La madre es el pilar del hogar, de la sociedad, de la nación, y en consecuencia, de la humanidad misma. Las madres deben conocer el secreto de la paz mental, el silencio interior, el coraje espiritual y el contento, que es la riqueza más importante, y también de la disciplina espiritual, que proporciona una alegría duradera. La madre debe enseñar al hijo el valor de recordar el Nombre de Dios y el valor de la limpieza mental y física. Debe ser como la madre de la historia relatada por Vivekananda, que recomendó a su hijo que llamara a Krishna en la selva mientras iba solo a la escuela, y siempre que estuviera desvalido. El padre y la madre deben suplementar en el hogar la enseñanza que da la maestra en la escuela. Ellos también deben familiarizarse con la lección que el hijo recibe en la escuela, y cuidar que su propia conducta y su consejo no entren en conflicto con lo que el hijo aprende de la maestra a quien adora. Los maestros y los padres deben procurar que los niños aprendan ciertos buenos hábitos y actitudes durante estos años formativos. Sathya Sai (Discurso, 9 de septiembre de 1958)
