Amen por el Amor mismo; no lo manifiesten por los objetos materiales o por el cumplimiento de los deseos mundanos. El deseo engendra ira, la ira provoca el pecado y, bajo su impacto, los amigos son vistos como enemigos. La ira está en el fondo de toda la variedad de calamidades. Por lo tanto, no caigan presas de ella. Traten a todos, sean quienes sean, con la compasión del Amor que todo lo incluye. Esta empatía constructiva debe convertirse en la reacción espontánea de toda la humanidad. Saturen cada respiración, mientras inhalan y exhalan, con Amor. Saturen cada momento con Amor. El Amor no conoce el miedo. El Amor evita la falsedad. El miedo arrastra al hombre a la falsedad, a la injusticia y al mal. El Amor no anhela la alabanza; esa es su fuerza. Solo aquellos que no tienen Amor en ellos mismos, buscan recompensas y reputación. La recompensa por el Amor es el Amor mismo. El Amor desinteresado es el más elevado deber, la más noble Divinidad.(Discurso del 29 de julio de 1969)