Actualmente se adora al Señor ofreciéndole cosas que a ustedes les apetecen, tratando a Dios con todo el honor que se desea para uno mismo. El ídolo es bañado y lavado, decorado con toda clase de joyas, alimentado y abanicado, rodeado de fragancias, etc., ya que estas son las cosas que ustedes desean. Pero, el Señor solo se complace cuando ustedes hacen aquello que Él desea. ¿De qué otro modo pueden ganar Su Gracia? ¿De qué forma que no sea nutriendo, alimentando, socorriendo y salvando a Sus hijos? Ayudarán a otros a alcanzar la consciencia de que Él es su Señor y Guardián, llevando la propia vida de modo recto y sincero, y cultivando la propia fe en Él. Deben mirar a todos como a miembros del propio cuerpo, y al igual que tratan de sanar cualquier magulladura o herida tan rápido y eficientemente como pueden en sus cuerpos, deben sanar las heridas y dolores de los demás, tanto como sepan y sus medios les permitan. (Discurso del 19 de febrero de 1970)