Buda enseñó que todos están dotados del mismo principio de la Divinidad. La verdad es una, pero los sabios se refieren a ella con diversos nombres (Ekam Sat viprah bahudha vadanti). Este mensaje fue expresado por el Señor Krishna en el Bhagavad Gita, cuando dijo que todos los seres son su propio reflejo, y ninguno es diferente de Él. Buda se sometió a grandes penurias para tomar consciencia de esta verdad. Muchas almas nobles que fueron contemporáneas de Buda reconocieron la grandeza de Buda. Dijeron que Buda experimentó la verdad que ellos no podían percibir. Dado que Buda abandonó todos los deseos, se convirtió en el prototipo de la renuncia total. No había nada en él además del amor. Consideraba al amor como su aliento vital mismo. Recuerden esto: cuando ofrecen su saludo a alguien, comprendan que se están saludando a sí mismos. Ese alguien no es otro que su propio reflejo. Vean a los demás como ven su propio reflejo en el espejo. Este es el mensaje transmitido por el profundo Mahavakya “Aham Brahmasmi”. (Discurso, 13 de mayo de 2006).
