No pueden estar frescos y sentirse bien, usando una camiseta lavada debajo de una camisa sucia; o una camiseta sucia debajo de una camisa limpia. Ambas deben estar limpias para proporcionar la sensación de alegría. Así también, deben buscar y lograr la limpieza exterior e interior. En realidad, la limpieza exterior no es sino el reflejo del logro interior. Hay un brillo extraño en el rostro de una persona inocente. La limpieza interior tiene sus propios jabón y agua: el jabón de la fe fuerte y el agua de la práctica constante. El verdadero aspirante tendrá una actitud reverente hacia el deber que está cumpliendo. Llevará a cabo cada tarea que se le asigne, como si fuera un acto de adoración mediante el cual el Señor será complacido y a través del cual podrá acercarse al Pedestal de Dios. El deber es Dios, el trabajo es adoración: ese es el lema. La adoración no es un uniforme para ponerse y quitarse a determinadas horas del día. (Discursi 19 de febrero de 1970)