenían una vasta erudición, un enorme poder económico y militar, e incluso inmensas habilidades yóguicas y aptitudes ocultas ganadas a través de años de austeridad y vida disciplinada.

Pero ellos no pudieron aprender una habilidad: la habilidad de contener el ego, y de esta manera se hicieron demasiado obstinados, demasiado obstructivos y demasiado peligrosos para que se les permitiera vivir y prosperar. La lección impartida por las carreras de Naraka y de Bali es que el hombre debe ser el amo de su ego si ha de triunfar en el arte de una vida exitosa.

Dipavali es también un día dedicado a la Diosa de la Fortuna, llamada Dhanalakshmi. Ellos celebran el día como el día del Dhanalakshmi Puja en muchos estados de la India. Los periódicos destacan las celebraciones con grandes titulares. Pero, cuando la fortuna llega por ellas, tiene que ser reverenciada como algo dado en custodia, y debe ser utilizada para la mejora de las necesidades de la sociedad, y no para el engrandecimiento personal. Cuando las personas la utilizan para ostentar su fortuna, se convierten en ridículos especímenes de la humanidad.

¿Cómo pueden brillar la riqueza y la erudición, excepto contra el fondo de la virtud y la humildad? La riqueza puede llegar o la riqueza se puede ir; la erudición puede adquirirse o puede no ser adquirida; hasta la dicha puede venir e irse. Cualquier cosa que suceda, el hombre debe estar inmutable, no debe cambiarse bruscamente del sendero que ha elegido hacia la meta.

El mensaje de Sai en el festival de las luces.

Cierta vez, había un mercader que, mientras caminaba por las calles de Benares, repentinamente fue enfrentado por dos hermanas que estaban discutiendo frenéticamente sobre el tema de cuál de las dos era más justa. No eran otras que Dhanalakshmi y su famosa hermana Dharidhralakshmi, la Diosa de la pobreza. Detuvieron al mercader y lo obligaron a aceptar ser el juez; lo presionaron a declarar quién era la más justa de las dos. El mercader temía decir que Dhanalakshmi era más justa, pues entonces la Diosa de la pobreza podría infligir sus cargas sobre él; temía declarar que Dharidhralakshmi era la más justa, pues entonces su hermana, Dhanalakshmi, podría privarlo de su favor. Así, elaboró una artimaña para salvar su pellejo. Pidió que las hermanas caminaran unos pasos, hacia adelante y hacia atrás, frente a él; permaneció en silencio por un rato obser vando sus lentas idas y venidas deliberadas, y entonces les pidió que se le acercaran, para que pudiesen escuchar su sentencia.

Dijo: “Dhanalakshmi es más justa cuando viene hacia mí; Dharidhralakshmi se ve más justa cuando se aleja de mí.

¿Cómo entonces puedo dar un veredicto definitivo?”.

Esta fue una respuesta inteligente, enmarcada en escapar del castigo. Pero ustedes no deberían cambiar el rostro de la verdad para agradar a las personas; pronuncien lo que tienen en mente, actúen de acuerdo con las palabras que pronuncian. Ese es el procedimiento más seguro, el más fácil y el más correcto.

Así es como debería comportarse un hombre que se precie. Nada es más correcto que la verdad. No traicionen al Dios en vuestro ser, permitiendo que ingrese el mal a través del temor y de la codicia. Caminen, de forma recta, no desviándose jamás hacia la falsedad o el engaño. No sean atraídos por el encanto del nombre y de la forma; busquen el Atma, con fervor atento. Este es el Mensaje que les doy en este Festival de las Luces.

Prashanti Nilayam, 25/10/1973.

Deberían reconocer la verdad de que la vida del hombre debería consistir en realizar el trayecto desde la posición del “Yo” hacia la posición del “Nosotros”.

Si todo el tiempo simplemente permanecen, se sientan en el sitio del “Yo”, se quedarán donde están.

Esta creación es como el puente que conecta al hombre con Dios. “Yo” es una colina. “Dios” es otra colina. El puente entre los dos es el aspecto de la creación. Si rompen y destruyen el puente, nunca podrán alcanzar el destino.

Espero que se sumerjan en la sociedad y realicen servicio a la misma, y así utilicen el puente para alcanzar a Dios.

Sri Sathya Sai