Discursos dados por Sai Baba
{SB 09} (30 de 35 discursos 1969)
32. 20/11/69 Los tres tronos
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 33 )
Los tres tronos
29 de Noviembre de 1969
Prashanti Nilayam
Inauguración de la Conferencia Nacional India Prashanti Nilayam
ESTA ASAMBLEA DE funcionarios de las Organizaciones Sathya Sai de la India llena de alegría todos los corazones: es una gran ocasión. Usen esta oportunidad para redescubrir y restablecer en sus mentes el alto propósito al cual está dedicada esta Organización, para fortalecer la fe que los inspirará a participar con más eficiencia en esta trascendental aventura. El esfuerzo organizativo en el campo espiritual ha sido descuidado por mucho tiempo en la India; está lleno del peligro de la disolución en las garras del sutil cáncer de la ambición egoísta y la facción. A menos que el individuo sea primero purificado y fortalecido, la Organización se desintegrará y dispersará. Por lo tanto, habrá sido todo el tiempo un solitario peregrinaje hasta el país de la luz y del amor. Pero la base misma del progreso espiritual es la negación del yo y la alegre aceptación del nosotros, que no es sino la fusión del yo en Él. El sacrificio, el servicio, el compartir la alegría de los demás, la compasión cuando otros sufren dolor, éstas son virtudes que purifican y preparan al individuo para la ardua tarea de alcanzar la meta. Expandan la limitada conciencia del individuo hacia el ilimitado reino de la divina gloria; éste ha sido el llamado.
Cada unidad es un miembro de la Organización de la Independencia, sin duda, un miembro de la Organización para el Autodominio, pero hay que dominar al ser para poder ser más aptos para servir al hombre. Esta compañía de buscadores deben ayudarse los unos a los otros a escapar de la esclavitud de los sentidos y vivir constantemente en la presencia del omnipresente Señor con quien han tenido contacto. La unidad es una perenne fuente de bienaventuranza para el individuo y la comunidad. Es una lámpara en la selva; arde con el aceite de la devoción y la mecha del servicio y derrama la luz del amor por medio de la llama de la sabiduría. La llama puede ser limpia y sin humo sólo cuando la persona es recta y sincera; cuando reverencia a otros también como encarnaciones de la sinceridad y de la rectitud, de la Divinidad misma. En la actualidad, cuando las personas se encuentran, una cortina de envidia, orgullo y malentendidos se alza entre ellas, exagerando las fallas de cada una como obstáculos en el camino de la simpatía y de la hermandad. Carecen de unidad básica, de fraternidad esencial, de igualdad fundamental. Comprendan y toleren, simpaticen y amen; éste es el mensaje de los sabios de esta tierra, que conforma y sostiene la Sabiduría Eterna o Sanathana Dharma. Como funcionarios de las unidades de esta Organización salvadora del mundo, deben volver a vivir este mensaje, revitalizarlo y guiar a los hombres con su propia experiencia. Si viven de acuerdo con los lineamientos de estos sabios, harán felices a tres personas: ustedes, los demás y yo.
La dedicación detesta la publicidad y la ostentación; es un matrimonio del espíritu con su soberano, es un tesoro que es contado en el silencio de la soledad. Los sabios sabían cómo conservarlo y contemplarlo en beatífico aislamiento, en los rincones profundos de las ermitas de la selva. El Alma era su solo compañero y Dios el único consejero. Luchaban con sus enemigos internos, las tentaciones del mundo objetivo; calmaban dudas y distracciones. Una vez lograda la meta de la calma perfecta, venían entre la gente, como lo hizo Shankaracharya, y le enseñaban cómo orar, propiciar y penetrar a lo ¡limitado.
Enseñaban por el ejemplo que la joya más preciosa que puede lucirse en el pecho humano es el amor; el amor que ve a todos como uno mismo. Ahora está encerrado profundamente en el pecho que está formado de los cinco elementos, y su luz sólo se derrama sobre el ego o sobre aquellos que lo complacen. En realidad, es la herencia de toda la humanidad y debe ser compartida con todos. El mundo está planeado como un gimnasio, un terreno de juego, una ermita donde el hombre pasa sus días recuperando su salud y fortaleza, ganando claridad y pureza de intelecto; pero ahora se ha vuelto un lugar de pecado, un campo de exterminio, un jardín de holganza, reduciendo al hombre a algo peor que un bruto. La ira, el odio y el boato han remplazado al amor, la cordialidad y la sencillez. La devoción no es una adquisición que debe ser publicitada; es una ganancia secreta que debe ser comunicada sólo a Dios. Cuando la chispa de la envidia cae en la mente, pronto crece como un fuego arrollador y destruye todas las oportunidades de bien. Obsérvenla vigilantemente; la envidia es sólo la consecuencia del orgullo y el orgullo viene de la ignorancia de su papel. Creen que han logrado mucho y que otros no les están dando el respeto que se merecen, que honran a alguien con menos logros que ustedes. Pero piensen un poquito: ¿Quién les dio la oportunidad, la inteligencia, el éxito? El Señor. Sin Él están indefensos; Él decidió, impulsó, realizó, y se hizo. Sean humildes, sean cordiales con todos. Todos son igualmente dedicados y sinceros.
No infecten estas asociaciones de aspirantes a mi gracia con el virus de la rivalidad y de las facciones. No pregunten por la casta de nadie, desarrollando parcialidad y prejuicios en base a eso. Esfuércense por ganarse el don de mi gracia, no el brillo de la presidencia o secretaría. Pongan atención a sus deberes y responsabilidades. Ésta no es una carga ordinaria que han tenido el privilegio de llevar. Puedo ver a través de ustedes de cabo a rabo. No anden con la cabeza en alto mofándose de la gente; inclínense para que puedan recoger su carga y colocarla en sus hombros. Dóblense como se dobla la rama cuando está cargada de frutos. Cada deber bien cumplido es un depósito para su crédito en el banco de Dios. Incrementen ese depósito; pueden girar contra él por medio de cheques y reclamar el pago por derecho.
Deben tener una intensa fe en los Vedas, los Shastras y los Puranas. Son los depositarios de la antigua sabiduría, la sabiduría que ha resistido la prueba de las edades. Enseñan humildad, reverencia y tolerancia. Satúrense del espíritu de estos textos. Entonces estarán libres de las enfermedades de la pereza y la codicia, la lujuria y la gula, la envidia y el orgullo. ¡Entronicen al amor como monarca del reino del sentimiento, entronicen a la razón como monarca del reino del pensamiento, entronicen al desapego como monarca del reino de la actividad! Ésta es la tarea que yo les pongo hoy para la unidad de las Organizaciones Sai.
Inauguración de la Conferencia Nacional India Prashanti Nilayam
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