El verdadero devoto es profundamente consciente de la transitoriedad de los triunfos terrenales. Sabe que la muerte es el árbitro final y que Dios es el único que dispensa, por ello, se mantiene firme y tranquilo, en las buenas y en las malas. No resbalará ni trepará suceda lo que suceda. Sabe que el Dios que adora es el Morador en la brizna de hierba y en la estrella más lejana. Dios escucha las plegarias que se elevan en todas los idiomas e incluso en el silencio de los mudos. No tiene ningún rastro de ira ni de preocupación. Ustedes tampoco tienen ningún motivo para desarrollar ira y ansiedad. Cuando sus dientes les muerden la lengua, ¿se enfadan con ellos por herirlos? ¿Rompen los dientes que tanto los lastiman? No, porque los dientes y la lengua son ambos de ustedes, son ustedes. Del mismo modo, ustedes y el que los hiere, son ambos miembros del mismo cuerpo, Dios. Sientan esa unicidad y eviten el odio. – Sathya Sai. Discurso 8 de julio de 1968.