Los deseos, cuando se satisfacen, engendran más deseos; cuando no se satisfacen, conducen a más lapsos de vida en la tierra ¡con el fin de calmar el anhelo! El único método por medio del cual el engaño del deseo puede ser destruido, es dedicar todas las actividades a Dios. Realicen las acciones con un espíritu de adoración, ¡dejándole las consecuencias a Él y dejando de apegarse a ellas! Consideren a todos como encarnaciones de lo Divino y adoren a cada uno como tal, ofreciéndole amor, comprensión y servicio. Solo los ciegos serán indiferentes a la triste condición de los demás, y solo los sordos no se verán afectados por los sollozos de los demás. De hecho, ¡no hay «otros»! Todos ustedes son “células vivientes” en el cuerpo de Dios, cada una desempeñando su función individual para promover Su Voluntad. La alegría que uno obtiene al promover la alegría de otro es incomparable. Su corazón debe derretirse de compasión cuando el ojo ve a otra persona sufriendo. ¡Ese es el signo de un individuo puro o noble (sátvico)! Sathya Sai Baba. (Discurso del 1 de abril de 1975)
