El bien y el mal residen en la mente; no están afuera. Por consiguiente, en primera instancia
corrijan sus sentimientos. Desháganse de todas las cualidades animales, de modo que la humanidad pueda florecer en ustedes. Si notan aún una traza de odio en ustedes, aléjenla al instante. Habiendo tenido un nacimiento humano, es vergonzoso que tengan una cualidad maligna como el odio. No caigan presas del deseo. Deberían sentirse atraídos solo hacia Dios y nadie más. Aman a su hijo porque lo consideran su reflejo. Por cierto, quien los ama, quien los odia o quien los critica, son todo su propio reflejo. Por un momento podemos estar enojados y más adelante el enojo puede dar paso al amor. Amen a Dios con todo el corazón. El amor por Dios transformará sus corazones. Alejará el odio y las otras malas cualidades. Pueden conseguir todo a través del amor. (Discurso del 26 de febrero de 2006)