Donde hay amor, allí Dios se evidencia ciertamente. Amen a más y más personas, amen más y más intensamente; transformen el amor en servicio, y transformen el servicio en adoración; este es el más elevado sadhana. No hay ser viviente privado de la chispa del amor; incluso un loco ama intensamente algo o a alguien. Pero deben reconocer que este amor no es más que un reflejo del Premaswarupa (la Encarnación del Amor) que es la realidad de ustedes, el Dios que reside en sus corazones. Sin esa fuente de amor que bulle en el corazón, no serían incitados a amar a todos. Reconozcan esa fuente, confíen cada vez más en ella, desarrollen sus posibilidades, procuren irrigar con ella el mundo entero, desechen de ella todo asomo de egoísmo, y no esperen nada a cambio, de aquellos a quienes se la brindan. En sus asuntos cotidianos no creen facciones, ni se deleiten en el odio. Vean lo bueno en los demás y los defectos en ustedes mismos. Veneren a los demás porque Dios está instalado en ellos; venérense a sí mismos como asiento de Dios. Purifiquen su corazón, para que allí Él pueda residir. (Discurso, 26 de marzo de 1965)
