Discursos dados por Sai Baba – 23. 24/05/67 Plomo u oro

Discursos dados por Sai Baba

{SB 07} (41 de 48 discursos 1967)

23. 24/05/67 Plomo u oro

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 11 )

Plomo u oro

24 de Mayo de 1967

Prashanti Nilayam

CUANDO EL PODER inmanifestado se manifiesta en una forma individualizada, es una fuente de bienaventuranza para aquellos que lo reconocen como tal, según acaban de escuchar de la experiencia de la doctora Tyberg, de Estados Unidos. Ella ha estudiado los antiguos Shastras de la India y ha vivido muchos años en este país; sabe que la misión del hombre es realizarse como Dios y fundirse en el océano de la bienaventuranza divina. El conocimiento es el tesoro que el hombre debe acumular para que pueda así conocer y fundirse en Dios. Las vacas pueden ser de diferentes razas, colores y tamaños, pero la leche que dan es la misma en todo el mundo. Así también, todas las religiones, cualquiera que sea su origen o la extensión de su influencia, son todas medios para enseñarle al hombre este proceso.

En la actualidad, la ley del comportamiento humano se ha vuelto «cada uno para sí mismo»; esto sucede porque se desconoce y no se pone en práctica el hecho de que todos son uno en Dios. Esto es producto de la práctica espiritual; la convicción crece lentamente, pero debe adquirirse. Durvasa, el gran sabio que es famoso en las epopeyas por su ascetismo, es también conocido por su ira cuando era menospreciado o contrariado. Era tan sensitivo, tan egoísta, tan engreído, que olvidó la unidad de todos en Dios. Estaba siempre listo con una terrible maldición cuando alguien mostraba indiferencia hacia su inflado ego. ¿De qué sirven todos los años de austeridad? Entreguen todo lo que tienen y ganen al Señor. A veces, cuando tienen algún dinero extra en sus manos, lo pueden entregar a un amigo diciendo: «Guárdamelo; tengo miedo de gastarlo demasiado pronto si está en mis manos; no confío en mí mismo». Dios es el amigo en quien pueden poner su confianza; así, entréguenle todo lo que tienen y sean libres y felices. No lo hacen ahora porque carecen de fe.

El hombre todavía cree que la felicidad puede ser obtenida del mundo externo. Atesora riqueza, autoridad, fama y conocimientos a fin de adquirir felicidad, pero encuentra que éstos están llenos de temor, ansiedad y dolor. El millonario está acosado por el recaudador de impuestos, el timador, el cazador de donativos, el asaltante y los hijos y parientes que reclaman su parte. La felicidad de origen material es de corta duración y tiene a la miseria como reverso.

Luchen por conocer el Alma, por visualizar a Dios; aun el fracaso en este esfuerzo es más noble que el éxito en cualquier tentativa mundana. El búfalo tiene cuernos, el elefante tiene colmillos, pero ¡qué diferencia! Vivir en el cuerpo, con el cuerpo, para el cuerpo, es la vida de un gusano; vivir en el cuerpo con Dios, para Dios, es la vida de un hombre. Las personas tamásicas, que odian la actividad, se aferran al ego y a sus parientes y amigos y su amor se limita a éstos. Las personas rajásicas, activas, apasionadas, buscan poder y prestigio y aman sólo a aquellos que las ayudan a lograrlos. Pero las personas sátvicas, puras, buenas, llenas de ecuanimidad, aman a todos como personificación de Dios y se dedican al servicio humilde. Pundalika era una persona así. Estaba masajeando los pies de su anciana madre cuando Dios se apareció ante él. No interrumpió el servicio, pues se lo hacía a ese mismo Dios en la forma de su madre. Tukaram le dijo que era Dios que se había manifestado ante él, pero Pundalika no vaciló; le pidió a Dios que esperara un momento, hasta que terminara el servicio a Dios que había empezado.

El impulso del hombre de amar a su madre es una expresión de la naturaleza divina en él. Si no hubiera ninguna chispa de lo divino en el hombre, no tendría ningún amor. Una persona que ama es un teísta, un creyente, ya sea que vaya o no a un templo o iglesia. Pundalika no cometió ningún sacrilegio, pues él realmente estaba adorando a Dios en su forma más accesible: su madre. Deben proseguir de lo conocido a lo desconocido; entonces el amor se expande en círculos cada vez más amplios, hasta que abarca a toda la naturaleza, hasta que el mismo cortar una hoja de un árbol los afecte tanto que no se atrevan a lesionarlo. La verde vitalidad del árbol es una señal de la voluntad divina que inserta profundamente sus raíces en el suelo. Las raíces mantienen el árbol a salvo de las tempestades, sosteniéndolo contra el violento empuje del viento. Así también, si las raíces del amor en el hombre van hasta la fuente de lo divino en él, ninguna tempestad de sufrimiento podrá sacudirlo y hacerlo caer en la incredulidad.

Del mismo modo que un trozó de azúcar endulza cada gota de agua en el vaso, la visión det amor hace a cada persona en el mundo amable y atractiva. Las sencillas pastoras de Gokula se veían una a la otra como Krishna; tal era su irresistible amor por la encarnación divina. El Bhagavata, donde se describe su amor y el amor de muchos otros buscadores del Señor, es un libro de texto sobre el amor divino. El Mahabharata, que describe las hazañas y excelencias de Krishna, es un libro de texto sobre la rectitud, la ética de la vida social y política, corregida y dirigida por la supremacía de lo recto. Comiencen a servir amorosamente este día, en este momento. Cada acto los impulsará hacia el siguiente, pues la emoción que da es muy inspiradora.

Hubo una vez un rey que les preguntaba a los eruditos y sabios que llegaban a su corte: «¿Cuál es el mejor servicio y cuál es el mejor momento para hacerlo?» Durante mucho tiempo no pudo obtener ninguna respuesta satisfactoria. Un día, mientras perseguía a las fuerzas de un rey rival, quedó separado de sus tropas, en la espesa jungla; cabalgó un largo rato, cansado y hambriento, hasta que llegó a una ermita. Ahí había un anciano monje que lo recibió con bondad y le ofreció un vaso de agua fresca; después de un breve descanso el rey le planteó a su anfitrión la pregunta que lo atormentaba: «¿Cuál es el mejor servicio?» El ermitaño dijo: «Dar a un hombre sediento un vaso de agua». «¿Y cuál es el mejor momento para hacerlo?» La respuesta fue: «Cuando viene de lejos y solo, buscando algún lugar donde obtenerla». El acto de servicio no debe juzgarse de acuerdo con el costo o la publicidad que implica; puede ser sólo el ofrecimiento de un poco de agua en la profundidad de la jungla, pero la necesidad del receptor, la actitud de la persona que la ofrece, éstos deciden si el acto es de oro o de plomo.

Llenen de amor cada acto. No dejen a nadie sufrir el más mínimo dolor como resultado de su pensamiento, palabra y acción. Que ésta sea su práctica espiritual; con toda seguridad los ayudará a alcanzar la meta.

Prashanti Nilayam

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