El Señor ha dotado al hombre con el cuerpo y de tal modo, cada miembro y cada órgano de los sentidos se merece una atención reverente. Cada uno debe ser usado para Su Gloria. El oído debe regocijarse cuando se le da la oportunidad de escuchar las maravillosas historias de Dios. La lengua debe deleitarse cuando puede alabar a Dios. O de lo contrario, la lengua del hombre es tan inútil como la de las ranas que croan día y noche, sentadas la orilla del pantano. El cuerpo humano les ha sido dado para un gran propósito: alcanzar la consciencia de Dios en el interior. Si tienen un automóvil totalmente equipado y en condiciones de andar, ¿lo guardarían en el garaje? El automóvil es básicamente para ir de viaje; súbanse y vayan. Sólo así vale la pena poseerlo. También es así con respecto al cuerpo. Prosigan adelante hacia la meta. Aprendan a usar sus facultades físicas, los sentidos, el intelecto y la mente para alcanzar el objetivo, y avancen. Discurso del 18 de febrero de 1966.