El corazón del devoto fluye con el amor del Señor por medio de la recordación y recitación constante de Su nombre. La devoción emerge de este manantial de amor. Quien se nutra con el néctar de la devoción, no tendrá deseos de otra cosa. El cariño, el apego y el deseo son cualidades naturales en el hombre. Cuando estas cualidades están dirigidas hacia Dios y cuando la persona está constantemente ocupada con buenas acciones, estas cualidades adquieren pureza y sacralidad. El devoto está constantemente consciente de que el universo es una manifestación de la Divinidad y que está permeado por Él. Su vida se sustenta en el reconocimiento de la inmanencia de Dios en todo. Este estado de la mente se denomina prema Advaitam (unidad en el Amor). Por medio de este amor el devoto experimenta la unidad con la Divinidad. Disfrutando la bienaventuranza de esta experiencia, el devoto no desea la liberación del nacimiento y de la muerte. El amor incesante del Señor lo es todo para él. Tal devoción es conocida como Ananya Bhakti (devoción total por el Uno y solo el Uno). (Discurso del 19 de enero de 1986).