Todo hombre es propenso a cometer errores, a sabiendas o involuntariamente. Pero hay un error que no debe cometer en ninguna circunstancia, y es olvidar lo que debe a su madre. El amor de una madre puede redimir la vida de un hombre, cualesquiera puedan ser sus demás faltas. El mayor obsequio de los padres es el cuerpo, con todos sus poderes. Si bien el Señor gobierna todas las vidas, son los padres quienes han dotado al niño de un cuerpo. La arcilla y el agua son regalos de la naturaleza, pero es el alfarero quien hace con ellas las vasijas. En consecuencia, la gratitud hacia los padres es una obligación fundamental. Actualmente, los estudiantes preguntan: “¿Por qué tenemos que agradecer a nuestros padres?”. Deben recordar que si ahora causan angustia a sus padres, por su comportamiento, no deberán sorprenderse en los años por venir, si sus propios hijos les causan similar angustia. Esta es la ley de acción y reacción, que está siempre en funciones. (Discurso, 6 de mayo de 1987)
