El control otorga el poder, las normas aportan mayor fortaleza, y la disciplina revela la divinidad. La gente añora la felicidad, pero ¿se la puede alcanzar dando rienda suelta a los sentidos? ¿Alguien puede ser feliz alimentándose cuatro veces al día, conduciendo un auto de lujo, o viviendo en una mansión? No. La felicidad está en ayudar a los demás. Se produce al renunciar, no al acumular. Estar al servicio de los sentidos hace al hombre bestial, y lo arrastra hacia la inmundicia y la desgracia. El yogui ha puesto su mente en la divinidad, no en lo mundano. El Geetha exhorta al hombre a transformarse en un «Sanatham Yoginah» (un yogui eterno). Pero el hombre es un yogui por la mañana, volviéndose un bhogi ( hombre sensual) al mediodía, y un rogi (un enfermo) cuando termina el día. Hoy el hombre vive sin fe (la base), y sin ideales (la superestructura). El dharma debe ser la base y moksha (la liberación) la superestructura, pero el mundo ha rechazado a ambas y se apoya en artha (la riqueza) y kama (el deseo) en busca de la felicidad y la liberación. Sathya Sai, 13 de abril de 1981.