Discursos dados por Sai Baba – 27. 04/04/65 Levantando las aldeas

Discursos dados por Sai Baba

{SB 05} (58 discursos 1965)

27. 04/04/65 Levantando las aldeas

4 de Abril de 1965

Sathyavada

La primera función del Nuevo Año de Vishvavasu es esta gran congregación en Sathyavada, un verdadero océano de humanidad, formado de ríos y corrientes provenientes de muchos kilómetros a la redonda, ¡un océano de felicidad, más que un océano de humanidad! El hombre nace para alcanzar esta felicidad, no sólo para comer y divertirse. El contento verdadero y perdurable sólo puede lograrse con una vida dirigida por el camino del Dharma o deber. El Dharma hace que la divinidad inherente en el hombre se ilumine; esta iluminación es el propósito de la vida, de la recurrente secuencia de nacimientos y muertes. El hombre tiene en si la chispa de la Divinidad, que es omnipresente, omnisciente, omnipotente e inmanente en todo el universo; con el objeto de hacerse conciente de esta realidad innata, el hombre debe aprender la técnica establecida por las escrituras, revelada por la misma Divinidad.

La primera lección en el abecedario de este texto espiritual es el control de la lengua. La lengua es el arma del hombre; otros animales tienen velocidad en las extremidades y filo en las garras, colmillos, cuernos, pico, zarpas. Pero el hombre tiene la dulzura en la expresión, que puede desarmar toda oposición y derrotar todas las intenciones de odio. La dulzura los hace pashupati, divinos; la rudeza los hace pashu, bestiales. La mera cortesía o dulzura externas son hipocresía. La expresión sincera debe fluir de la verdadera dulzura del corazón, un corazón lleno de amor. Eliminen todo el mal del cristalino lago de su mente (Manasa sarovara) y háganlo una morada adecuada para el Supremo.

No aspiren a ser servidores de Dios trabajando por un jornal; se reducen a sí mismos a ese nivel si piden esto o aquello de él a cambio de la alabanza que le ofrecen y del sacrificio que soportan, y aunque no pidan, si tienen esa actitud de regateo en la mente o si se sienten decepcionados porque Dios no les proporcionó los objetos que deseaban a cambio de todas las molestias que pasaron para complacerle. No calculen la ganancia; no consideren la recompensa; no planeen las consecuencias; actúen porque tienen que actuar, porque es su deber. Ésta es la verdadera adoración. Dediquen los actos, así como las consecuencias, a Él. Entonces se convierten en él mismo, no en un obrero que demanda salario. Éste es el nivel más elevado que un devoto puede alcanzar mediante la práctica espiritual. Es por esta razón que en el Gita Krishna enaltece en forma tan elevada, el renunciamiento a los frutos de la acción.

El corazón tiene el precioso tesoro de la bienaventuranza o ananda, pero el hombre no conoce la llave para abrir la cerradura; la llave es el namasmarana, la repetición del nombre del Señor, con un corazón puro. Purifiquen su corazón con los cuatro instrumentos: Sathya o verdad, Dharma o deber, rectitud, Shanti, o paz y Prema o amor. Esfuércense siempre por hacer el bien a los demás, por pensar y por hablar bien de otros. Esta tarea consumirá su egoísmo y apego a las cosas que complacen los sentidos. No se comporten como animales, siempre ocupados en ganarse la vida o en sostener una familia. Luchen por cosas más elevadas; usen los talentos superiores con que fueron dotados.

Me complace que este pueblo haya respondido tan bien al llamado a las cosas más elevadas de la vida. Todas las aldeas deben despertar ante esta visión del Supremo. No se desanimen; esto sucederá pronto. En verdad, la humildad y la veneración están desapareciendo rápidamente en las ciudades; la arrogancia y la irreverencia se han convertido en moda allí. El temor al pecado se ha marchitado; no queda fe en las aldeas, ni en Dios ni en sí mismos. Pero estas virtudes de la humildad, la veneración, el temor al pecado, la fe en la victoria de la verdad y en la eficacia de la virtud, en la existencia de un eterno y siempre presente testigo, todavía existen y florecen en las aldeas. La misma gente que ha caído está ahora intentando «levantar a las aldeas»; gente que está sufriendo de la manía de imitar culturas extrañas está hablando de preservar y propagar la cultura genuina de la india que las aldeas todavía alimentan, y hacen proyectos para ello.

Algunos se consideran grandes porque poseen muchas tierras, otros porque tienen dinero, otros porque tienen armas y otros más porque poseen grandes poblaciones, pero la verdadera riqueza, la verdadera grandeza es la virtud que logra la gracia de Dios. Los Kauravas tenían todas las cosas a las que el mundo honraba y envidiaba: armas, ambición, amigos, aliados, fuerzas, riqueza, pero Dios no estaba de su lado porque eran malvados, y así, ellos cosecharon el desastre y la desgracia. Todas las cosas de que se enorgullecían dan felicidad sólo cuando llegan, pero dejan sufrimiento cuando desaparecen, como lo harán un día u otro. Pero la gracia de Dios es Sathya o verdad, es decir, perenne, sin cambio, en todo momento y en todos los lugares; es nirmala, incontaminada por cualquier mancha, plena, completa, todopoderosa; es nischala, inafectada por las modificaciones. En lugar de ganar la gracia y la bienaventuranza que fluye de ella, el hombre teje un capullo a su alrededor con el fluido pegajoso del apego al mundo objetivo y se convierte en prisionero de sus propios deseos. «Yo» y «mío» son los dos colmillos de la cobra de la vida mundana. Arránquenlos de su carácter y ya no serán peligrosos para la sociedad ni para ustedes mismos.

Yo sé que en las aldeas tienen que llevar una vida metódica, levantándose con el canto del gallo y acostándose cuando las aves se van a dormir. Por supuesto, tienen que trabajar por alimento, vestido y habitación para su familia y por mantener felices y tranquilos a todos aquellos que dependen de ustedes. Pero yo quiero hacerles una pregunta: ¿Es esto todo? ¿Completa esto la tarea? ¿Qué ha sucedido con el objeto primordial de la vida humana, esa vida humana que han logrado después de edades de lucha? ¿Cuál es el beneficio de los largos años pasados en este cuerpo si no han descubierto la respuesta a la pregunta esencial: ¿Quién soy yo? Conozcan esto; conviértanse en amos de su propio reino, del reino de los sentidos, del intelecto, de las emociones, de los impulsos, de los instintos, de las actitudes, de los prejuicios. Solamente entonces podrán afirmar que poseen control (svarajya). Cuando en la propia casa, el hijo se rebela contra los padres, y el hermano alberga odio contra el hermano, ¿cómo pueden llamarse a sí mismos «amos»? Del mismo modo, si sus sentidos los arrastran en una dirección y su intelecto hacia otra, ¿cómo pueden afirmar que poseen autocontrol?

Debo prevenirlos contra dos enfermedades infecciosas que están presentes en este momento en el país: el egoísmo y el hábito de denigrar a los demás. Investiguen, examinen y luego tendrán el derecho de pronunciar un juicio. Investiguen, examinen y luego comprenderán que el propio ser es mejor servido sirviendo a los demás; comprenderán que hay formas mucho más útiles de pasar el tiempo, el poco tiempo que tienen en esta vida, en vez de andar denigrando o ensalzando a los demás u ocupándose de sus defectos y cualidades. Ocúpense más seriamente de sus propios defectos; desarrollen con más cuidado sus propias cualidades. Éste es mi consejo para ustedes este día.