( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 04 cap. 36 )
DIAGNOSTIQUEN SU PROPIA ENFERMEDAD
17 de Diciembre de 1964
Centro de capacitacion para trabajadores sociales, Kalahasti
EN Mi CAMINO hacia este lugar, miles de hombres y mujeres anhelantes me interceptaron e insistieron en que me reuniera con ellos en el templo dedicado a Sai. Debido a ello no pude llegar a tiempo. Por eso, ahora tengo que acortar mi discurso. Los devotos me obligan; no puedo ignorarlos cuando me suplican de esta manera. Mi felicidad, al igual que la de ellos, fue indescriptible. A causa de esta demora, yo sé que algunos se retiraron a su casa. Bien, la suerte es de ustedes que se quedaron. Las perdices, después de esperar pacientemente y con profundo anhelo, beben las primeras gotas de lluvia que caen. Se contentan aun si apenas cuatro gotas humedecen sus gargantas resecas.
La vida es multidireccional, tiene muchas facetas; algunas de ellas son auspiciosas, otras conducen al desastre. La mayor parte de la vida la ocupamos en la persecución de espejismos, en construir castillos en el aire. El ansia de saciar la sed en el lago del espejismo nunca se agota. El deseo se multiplica; la satisfacción de uno de ellos conduce a la proliferación de muchos más. Nunca pueden decir: «Con esto Se acaban todos mis deseos; no tengo más necesidades». El amor que se centra en uno mismo es como un foco que ilumina solamente una habitación, sin esparcir luz fuera de las cuatro paredes. Está confinado a los sentidos y nunca se abre a los demás. Hay otra clase de amor, más grande y más profundo, que se expande a los miembros de la propia familia. Es como la luz de la luna, que no es suficiente para que las cosas se vean con claridad, pero si para que uno pueda moverse valiéndose de ella. Pero la clase de amor más deseable es como la luz del Sol, siempre ocupada en purificar, activar, iluminar, sin hacer distinción alguna. Este amor hará que el hombre actúe siempre con el espíritu de dedicación al Señor. Y de este modo, las acciones serán también edificantes y sagradas.
La dedicación es diferente al Servicio; en el Servicio existe el ego. «Yo sírvo, él es el amo, él necesita mis servicios, yo le soy necesario». Pero en la dedicación, el yo desaparece. No hay deseo por el fruto; el goce consiste en el acto mismo que se ejecuta. Para cultivar esta actitud de dedicación, cada uno debe pensar en Dios, recordar su nombre y profundizar en su fe. La fe y la devoción, que son los requisitos indispensables para lograr la paz interior, no pueden transmitirse en la familia, comprarse con riquezas, ser conferidos por maestros ni adquirirse por medio de títulos universitarios.
La enfermedad más crónica del hombre es la ignorancia (ajñana) del Atma inmortal dentro de él. Deben saber la razón de por qué se contagiaron con esta enfermedad y tratar de curarse. La mayor causa de esta enfermedad es la fascinación con el mundo objetivo y la subordinación a los sentidos. Existe además una causa más profunda: la importancia indebida que se da al cuerpo, imaginando que es lo único y más importante. El cuerpo es como un refugio temporal donde residen por un corto tiempo en el viaje de la vida. La meta es la liberación. La liberación da la felicidad suprema.
Tengan fe en el océano, no en la ola; crean en el Señor, no enlas pequeñas cosas. La tragedia consiste en que depositan su confianza en hombres ínignificantes y malvados, en quienes de antemano saben que son viciosos y codicíosos, pero dudan cuando se les pide poner su fe en el Señor, que es más compasivo que cualquier padre, más amoroso que cualquier madre, más poderoso que cualquier autoridad mundana, más considerado que cualquier pariente. Ustedes no dudan unos de otros. pero si Cuando se trata del Señor. Hasta el hombre común habla largo y tendido cuando el tópico de la discusión es sobre Dios.
La «duda» es fácil y la fe es difícil. Moren en el nombre y su dulzura saturará sus lenguas y mejorará su sabor. No cuenten el número de veces que lo han repetido. Porque, ¿a quién van a impresionar con la cantidad? El Señor responderá aun si lo llaman sólo una vez desde las profundidades de su ser; será sordo aunque lo llamen un millón de veces automática y artificialmente, con la lengua, no con el corazón. Es fácil acumular cifras. Cuando Akbar desafió a sus cortesanos a que le dijeran el número exacto de pájaros que había en Delhi, un sirviente analfabeto se ofreció a hacerlo. Después de algunos días vino a la corte y aseguró que había 990 millones 99 mil de ellos. «Supón que haga verificar el número y se encuentre que hay más, ¿qué castigo te impondré por el cálculo equivocado?” preguntó el emperador. El sirviente dijo: “Algunos pueden haber llegado volando de las áreas adyacentes». «¿Y si el número total resulta menor?» «Algunos pueden haber volado fuera de la ciudad”, replicó el sirviente fríamente. Los números son fáciles de manipular, pero la gracia no depende de ellos en absoluto. El Señor pide el corazón, el corazón pleno y nada más que el corazón.
Si el corazón tiene muchas goteras, la dulzura se escurrirá y no podrá ofrecerle otra cosa que su egoísmo, su orgullo, su sed de fama; todos éstos son goteras; si dan algo a una buena causa esperando que sus nombres aparezcan en el periódico de Andhra Pradesh regocijándose cuando lo vean allí, deprimiéndose si no lo encuentran, entonces esa caridad tiene goteras. Ese sacrificio es superficial y egoista. Las semillas brotarán solamente cuando estén dentro del suelo, no si están en la superficie. Karna perdió la vida cuando se puso a recordar, en su desesperación los sacrificios que había hecho. Estos no deben contarse en la memoria.
El regateo y el cálculo son inútiles en el campo espiritual. No pueden negociar con el Señor y pedir recompensas proporcionales. Si hacen tal cosa lo perderán todo. Él tiene su propia aritmética. Alimento, cabeza, Dios ése es el orden apropiado: aliméntense para desarrollar la inteligencia, la cabeza; luego, con esa inteligencia, realicen a Dios. Los sentidos sólo pueden informarles de lo obvio, de lo que está a su alcance. Pero la intuición de los sabios tal como está registrada en los Vedas habla de aquello que no se puede alcanzar por los sentidos o el intelecto o la imaginación. Tratar a los Vedas a la ligera es el colmo de la necedad.
“La fiebre de la juventud arrogante» a la que yo llamo más bien el «colapso de la juventud», Yauvanasanípatam, nubla el intelecto y hace que la juventud Sea desagradecida y desconsiderada. Rechazan a sus padres, deshonran a los mayores, ridiculizan a los maestros, desprecian las escrituras; causan pena a las mismas personas a quienes deben su vida. No se dejen llevar por la creencia de que esta clase de conducta vale la pena. Tengan como ideal a Lakshmana, a Dharmaraja, a Sita o a Mira. Traten de ver y oir cosas buenas, de hablar suave y dulcemente. Instalen al Señor en el altar de su corazón. Crean en las consecuencias del karma hecho ahora y en el pasado. Nadie puede evitar las reacciones de sus acciones; los efectos tienen que ser experimentados por el que los hace.
Ustedes están siendo adiestrados para convertirse en mejores servidores de la comunidad (gramashevaks). Esta es una gran oportunidad que se les ha presentado para prestar servicio y para compartir y dar felicidad. El servicio que hagan será más útil y duradero si invitan a grandes sabios y a través de ellos instruyen a la gente del pueblo a cultivar el contacto con el Señor por la devoción a Dios y el amor hacia los hombres. Los aliento a que se esfuercen en organizar sesiones de bhajans, kirtans y relatos sobre los dioses (harikata) para la gente a fin de inspirarlos hacia la vida superior del espíritu.
Se ha hecho tarde y la noche ya está bastante avanzada. Ahora mismo salgo para Madrás; ello no tiene importancia para mi, pues no me afecta el cansancio, pero ustedes tienen que llegar a sus hogares y muchos han venido desde pueblos lejanos. De modo que terminaré ahora. Yo siento cansancio sólo cuando no practican lo que les digo. Si deciden actuar de acuerdo con mis consejos, estaré con ustedes durante las 24 horas del día. Ahora sólo les pido que rumien, como las vacas, las preciosas palabras que han oído y que las asimilen y pongan en práctica en sus vidas. |